miércoles, 28 de enero de 2015

Vamos a darle un chance a Dios en nuestras vidas.


Hay tres razones fundamentales por las cuales resulta inmensamente mejor hablar las cosas positivas que pasarnos el día hablando las cosas negativas. Aún cuando estamos cien por ciento seguros de la veracidad de lo que hablamos, aún así es mejor hablar los temas que nos aportan algo provechoso, que nos brindan beneficios y no perder nuestro tiempo hablando sobre la maldad que otros intentan sembrar en el mundo.
La primera razón es mental: el cerebro humano trabaja la mayor parte del tiempo mediante la asociación, es decir, si decimos o escuchamos cosas positivas estaremos atrayendo y creando lo positivo. Si expresamos las negativas, el cerebro que no tiene la observancia constante de lo que se le presenta va a asociar lo escuchado con lo negativo que tiene almacenado, independientemente que sea o no de nuestro agrado. Por consiguiente, si invertimos nuestro tiempo en hablar y pensar en cosas positivas, temas beneficiosos y en desear lo bueno a los demás, entonces la asociación mental va a dirigirse a todo lo bueno y positivo que ya conocemos de antemano.
La segunda razón es material o externa: si procuramos el bienestar propio y el de nuestros semejantes y lo hacemos de modo verbal, además de vigilar lo que pensamos, el mundo exterior, o sea, la gente que está en nuestro entorno va a reaccionar en consecuencia de lo que está escuchando salir de nuestros labios. Vamos a influenciar buenos pensamientos y diálogos positivos, creando una especie de efecto dominó del que al final también saldremos beneficiados. Si hacemos lo contrario sembraremos lo contrario.
La tercera razón es espiritual: Hacemos poca cosa con decir que hemos depositado tal o cual asunto en las manos del Señor, si en la primera oportunidad que tenemos comenzamos a hablar negatividades acerca de lo difícil que resulta obtener la colaboración de los demás o lo problemático que es hacer las cosas o que no se consigue el dinero, etc. Vamos a darle un chance a Dios en nuestras vidas. No podemos decir que confiamos en él y luego darle prioridad a los obstáculos que se nos presentan. Si de verdad queremos que él tome las riendas de nuestros asuntos, comencemos por mantener un discurso acorde con las cosas que queremos y confiamos que obtendremos. Esa es la manera de dejar que Dios haga su trabajo.

viernes, 16 de enero de 2015

La sabiduría de los niños.


La sabiduría infantil, la que acompaña al niño que todavía no ha sido contaminado con los esquemas programáticos en que la humanidad fundamenta la educación, hace que los infantes acudan de manera inmediata a sus progenitores, cuando encuentran en su camino: cosas que no entienden, cosas que les causan temor o cosas que son demasiado pesadas para que puedan cargarlas por ellos solos. Los niños confían en sus padres porque sienten el cariño y protección que estos le prodigan. Esa es la lección más importante que el hombre tiene que aprender de los niños. El hombre que no recibe la energía divina tal y como lo hacen los niños, nunca conocerá la libertad (Lucas 18:16-17). Si en verdad desea alcanzar todo el conocimiento que posee el universo para usted, vencer todos sus miedos e inseguridades, y hacer ligera la carga que representan los grandes males de la humanidad, es imprescindible que aprenda primero a confiar en su creador. Así como una lámpara no funciona si no tiene baterías o no está conectada a la electricidad, así mismo sucede a la vida del hombre que no tiene la energía divina… sencillamente no funciona. Sigue sin entender su propia existencia, vive en un mundo de temores e inseguridades, y siente que el mundo se le viene encima. Para no sentirse de ese modo, todo lo que hay que hacer es confiar en Dios. Escudriña las escrituras y dale a tu vida alimento espiritual, conversando cada día con tu Padre celestial (Lucas 18:1-8). Así recibirás en tu existencia la justicia divina, serás libre, seguro y lleno de fortaleza. El Señor te bendiga hoy y siempre.

viernes, 2 de enero de 2015

14 maneras de limpiar el corazón.


Jesucristo dijo: “Lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque desde adentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, las inmoralidades sexuales, los robos, los homicidios, los adulterios, las avaricias, las maldades, el engaño, la sensualidad, la envidia, la blasfemia, la insolencia y la insensatez. Todas estas maldades salen de adentro y contaminan al hombre” (Marcos 7:20-23).

El corazón del ser espiritual es el lugar donde nacen las emociones que luego se reflejan en el plano material. Lo más lógico entonces es que nos ocupemos de mantenerlo limpio como una forma de tener una vida plena y saludable. Estos 14 consejos, basados en las enseñanzas del maestro Jesús, nos ayudan a mantener limpios el corazón y la vida.

1-     Piensa cosas buenas y positivas.
Cada actividad que realizas es una oportunidad de crear nuevos pensamientos de bien. Las faenas diarias te permiten visualizar y pensar en los beneficios que las mismas traen a tu vida y a las de los demás. Convierte los buenos pensamientos en tu principal pasatiempo. En todas las cosas que hacemos tenemos la maravillosa oportunidad de pensar cosas buenas, positivas, llenas de bondad. Incluso cuando observas hechos que desapruebas, aprovecha y crea pensamientos de consuelo para esas personas que están necesitadas de amor y salud. En todo lo bueno, en eso pensad.

