jueves, 27 de noviembre de 2014

Corazón limpio y sin rencores.


“No aborrecerás en tu corazón a tu hermano. Ciertamente amonestarás a tu prójimo, para que no cargues con pecado a causa de él. No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo. Más bien, amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Jehovah”. (Levítico 19:17-18).

Muchas de las enseñanzas que contiene el antiguo testamento fueron diseñadas especialmente para el pueblo judío en su etapa de peregrinación por el desierto y durante su establecimiento en la tierra prometida. Aunque es posible aplicar algunas de esas enseñanzas a nuestra vida diaria, la realidad es que muchas de ellas pueden ser solamente simbología de la cual tomar referencia para los asuntos de hoy. Sin embargo tenemos otras lecciones de esas contenidas en el viejo testamento que perduran en el tiempo y aún el Maestro Jesucristo las usó para predicar acerca del reino de Dios, como podemos comprobarlo en los evangelios. Una de estas es el mandamiento de amar al prójimo. Es una orden que está desde el principio y nos acompaña cada día de nuestra vida. Tenemos un sinnúmero de posibilidades con las cuales darnos cuenta de si estamos o no obedeciendo este mandamiento. Nuestra capacidad de obediencia en este sentido se pone a prueba a cada momento. Cuando pensamos en las personas que en este instante están internos en clínicas y hospitales sin que nadie los visite ni les dé una palabra de aliento, es una oportunidad de preguntarnos si podemos hacer algo al respecto y así mostrar nuestro amor real por nuestro prójimo. Lo mismo aplica para los niños huérfanos en los orfanatorios y los ancianos en los asilos, también para los presos en las cárceles. ¿Te has preguntado cuántas cosas podrías hacer para mostrar al Creador que obedeces su mandamiento de amar al prójimo y al mismo tiempo atesorar tu patrimonio celestial donde la polilla no corrompe? Siempre habrá gente a quien podemos apoyar de algún modo. Niños huérfanos, asilos de ancianos, enfermos en los hospitales, presos en las cárceles, estos son cuatro renglones que están a disposición de los obedientes del Señor para que no tengan excusas de que no sabían como podían ser útil a la causa del reino. También es una forma excelente de predicar con el ejemplo.
Hay un tema que debemos tratar diligentemente a tiempo y fuera de tiempo, es el asunto de no guardar rencor. En el pasaje bíblico que inicia este escrito podemos observar que se nos ordena no aborrecer a nuestro hermano en nuestros corazones, esto significa nunca guardar rencor ni pensar en la venganza. Se nos aconseja amonestar a quien consideremos haya incurrido en una falta grave en perjuicio nuestro, esto es para que no conserves un pecado que no te corresponde, porque si algo te hacen y no lo expresas, conservando la ira de manera interna, estás multiplicando la maldad de lo acontecido. Aún más, puede ser que la infracción cometida en tu contra no haya sido intencional, si no lo comentas con tu hermano él no tendrá la oportunidad de rectificar sus hechos y pedir perdón. Ante su desconocimiento, su pecado también será el tuyo.
Es fácil amar a quienes nos aman o a quienes nos caen bien. Pero la Biblia está llena de exhortaciones acerca de dar por gracia lo que por gracia hemos recibido, tratar a los demás como queremos ser tratados, amar a los demás como a nosotros mismos, y orar por aquellos que se creen nuestros enemigos… es un asunto serio para reflexionar seriamente. No es asunto de uno o dos minutos, es algo que debemos tener pendiente todo el tiempo. Amémonos los unos a los otros.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Soldados del Ejército de Cristo.


"He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos. Sed, pues, astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mateo 10:16).

