domingo, 13 de marzo de 2016

¿Quién cumple a cabalidad la voluntad de Dios?

¿Cumple el hombre cabalmente la voluntad de Dios? Antes de responder esa pregunta miremos a nuestro alrededor y comprobemos si existe algún hombre en este planeta que haga todas las cosas que hizo Jesucristo, si alguien sabe de la existencia de ese hombre, entonces habremos encontrado a uno que cumple cabalmente la voluntad de Dios. Confieso que cada palabra, cada pensamiento y cada acción que hago contrario a lo que la palabra de Dios me enseña, es una especie de reproche que siento en mi corazón y otra ocasión en que debo pedir al Padre misericordioso que me ayude a sentirme un hijo digno de su bondad, porque anhelo fervientemente llegar a hacer las cosas tal y como Jesucristo las hizo, sin embargo, también siento que resbalo muchas veces en el camino. Gracias a Dios que no son mis propios méritos sino la salvación que tengo en Cristo lo que me mantiene vivo en su amor. Otra pregunta, muy distinta es: ¿cree el hombre que cumple la voluntad de Dios? ¡Sí, la mayoría de los creyentes cree que ellos sí cumplen la voluntad del Señor! Los escuchamos a diario, en todo momento, en cualquier lugar. Donde sea aparece un hermano o hermana proclamando que él o ella sí que hacen lo que Dios pide a sus hijos que hagan. Es que hay personas que trabajan para la obra de Dios y hacen muchas de las cosas que Dios nos ordena que hagamos, pero, si hubiera existido un hombre o mujer en la tierra capaz de cumplir cabalmente los mandatos del Creador, entonces, Jesucristo no habría tenido que morir en la cruz para redimirnos de nuestros pecados. Si un hombre hubiera podido vivir la vida inmaculada que el Salvador del mundo vivió, no habríamos tenido necesidad de ser rescatados con la sangre de Cristo, porque sólo tendríamos que preguntar a ese hombre cómo logró semejante hazaña y, al igual que ocurre con todos los inventos humanos, muy pronto mucha gente sería capaz de repetir tan digno evento… pero eso no ha ocurrido más que una sola vez en la historia de la humanidad, ese hombre se llama Jesús, el mismo que murió en la cruz por ti y por mí y el mismo que, precisamente por tener una vida libre de pecados, venció a la muerte y resucitó al tercer día. Esa es la vida que tenemos que seguir… la vida de Jesús. Una pregunta más: ¿Por qué la gente llega a creer que ellos sí cumplen la voluntad de Dios?Esa pregunta es algo más compleja que las anteriores, porque en realidad cada persona tiene una razón individualista por la cual creerse un hijo digno de Dios… tan digno como para confundirse y creer que ya ha cumplido la voluntad divina. Dos de las causas que provocan esta confusión en los creyentes son: A. La falta de conocimiento. Y me refiero especialmente al conocimiento bíblico, porque más de la mitad de los creyentes se conforma con escuchar y creer lo que el pastor o sacerdote dice los domingos en la iglesia y luego guarda la Biblia hasta el domingo que viene, si no lo hiciera así, entonces sabría que en las escrituras está establecido que ningún hombre es puro y sin manchas, porque todos pecamos (Eclesiastés 7:20) y que solamente en Cristo podemos ser justificados; B- la falta de sinceridad en los líderes religiosos. Sí, porque el creyente que va a la iglesia llega a creer que sí hay otros hombres y mujeres mejores que él o ella que sí cumplen cabalmente lo establecido en las escrituras, porque escucha al líder de su congregación predicar acerca de cómo encontrar la salvación y mantenerla, pero, no escucha a dicho líder admitir delante de todos los allí presentes que él mismo tiene que pedir orientación todos los días al Creador para poder caminar sin caer en tentación, ya sea de pensamiento, palabra obra u omisión, y aún así no lo logra todo el tiempo,. Es algo que muy pocos hacen en sus iglesias. En días pasados escuché una prédica de un pastor muy conocido que aseguraba a la membresía de su iglesia que todos ellos podían hacer cosas aún mayores que las que Cristo hizo si tienen la fe lo suficientemente grande para lograrlo. Sí, así está escrito en la Biblia (Juan 14:12), lo