2- Disfruta la intimidad sexual de manera sana.
El sexo es una parte normal y placentera que el Señor nos regaló, es un acto que une en un solo ser al hombre y a la mujer. Una persona adulta, que ya ha desarrollado enteramente su cuerpo físico y ha alcanzado la madurez mental, está preparada para compartir su sexualidad con otra persona adulta del sexo opuesto. El sexo es parte inherente a la creación de la vida y practicarlo de ese modo contribuye a la estabilidad mental y a la paz espiritual del ser. Los órganos reproductores de los seres humanos fueron diseñados para complementarse entre la mujer y el hombre adultos. Al fundirse dos vidas en un solo ser, intercambian energía que fluye constantemente del cuerpo de ella al de él y viceversa. Es energía revitalizadora que alimenta el alma cuando lo hacemos de acuerdo al conocimiento que tenemos de las buenas costumbres. Mientras más sana sea tu conducta a la hora de disfrutar de la intimidad sexual con tu pareja, tendrás mejor vida, más salud física, mental, y mejor comunión con el plano espiritual.

3- Crea tus propios bienes.
El Señor te ha dotado de virtudes propias con las cuales obtener tus propios bienes. Esos bienes que poseen otras personas a tu alrededor han sido el fruto del esfuerzo y trabajo de quien los posee. Tú tienes la capacidad de conseguir por ti mismo las cosas que necesitas para vivir. Adueñarte de lo que no es tuyo produce consecuencias nocivas a tu salud material y espiritual, porque en el fondo sabes que estás haciendo mal a otros y no puedes obviar ese conocimiento. Crea tus propios bienes y respeta el trabajo de tu prójimo, te sentirás satisfecho y lleno de plenitud.

4- Ama la vida.
La vida del ser empieza desde el momento en que este ha sido concebido. Si amas tu vida y la disfrutas plenamente, entiendes que la vida de otro ser es semejante a la tuya y también tiene derecho a disfrutarla. Cuando eres consciente de ese detalle llegas a comprender que es tu deber aportar y ayudar a la preservación de otras vidas humanas dentro de lo que te sea posible. Si contribuyes a fomentar el amor por la vida te beneficias directamente de la energía que la vida de otro ser transmite a sus semejantes. Haz tú lo mismo, sé el transmisor constante de energía pura y limpia hacia los demás. Ámate a ti mismo de manera plena y ama la vida en sentido general.

5- Valora la compañía de tu pareja.
En un mundo cada día más complejo se desarrollan seres humanos con mentalidades individualmente más complejas. Ese hecho demanda que seamos sabios al momento de decidir con quien queremos compartir la vida. Eso es un asunto serio. Nuestra pareja tiene que ser nuestro cómplice, aliado incondicional, quien ríe y celebra nuestras victorias, y experimenta en carne viva nuestros errores y fracasos. Es necesario que nos sintamos complementados con esa persona que hemos elegido. Si ese ser no te hace sentir de ese modo, probablemente esa no sea tu mejor elección. Tómate tu tiempo para conocer a esa persona que te agrada y luego que has decidido formalizar tu relación de amor es el momento de hacer tuya su vida y hacer suya la tuya. Los términos medios no sirven en cuestiones de pareja, si sientes que esa persona no te complementa te estás encaminando a sentir necesidades futuras que quizás provoquen que te sientas tentado a encontrar en otro lugar lo que crees no tener a tu lado. Sé realista, cuando juzgas y condenas a tu pareja estás haciendo lo mismo con tu propia existencia, por eso es tan importante que te veas reflejado en tu pareja, que sientas que ella o él es una extensión de tu existencia, que respires, mires, sientas y ames al unísono con esa persona especial. El amor de tu pareja completa tu corazón y mantenerlo limpio y sano es tu mejor elección.

6- Disfruta y comparte tu prosperidad.
El Señor quiere que tengas todas las cosas que necesitas y que nada te falte. Cuando mantienes un orden conservador en tus actividades laborales lo más lógico es que produzcas más beneficios que te ayudarán a vivir más cómodamente y a tener un mejor estilo de vida. Después de Dios estas tú en primer lugar, si obtienes ganancias extras es primordial que tengas mejor calidad de vida. Invierte tu dinero con sabiduría, que tu vida y la de los tuyos reciban la recompensa de tu trabajo y de tu obra creadora. Aún el dinero que ahorras debe tener un sentido práctico para el mañana, planes flexibles y posibles que sean de utilidad. También conviene invertir en ayudar a los demás. Existen muchas instituciones que aportan grandemente a la sociedad y a los más necesitados, Jesucristo dijo que a los pobres siempre los tendremos en la Tierra, así que siempre habrá personas a las cuales podemos ayudar. Saber que el fruto de nuestra obra creadora se refleja en nuestra vida y al mismo tiempo en las vidas de otras personas, nos regala una satisfacción que hace vibrar a nuestro corazón con energía limpia.