Esa instrucción les dio el Señor Jesús a sus discípulos cuando los mandó a destruir al enemigo en  el campo de batalla mediante la predicación de las Buenas Nuevas. La batalla espiritual que libramos los soldados de Cristo es mucho más avanzada que cualquier guerra convencional que se viva en el plano material. Ser ovejas en medio de lobos significa que no estamos llamados a atacar al enemigo por nuestras propias armas sino que debemos confiar en nuestro pastor que es Cristo, pero al mismo tiempo tener claro que nuestros enemigos, los miembros del ejército del mal, sí nos atacarán cada vez que puedan, tal y como los lobos asechan y atacan al rebaño de ovejas. Un buen pastor siempre cuida su rebaño y no permite que los lobos dañen o lastimen a sus ovejas, así mismo Cristo nunca permite que el enemigo dañe a sus soldados. Para que esto suceda, es imprescindible que conservemos una estrecha relación con las enseñanzas del Creador, en ellas está la clave para salir airosos en esta contienda, porque nos han enviado a lidiar con lobos y el asegurarnos que estamos dentro del rebaño de nuestro pastor Jesucristo nos garantiza que los ataques del maligno no nos dañarán. Estarán presentes a nuestro alrededor pero no conseguirán su objetivo gracias a la protección que Dios nos proporciona por ser sus obreros, por trabajar en su obra. Los lobos asechan y esperan el momento que ellos consideran conveniente para atacar, pero la protección recibida de nuestro pastor es infalible.
El Señor nos dice que seamos astutos como serpientes y sencillos como palomas. Y yo os recuerdo que escudriñar las escrituras es la mejor arma que poseemos para defendernos de los ataques del maligno. Sí, antes os dije que no estamos llamados a atacar, porque nuestra misión no es provocar el ataque, pero sí estamos llamados a defendernos, por algo el Señor nos ha dado su palabra como arma efectiva con la cual protegernos de los ataques recibidos en el plano espiritual (Efesios 6:17-18). Dios pone en nuestras mentes las cosas que debemos saber, los razonamientos y conclusiones que necesitamos en cada ocasión, que nos ayudarán a identificar y entender desde donde nos atacan, y que armas está utilizando el enemigo para atacarnos y de ese modo poder neutralizar dichos ataques con la protección que nos otorgó el Creador: su palabra. Algunos encuentran raro que el Señor nos diga que seamos “astutos como serpientes”, principalmente porque el diccionario de la Real Academia Española define la palabra astuto como: “hábil para engañar o evitar el engaño o para lograr artificiosamente cualquier fin”. La traducción de la Biblia al español se llevó a cabo desde el idioma inglés, la versión del rey James (King James Version. KJV), pues bien, en esa versión inglesa dice que Cristo dice a sus discípulos que sean “wise as serpents and harmless as doves” (listos como serpientes e inofensivos como palomas). La palabra “wise” es traducida al español como “astuto”, en algunas versiones bíblicas, en otras es traducida como “prudente”. La variación confunde a algunos, pero aquí cabe recordar que la Biblia originalmente fue escrita en arameo y en hebreo antiguo, y por lo tanto el traducir esas antiquísimas lenguas trae ese tipo de consecuencias. Tal como ocurre, por ejemplo, con la palabra “wise”. El diccionario Merriam-Webster, en el idioma inglés, la define como: “having or showing wisdom or knowledge usually from learning or experiencing many things”
 (Que tiene o demuestra sabiduría o conocimiento, usualmente por haber aprendido o tenido experiencia en muchas cosas). Si analizamos dicha definición, vemos que “wise” es un tipo de persona que tiene conocimiento de muchas cosas, no exclusivamente instrucción académica sino más bien experiencia vivida o conocimiento adquirido por diferentes medios. La traducción al español de esta palabra es: sabio, prudente, hábil, sagaz, astuto, etc. Aunque coloquialmente un “wise guy” se entiende como un “chico listo”. Lo que el Señor nos dice es que debemos estar atentos, alertas, despiertos, perceptivos, nunca descuidados. Más aún, profundizando en este verso, entendemos que un buen soldado de Cristo es una combinación de ambas cosas: listos como serpientes e inofensivos como palomas. El ser inofensivos recalca lo antes dicho sobre no estar llamados a atacar. Recordemos que el Señor nos ha ordenado dejar que la cizaña crezca junto con el trigo para que no hagamos daño a los llamados por el Creador que en este instante todavía están juntos a los hijos del maligno en este mundo en que vivimos (Mateo 13:24-30). Por eso la diferencia entre no atacar y sí defendernos al repeler el ataque, porque una vez hemos sido atacados, entonces sí hemos identificado sin duda alguna quien es el enemigo que nos está atacando. Así como los ejércitos terrenales utilizan radares y satélites, entre otras herramientas tecnológicas, para localizar e identificar los puntos desde los cuales ataca el enemigo, así también nosotros debemos estar atentos para que ningún ataque enemigo nos pase desapercibido ni se preste a confusión sino que nos demos cuenta al instante que estamos siendo atacados, la forma en que nos atacan y el punto desde el cual lanzaron ese ataque, entonces procedemos a aniquilar dichos ataques con el arma más efectiva que existe: la Palabra de Dios.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Quiero ser como tú.