que él no dijo es que él mismo no ha hecho ni una sola cosa mayor que la que Cristo hizo, ¿eso qué significa? O lo que él dice no es verdad o sencillamente ni él ni ninguno de nosotros  estamos haciendo las cosas del modo correcto para que la gloria de Dios se manifieste abiertamente en nuestras vidas. La segunda opción es la respuesta correcta, pues, debemos recordar que aún acerca de los fariseos dijo el Señor a sus discípulos que hicieran lo que ellos decían y no lo que ellos hacían (Mateo 23:1-3) y que hoy en día somos testigos de cuan difícil nos resulta hacer morir nuestras vidas para que Cristo crezca en nosotros. En República Dominicana existen más de cincuenta mil líderes religiosos, pastores, sacerdotes, líderes espirituales de las distintas iglesias y denominaciones, si uno solo de ellos pudiera siquiera hacer la décima parte de lo que Cristo hizo, si uno solo de nosotros pudiera ser utilizado por Dios con una centésima parte del poder que Jesucristo manifestó mientras estaba en la tierra, todo el globo terráqueo se enteraría hoy mismo de semejante acontecimiento. Lo propio ocurre en todos los países donde se predica el cristianismo. Los cristianos debemos permitir que el amor de Cristo sea fuente de agua viva que fluya a través de nosotros para que hagamos las cosas que Jesús dijo que podemos hacer si tenemos fe en su palabra, si creemos en él y pedimos las cosas en su nombre (Juan 14:12-14). Estoy hablando de que el apóstol Pedro caminaba por los pueblos, luego de la muerte de Cristo, y la gente sacaba a los enfermos al camino sólo para que la sombra de Pedro cayera sobre ellos, porque él y los demás apóstoles sanaban a las multitudes (Hechos 5:14-16); lo que digo es que el apóstol Pablo, que ni siquiera estaba presente entre los seguidores de Cristo durante el ministerio del Salvador, sino que mas bien perseguía a los cristianos para castigarlos, hasta que el Señor lo llamó a arrepentirse y a conocerlo, luego llegó a hacer cosas tan grandes como la de revivir a aquel joven que había fallecido mientras él predicaba (Hechos 20:9-12), porque todas esas cosas pueden hacerse en el nombre de Jesús, nombre sobre todo nombre; que el Señor Jesucristo predicaba en los montes y en las orillas de mares y ríos, sin tener a disposición ningún equipo de sonido que amplificara su voz, pero, él le predicaba a miles de personas al mismo tiempo en aquellos lugares abiertos, que en esos tiempos no había internet ni radio ni televisión, y aún así la gente se enteraba de lo que Cristo enseñaba a miles y miles de kilómetros y llegaban desde las ciudades más distantes a escuchar y conocer a Jesús y hoy la gente ni se entera de lo que habló el domingo el pastor de la iglesia de la esquina. ¿Por qué ocurren las cosas de ese modo? La respuesta absoluta a esa pregunta Dios la pone a disposición de tu corazón, tenemos que hablar abiertamente con él para que nos ayude a entender lo que debemos hacer para vivir conforme a su palabra. Porque aún no hemos aprendido a orar constantemente para que la voluntad de Dios sea hecha permanentemente en nuestras vidas y en la tierra, tal y como Jesús nos enseñó a pedir al Padre celestial; porque todos creemos sabernos todas las respuestas y no nos percatamos de que no hemos analizado a profundidad todas las preguntas; porque permitimos que nuestros corazones se endurezcan con los afanes de estos tiempos y nos enfocamos en obtener las necesidades propias de cada cual en este mundo material, olvidándonos a cada instante de que primero debemos desatar las cosas en el plano espiritual; porque tenemos que dar el primer lugar al reino de  Dios en nuestras vidas de manera permanente y no sólo los domingos ni algunas veces. Cuando el hombre haya alcanzado ese peldaño de la escalera divina podrá hacer aún mayores cosas que las que Cristo hizo, mientras tanto tenemos que seguir pidiendo a Dios que nos ayude a conocer más de su palabra y poder, que nos llene de su misericordia y de su gracia para que algún día la humanidad pueda saber lo que significa que la voluntad de Dios se cumpla a cabalidad en toda la tierra.