7- Actúa bondadosamente.
El ser es bueno por naturaleza, pero a veces las experiencias hacen que esa bondad natural se oculte detrás de un escudo de protección. Tengo una buena noticia para ti: la mejor protección contra todo lo dañino es llenarnos de bondad. Un saludo, una sonrisa, un apretón de manos, un abrazo sincero, son todas acciones que podemos realizar repletas de bondad y no nos cuestan nada. Visitar personas convalecientes, ayudar a las personas mayores, hacer obras de bien en nuestra comunidad, son sólo parte de las grandes oportunidades que tenemos para sembrar bondad por todos lados. Veremos como crecen los frutos de nuestra siembra si dedicamos nuestra vida a permitir que la bondad de la cual estamos hechos salga a relucir en todo momento. Seamos bondadosos y expulsaremos las cosas malas que pudieran aparecer en el camino.

8- Sé auténtico.
Eres un ser único, ninguna otra persona es como tú. Actuar acorde a esa autenticidad de la cual estás formado es la garantía de un corazón limpio. Habla la verdad, la sinceridad abre puertas que nadie puede cerrar. Si adquieres la reputación de ser una persona franca, honesta, sincera, que dice lo que piensa y siente, las demás personas respetarán lo que proyectas. Si respetas lo que eres podrás vivir en un ambiente espiritual limpio y sin contaminación de ninguna índole. Para conseguir las cosas que anhelas sólo tienes que trabajar de manera organizada y constante, manteniendo tu autenticidad. La forma más efectiva de vivir en paz y armonía es ser tú mismo todo el tiempo y siempre hablar la verdad.

9- Aviva tu espiritualidad.
Dedica parte de tu tiempo a meditar acerca de las cosas espirituales. Ve con sinceridad lo que llevas dentro de ti, de ese modo sabrás que medidas tomar para mejorar tu relación con el plano espiritual. Si te ocupas en avivar la llama de tu espíritu podrás apaciguar la carnalidad que caracteriza tu cuerpo físico. Así de simple. Medita, ayuna, ora con fe, y concéntrate en conocerte en el plano espiritual. Hallarás un equilibrio mental y espiritual que antes no habías imaginado y sus frutos se reflejarán en el plano material.

10- Alégrate por el triunfo de los demás.
Las metas alcanzadas por otros deben llevar regocijo a tu vida y ninguna cosa más. Sonríe cuando veas a tu prójimo prosperar, felicita a los que triunfan y consiguen nuevos logros que les permiten escalar posiciones por las cuales se han esforzado. Haz una costumbre el sentirte bien cuando otros obtienen prosperidad, y exprésalo abiertamente. Compartir la alegría de los demás te acerca más a tus propios logros y mantiene abiertas las puertas de tu felicidad.

11- Habla temas de provecho y bendición.
Bendice a toda la gente que se cruza en tu camino, incluyendo a aquellos cuyas conductas te son desagradables. Bendice a todos sin excepción. Desea cosas buenas a tus semejantes. Si no tienes cosas buenas que hablar sobre un tema o una persona es mejor no decir nada. Sobre todo habla de manera pulcra y recta sobre las cosas de Dios. No importa que no estés de acuerdo con las religiones u otras personas espirituales, si vas a referirte a sus cosas y creencias procura hablar solamente cosas buenas y provechosas que alimenten tu alma y las de quienes te escuchan.

12- Sé amable y cortés.
Ten siempre lista una palabra de amabilidad para los demás. Que sea tu actitud positiva la que domine el ambiente en que te encuentras, que sea tu paz la que contagie a los demás y tu decencia la que imponga la regla de todos los presentes a tu alrededor. Trata a los demás como quieres ser tratado y mira en cada vida las cosas buenas que ves en la tuya. Es una manera infalible de crecer y mantener limpio tu corazón y tu vida.

13- Actúa con prudencia.
Una persona prudente aporta a las vidas de quienes le rodean. Habla y actúa respetuosamente hacia los demás, hacia tu entorno, y dale lo mejor de ti a la sociedad. No esperes recompensa de otros por el bien que haces, más bien siéntete gratificado por poder hacerlo. Aún cuando veas que otros no agradecen tus buenas acciones, dale gracias a Dios que te da la oportunidad de ayudar y hacer el bien. Pídele que siempre te permita ser tú quien ayude y contribuya a que el mundo sea un mejor lugar para vivir.

14- Escudriña las escrituras.
Existe un manual de vida que nos ayuda a conocernos, a entender a otros y a comprender todas las cosas que a diario vivimos. Ese manual es la Biblia. Léela diariamente y medita en sus enseñanzas. En ella están todas las respuestas a los enigmas y misterios del mundo. Ella es la fuente de agua viva que te ayudará a mantener limpio tu corazón y a mostrar a otros como limpiar sus corazones y sus vidas. Que tu corazón sea un remanso de paz donde te sientas satisfecho, tranquilo y feliz.
Que el Señor te bendiga hoy y siempre.