Si pudiera yo amarte la mitad de lo que me quieres.
Si mi amor por ti fueran tan fiel como tú lo eres.
Sería el mejor de tus hijos y nunca te fallara.
Cuidaría mi cuerpo sintiendo que es tu morada.
Quiero ser como tú a todas horas.
Hacer todas las cosas que prometiste.
Mover los montes y calmar las olas.
Sentir que crezco en ti, que mi alma te adora.
Escucho tu voz Señor y la conozco.
Para ser fiel en lo mucho soy también fiel en lo poco.
Tú no me abandonas ni un solo momento.
Eres el guía perfecto para mis pensamientos.
El padre amoroso que a sus hijos siempre cuida.
Me inscribiste con tus manos en el libro de la vida.
Hoy sólo quiero llegar a ser como tú.
Y en tu nombre Señor llenar el mundo de luz.

El hombre posmodernista de un mundo esclavista.

La mujer y el hombre del siglo XXI se han caracterizado por rendirse a los designios mercantiles de la sociedad. Es tal el estado de sumisión al que voluntariamente se someten que han llegado al extremo de perder los anhelos de pensar en libertad. Se conforman con pensar lo que los medios les indican que deben pensar. Es igual con todo: usan la ropa que les impone la sociedad comercial, consumen las bebidas y comidas que tienen más anuncios publicitarios, hasta procuran ser amigos de las personas que están más expuestos, pues eso podría garantizarles que los demás van a fijarse en ellos.
En occidente podemos rastrear los orígenes del pensamiento del hombre civilizado hasta los griegos. La filosofía griega representa el inicio escrito de un tipo de pensamiento orientado hacia la búsqueda del bien de la humanidad. Mucho tiempo antes de los inicios de la filosofía griega, el hombre primitivo luchaba hasta el último momento por no ser sometido a la esclavitud. Se cree que muchas tribus y razas humanas desaparecieron por esa causa. Sin embargo el hombre de hoy no parece estar interesado en ejercer su derecho a pensar en libertad y mucho menos a librarse de la esclavitud que representa el estar acorde con los últimos designios de la sociedad mercantilista que prevalece en la mayoría de los países del mundo. Como consecuencia de esto, casi no se escucha a los seres humanos hablar de temas y preguntas que antes eran tan comunes como: ¿tiene el hombre una misión en la vida?; ¿cómo puedo contribuir a que la humanidad viva mejor?; ¿afectan mis acciones a las vidas de mis semejantes o soy un ser que puede vivir aislado de los demás…? En vez de ese tipo de preguntas existencialistas, otras preguntas son las más frecuentes hoy en día, especialmente entre nuestra juventud: ¿qué ropa me pondré esta noche para irme a beber alcohol con mis amigos?; ¿cómo conseguiré dinero para comprarme el último celular que salió al mercado?; ¿cuáles son las marcas de zapatos y carteras que más se usan, para yo comprármelos?Esa es la esclavitud moderna. Hace mucho que los poderosos del planeta entendieron que les salía más caro el mantener granjas llenas de esclavos a quienes había que alimentar, vestir, y pagarles a un capataz para que les dé latigazos. Eso, entendieron ellos, era un gasto innecesario, y el tiempo les ha dado la razón. Hoy los esclavos posmodernistas trabajan por dos centavos, cinco días a la semana, a veces seis, cumplen un horario de ocho de la mañana a seis de la tarde, tienen que pagarse su propia renta, costear sus medicinas y consultas médicas, y comprarse sus alimentos. Sí, los esclavistas salieron ganando. Encima de eso, los controles del capitalismo vieron que todo era beneficioso para sus cuentas bancarias y añadieron lo siguiente: fabrican un celular nuevo cada dos meses y, aunque no le cambien gran cosa de lo que tenía el anterior, inician una agresiva campaña publicitaria para que sus esclavos les devuelvan el dinero que con tanto sacrificio ganaron, y se desesperen por adquirir la nueva mercancía; inducen a sus esclavos a creer que sólo pueden verse bien vestidos si compran la ropa cara que ellos venden y les hacen creer que estar a la moda es el sentido de la buena vida; tienen drogas ilegales favoritas a las cuales suben el precio a su antojo para que sus esclavos también tengan la opción de drogarse costosamente; crean todo tipo de loterías y juegos de azar como forma de hacer a sus esclavos gastar el dinero que obtienen trabajando, que no puedan guardar un centavo, y muchomenos invertir en su propio desarrollo. Entre otras medidas que implementan según la temporada y que los esclavos posmodernistas aplauden con júbilo.
Hay un camino que libera de la esclavitud, un camino que no te cuesta nada seguir pero te rinde múltiples beneficios, principalmente te regala la vida eterna y te ayuda a vivir en este plano material sin penas ni sufrimientos, porque te confiere la libertad que te da felicidad. Ese camino se llama Jesucristo. Te invito a conocerlo, Él es la Verdad, y representa el sentido perfecto de la vida. Conoce la verdad y ella te hará libre para siempre (Juan 8:31-32).

martes, 18 de noviembre de 2014

Hablemos de las Buenas Nuevas.

La gente dice no querer que haya tanta maldad en la Tierra. Se alarman y se golpean en el pecho cada vez que escuchan las atrocidades que ocurren diariamente, pero no hacen lo suficiente para contribuir a que las cosas buenas sucedan. Y aún si se enteran de que las cosas buenas han sucedido, la mayoría de las veces no se encargan de compartir esas noticias buenas con sus relacionados y amigos. Prefieren, en muchos casos, hablar de las cosas negativas, supuestamente asombrados de cómo la maldad se incrementa en el mundo. Hablan de un hijo que maltrató a sus padres, pero no mencionan los miles de hijos que aman y cuidan a sus progenitores con mucho amor; se escandalizan por una negligencia médica de la cual se enteraron, pero no comentan todos los días de los miles de médicos y enfermeras que arriesgan sus vidas trabajando en países azotados por terribles epidemias. Algunos se divierten propagando el morbo, otros  son víctimas de la ignorancia, y los hay indiferentes, a quienes no les importa reflexionar acerca de las cosas que hablan y comparten con los demás.
Vamos a esparcir las Buenas Nuevas: Dios es amor, Cristo resucitó y venció al mundo, los hijos que honran a sus padres tienen una vida larga y próspera en la Tierra… Hablemos de las cosas buenas. Cristo te ama. 

Helicópteros y aviones.


El reino de Dios es como los helicópteros y aviones… nadie puede volarlos si antes no ha recibido instrucción. Si quieres aprender a volar cualquiera de esos aparatos debes inscribirte en la academia de vuelo. Entonces, si quieres aprender a vivir en el reino de Dios inscríbete con el mejor instructor: Cristo, el Mesías, el Redentor y Salvador del mundo. Escudriña sus enseñanzas… tendrás el mejor viaje de tu vida.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Las palabras que decimos.


“No jurarás ni por tu cabeza, porque no puedes hacer que un cabello sea ni blanco ni negro. Pero sea vuestro hablar, ’sí’, ’sí’, y ’no’, ’no’. Porque lo que va más allá de esto, procede del mal. (Mateo 5:36-37).

Una de las razones que hace a la gente pensar antes de aceptar a Cristo en sus corazones es el hecho de no sentirse capaz de afirmar su forma de hablar. Es casi una moda el hablar con ambigüedad, vagamente, dejando las cosas en el aire. De esa manera lo que se dice oy puede ser cambiado mañana y acompañarlo de la aclaración correspondiente. Lo vemos a diario, personas que dicen “eso no fue lo que yo quise decir, lo que yo dije fue…”, lo peor de todo es que ese tipo de personas sabe bien que nadie le está creyendo su cuento. Sí, eso es lo peor, que lo hacen de manera consciente, sabiendo lo que están haciendo. La palabra dice que ese tipo de conducta y esa forma de hablar procede del mal. Para que no nos hagamos los locos, cuando así se habla se está siendo un fiel representante del padre de la mentira. Es decir, se está trabajando para el maligno. Algo serio a tener en cuenta para todos los que decimos seguir la doctrina de Cristo.
Sea vuestro hablar sí. Siempre que usted esté seguro de que puede cumplir lo que dice es un deber afirmarlo categóricamente con un rotundo sí. De igual manera si usted sabe que no puede llevar a cabo lo que se le presenta, pues diga un no, y se acabó. Jurar, como buscando reafirmar lo que se dice, como tratando de darle más seguridad a nuestro interlocutor de la intención de cumplir lo expresado, tampoco viene de Dios sino que viene del mal. La gente ya no confía en los juramentos de todos modos, pero si usted jura por cualquier cosa está mintiendo. Miente porque usted no sabe lo que sucederá mañana o en una hora o en cuestión de minutos. Entonces usted jura a alguien que llegará a tiempo o que hará tal o cual cosa y luego ocurre un imprevisto, algo que escapa de sus manos, su juramento queda tirado por el suelo junto a la credibilidad que usted pudiera haber tenido y al final sólo dijo mentiras. Me voy más lejos. El enemigo siempre está al acecho de las acciones de quienes no trabajamos para él, está al acecho del hombre en sentido general, pero dentro de sus propósitos está el hacer que los cristianos quedemos mal ante otras personas y que nuestra palabra no inspire confianza en quien la escuche. Debemos tener sumo cuidado con lo que hablamos, principalmente con los compromisos que asumimos. Somos representantes de Cristo aquí en el plano material y por lo tanto debemos comportarnos a la altura de nuestra investidura. Si usted se acostumbra a tomar a la ligera el decir que sí o que no, sin estar seguro que puede hacer lo que está diciendo, también corre el riesgo de no saber luego identificar cuando otra persona le está hablando mentiras. Sí, porque los que hemos nacido del Espíritu tenemos la capacidad de ver la verdad y reconocerla, por eso no es fácil engañarnos. Esto es siempre y cuando cumplamos con lo que nos dice el Señor en su palabra, de lo contrario estamos trabajando en contra de nuestra misión. Sea algo pequeño o grande, no importa la circusntancia, si usted no está seguro mejor pida tiempo para pensar su respuesta pero nunca diga un sí o un no para luego tener que cambiarlo o tener que inventarse cuentos. No ponga en duda su credibilidad. Respétese a usted mismo y tome en serio todo lo que diga, muchos factores dependen de ese detalle.

sábado, 15 de noviembre de 2014

La tecnología del manual de vida.

Los avances tecnológicos han contribuido en forma significativa al desarrollo deportivo en las últimas décadas. Recuerdo un especial televisivo que mostraba como, mediante la colocación de una especie de sensor en forma de pantalla colocado en una pista de atletismo, los entrenadores podían identificar los fallos en las pisadas de los atletas y una vez señalados procedían a orientar a sus pupilos con el fin de corregir dichos fallos. El especial fue grabado en el albergue olímpico de Colorado, Estados Unidos, con motivo de los juegos olímpicos de Los ángeles 1984. Durante la realización de un curso para entrenadores de natación, llevado a cabo a mediados de los ochenta, nos fueron mostrados varios videos de nadadores para que aprendiéramos a identificar las deficiencias en las brazadas, patadas y vueltas olímpicas de los atletas. Mediante películas tomadas debajo del agua nos enseñaban la diferencia en los resultados obtenidos por los nadadores al realizar brazadas de forma correcta para que comparáramos diferentes tipos de técnicas aplicadas en la corrección de estilos. Resultaba asombroso el comprobar que la tecnología realmente estaba dando un giro increíble a los entrenamientos deportivos. Desde entonces a la fecha han ocurrido grandes cambios. La tecnología se supera a sí misma cada día que pasa. Hoy en día cualquier atleta tiene a su disposición un teléfono móvil con el cual filmar sus prácticas y hacer, en base a lo observado, las modificaciones necesarias para mejorar su calidad deportiva. Los peloteros de Grandes Ligas, por ejemplo, estudian a sus oponentes a través de la magia del video. Invierten parte de su tiempo mirando a los lanzadores que enfrentarán en el próximo juego y los lanzadores por su parte también estudian a los bateadores valiéndose de la tecnología. Claro, esto solamente lo hacen los buenos jugadores, los que tienen disciplina y quieren hacer las cosas bien. Los demás tienen que conformarse con ser parte del montón. Por eso hay tanta diferencia entre los buenos atletas y los que pertenecen al promedio, estos últimos casi nunca llegan a implantar marcas de importancia que sean positivas.
En la vida diaria ocurre igual. Hay personas que disfrutan su vida plenamente y establecen récords de felicidad consecutiva sin importar cuan mala esté la economía o si los planes no resultan como los habían planeado. Es el tipo especial de gente que conoce el manual de la vida, consta de 66 libros escritos por diferentes autores y se llama la Biblia. Todavía no ha sido inventada ninguna tecnología tan completa como esa. En sus páginas usted puede encontrar desde cuestiones de salud (1ª de Timoteo 5:23; Proverbios 17:22) hasta consejos sobre sus negocios (Proverbios 11:1) … es asunto de escudriñarla pacientemente y averiguar que enseñanza se refiere a lo que usted necesita en el momento. Sin embargo, la especialidad de la Biblia se encuentra en el plano espiritual. Es ahí donde radica el secreto para ser feliz y sentirse plenamente satisfecho consigo mismo. La enseñanza más completa que encontramos en la Biblia se refiere al amor: “Amar a Dios sobre todas las cosas y amar a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:28-34). Les voy a dar un ejemplo de lo que significa escudriñar la Biblia. En esa pequeña frase nos damos cuenta que amar a Dios es el primer mandamiento divino, que amarlo sobre todas las cosas significa que la familia, la carrera profesional, los deportes, la diversión, o cualquiera que sea su prioridad en este plano material, debe estar en segundo plano, después de Dios. Si vive de ese modo usted siempre será feliz. Luego nos dice que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismo. Si meditan esa frase un momento, notarán que para usted poder amar a su prójimo primero debe amarse a usted mismo. Sí, no hay manera que usted pueda amar a otra persona si usted no se ama, no puede cuidar a sus hijos si no se cuida usted primero, no puede ayudar a sus padres si no se ayuda usted… y así sucesivamente. Pero ya dijimos que Dios es primero que todo, y que cuando amamos a Dios por encima de todas las cosas es cuando realmente conocemos la felicidad que nada en este mundo material puede igualar… ¿Qué quiere decir esto? Que para amarnos a nosotros mismos es necesario que seamos felices y estemos satisfechos con lo que somos y lo que sentimos, pero esto sólo se logra teniendo a Dios en el primer lugar de nuestras vidas y por consiguiente, para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, primero tenemos que amar a Dios más que a todas las cosas que conocemos. Concluyendo: el amor a Dios es igual al amor por nosotros mismos y este es igual a la forma en que debemos amar a los demás. Si la humanidad entera viviera de ese modo no tendríamos problemas. No existiera la explotación del ombre por el hombre (Eclesiastés 8:9), no murieran tantas personas de hambre en el mundo, no existiera el crimen ni costara tanto dinero el poder vivir dignamente… porque la gente amara a sus prójimos y no querría desearle ningún mal, por lo tanto pusiéramos todos nuestros talentos al servicio de los demás, sirviendo al Creador y a ninguno nos faltara nada (Salmo 23:1). Esa es la forma correcta de utilizar la tecnología más moderna del mundo, la única que no será superada por ninguna otra que sea inventada mañana, que no necesita otra batería que el amor de Dios y que está al alcance de tu mano de manera gratuita. ¡Tremenda tecnología! Te invito a no ser parte del montón… escudriña las escrituras.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Por amor del nombre.


porque partieron por amor del Nombre, sin tomar nada de los gentiles”.  (3ª de Juan. 1:7).

Una señora le comentaba a su amiga de cómo ella y su esposo habían vendido sus pertenencias en Santo Domingo para irse a residir a una provincia en la región Este del país. Ella decía que habían abierto una iglesia en la cual su esposo se desempeñaba como pastor y comentaba que todavía no tenían mucha gente asistiendo a la iglesia y tenían muchos gastos con todo eso de la mudanza y la adquisición del nuevo local. Y luego añadió que eso sería sólo al principio pero que después tendrían muchos miembros y las cosas le irían mejor económicamente. La amiga a quien esa señora le comentaba todo aquello estaba recién casada y en aquellos días estaba reflexionando acerca de cuál sería la forma más correcta de ayudar a su esposo con los asuntos económicos del hogar. También pensaba en la manera de mantener la armonía en su nueva familia y lograr el afianzamiento matrimonial que una pareja de recién casados necesita. Ella había pensado en asistir a la iglesia como una forma de tener una actividad sana que compartir con su esposo, pero al escuchar la forma frívola en que su interlocutora hablaba sobre su nueva iglesia se preguntó si formar parte de una comunidad eclesiástica sería la mejor opción.
Algunos cristianos se sienten incómodos al escuchar relatos de esa naturaleza. Hay quienes incluso se sienten aludidos, como si estuvieran tratando de echarles en cara que el cristianismo es un negocio. Desafortunadamente existen muchas personas que se dedican a la predicación de la palabra de Dios con el propósito de tener un medio de acumular riquezas, ignorando la verdadera naturaleza de trabajar para el Altísimo. Llegan al extremo de justificar su accionar escudándose detrás del verso que dice “el obrero es digno de su salario” (Mateo 10:10; Lucas 10:7), obviando el resto de las palabras de Jesús sobre dar por gracia lo que por gracia han recibido y no acumular oro ni plata en el ejercicio de su labor para el reino de Dios (Mateo 10:5-10), y a veces creen que es natural tener una iglesia como se tiene una tienda de ropa o un negocio de comida. Las razones que provocan ese tipo de mentalidad en algunos “cristianos” son diversas. Unos lo hacen por ignorancia, otros por ambición y avaricia, por aprovecharse de la fe de otros cristianos para llevar una vida acomodada. Hay quienes creen que esa es la forma correcta de hacerlo y no hay quien se atreva a decirles que no es así. La consecuencia de todo esto es que habrá personas no cristianas que utilizarán relatos como el que expuse al inicio de este escrito para denostar la fe cristiana y querer medir a todos con la misma vara. Peor aún, hay verdaderos cristianos que prefieren hacerse de la vista gorda ante hechos tan evidentes y no se preguntan cuál será el destino de los fondos recaudados en la iglesia a la que asisten, solo por no contradecir a su pastor. Tampoco ven como algo extraño que su iglesia nunca realice una campaña externa de predicación, que todo se lleve a cabo entre las cuatro paredes del templo, que haya hermanos con tanta necesidad dentro de la misma iglesia pero no existe un fondo económico destinado a asistir a esos hermanos, a comprarle una medicina a un enfermo o quizás darle una mano a esos estudiantes que tienen que invertir tanto dinero en libros. Es más, hay iglesias que ni siquiera se enteran de las cosas que pasan entre su membresía, y no hacen diligencias de saber la razón de la ausencia en los cultos de algunos de sus hermanos en Cristo. Ven al pastor manejando un carro de lujo y vistiendo siempre elegantemente, pero no se atreven a preguntar si lo que pasa en la iglesia está bien o mal.
La tercera epístola del apóstol Juan va dirigida a Gayo, un hermano cristiano que tenía por costumbre apoyar a los obreros que trabajaban exclusivamente para la obra de Dios “sin tomar nada de los gentiles”, es decir que trabajaban sin esperar recibir nada de esas personas a quienes les predicaban el mensaje de salvación. Juan dice que es ocupación de la iglesia sostener a sus obreros, apoyar a los fieles que dedican sus vidas a la obra del Señor. No se refiere a que un pastor predicará los domingos, quizás otro día más en la semana, para vivir a expensas de los miembros de su iglesia. Nadie ha dicho que servir a Dios es vivir cómodamente gracias al fruto del trabajo de otros. Entre robar y ese estilo de vida hay una relación tan cercana que es normal que cualquiera sospeche de esa clase de pastores. Si una iglesia no realiza una labor comunitaria constante y permanente en la comunidad donde está ubicada o en cualquier otro lugar donde consideren necesario, entonces sus pastores deben conseguirse un trabajo para los días de semana y no pretender vivir de los diezmos y ofrendas. Que hay iglesias que solamente abren sus puertas los domingos y el resto de la semana las tienen cerradas. ¿Es eso una verdadera iglesia? ¡Claro que no!
Los que trabajan por amor del nombre viven dedicados tiempo completo a la predicación de las buenas nuevas y a cumplir sus deberes cristianos. Jesucristo, el buen pastor (Juan 10:11-14), no enviaba a sus apóstoles a recoger dinero para él sino que lo recaudado en la congregación era para la obra del Señor, para cubrir todos los gastos en la congregación. Los ejemplos bíblicos nos muestran a individuos que abandonaban sus hogares para trasladarse a otras regiones lejanas sin otro equipaje que no fuera el que llevaban encima. Hoy en día hay apóstoles dueños de grandes corporaciones que viven rodeados de lujos y comodidades mientras la miseria corroe a comunidades enteras dentro de la misma demarcación geográfica a la cual ellos pertenecen. ¿Hallará Cristo fe en la tierra cuando vuelva?
El apóstol Pablo se dedicaba a la fabricación de tiendas como medio de sustento al mismo tiempo que arriesgaba su vida en la predicación de la palabra (Hechos 18:2-4). El apóstol Pedro habló a los hermanos sobre designar a siete personas para que manejaran los fondos de la iglesia y así él y los demás apóstoles poder dedicarse a la propagación de las buenas nuevas mientras esos hermanos se dedicarían a suplir las carencias de los más necesitados dentro de la hermandad cristiana (Hechos 6:1-6). ¿Siguen todas las iglesias de hoy el ejemplo dejado por los apóstoles?, si fuera así el mundo sería muy distinto al que conocemos. La verdad es que un gran número de iglesias son el negocio personal del pastor y su esposa y ni siquiera los diáconos y adoradores reciben un mínimo apoyo en sus gastos, porque el pastor es el que sabe. Hazte una pregunta hermano ¿está tu iglesia cumpliendo con los verdaderos deberes cristianos?

miércoles, 12 de noviembre de 2014

La clave del perdón.

El tema del perdón es uno de los más complejos a los que tiene que enfrentarse la humanidad. Al hombre no le es tan fácil entender y aceptar que le conviene perdonar. Creo que todos entendemos eso. Hay personas que son más sensibles que otras, se ofenden por cualquier cosa y encuentran faltas en cualquier acto que a ellos les parezca un agravio en contra de su persona, aunque sólo sea un accidente o un error involuntario. Esas personas no la pasan bien. Tampoco lo pasan bien las personas que guardan rencor en sus corazones. Se someten a tal amargura que llegan a enfermarse y hacen del mal humor parte intrínseca de sus personalidades. Si uno ve a una persona que siempre está malhumorada y aburrida es muy probable que esa persona tenga muchos resentimientos guardados en su corazón. Hacer tal cosa sólo daña a quien la hace. A nadie le conviene guardar rencor, hay que evitarlo a toda costa, es cuestión de analizar los hechos de un modo objetivo, entender la causa y el origen de la acción cometida y luego preguntarse uno mismo ¿Qué gano yo con guardar rencor por esta acción?, es una de las pocas preguntas que existen cuya respuesta es siempre agradablemente negativa. Sí, porque si llegas a la conclusión de que nada se gana con el rencor y, por el contrario, puedes llegar a perder mucho, incluso tu salud, inmediatamente te darás cuenta que ese no es un buen negocio. Así de simple.
Más ¿Qué sucede cuando alguien lastima tu amor propio e hiere tus sentimientos?, ¿qué ocurre cuando a pesar de los razonamientos te das cuenta que lo sucedido en verdad te duele? Sabemos que el tiempo cura las heridas, que nos sentiremos mejor con el paso de los días, pero mientras tanto existe un hoy y tenemos que lidiar con lo que hoy sentimos. El capítulo 18 del libro de Mateo, versos 15 al 35, nos explica detalladamente las diferentes circunstancias que se presentan con respecto al tema del perdón. Nos dice como actuar y de qué manera debemos perdonar. Incluso, nos enseña la forma de actuar, dependiendo del tipo de persona que ha cometido la falta. Comenzando por las personas de quienes tenemos constancia acerca de su conocimiento de la palabra de Dios, no me refiero exclusivamente a religiosos sino a todo aquel que sigue el camino que Cristo dejó hecho para nosotros. Al reconocer que un hermano ha cometido una falta u ofensa en contra nuestra, lo primero que debemos hacer es confrontarlo. Esto es sumamente importante. A veces ocurre que la persona infractora ni siquiera sabe que ha cometido dicha infracción, ignora que ha incurrido en una violación a los derechos de su hermano, por eso es conveniente que la persona ofendida le haga saber al ofensor su visión y sentir respecto a lo acontecido. Si dicha persona muestra arrepentimiento y está dispuesta a reparar el daño causado, siempre y cuando sea  posible, o pide perdón, prometiendo no volver a hacerlo, entonces esa persona debe ser perdonada de su deuda. Si en cambio no muestra arrepentimiento ni desea escuchar los reclamos del ofendido, hay que confrontarlo con dos o tres testigos con quien esta persona tenga lazos fraternales. Pueden ser miembros de la misma iglesia que él asiste, o hermanos de una misma institución en la cual se trabaje para la obra del Señor. Si aún delante de los testigos no está dispuesto a variar su actitud, entonces dice la  Biblia que lo tengamos por gentil y publicano, como una persona a quien no le interesa conocer a Dios. En otras palabras, podemos dejar de considerarlo como una persona en quien debemos confiar, alguien de quien nos conviene alejarnos y mantenernos lejos. Nada de eso significa que debemos guardar rencor, pero está claro que si una persona no desea rectificar el mal que ha hecho es porque no le interesa ser perdonado por ti y no le interesas tú. Evitar ese tipo de personas también nos evitará el tener que seguir enfrentándonos con el dilema del perdón. Tengamos siempre presente que a nuestros hermanos, los que se muestran arrepentidos del error o daño cometido, debemos perdonarlos hasta setenta veces siete. Cubrámonos de amor para lograrlo con mayor facilidad, porque todo lo podemos en Cristo que nos fortalece, y si no sabemos perdonar de corazón, tampoco somos merecedores del perdón de Dios.