lunes, 20 de febrero de 2017

Misericordia por mil generaciones.

Nuestro Padre celestial es amor y bondad, siempre dispuesto a perdonar y es misericordioso con los que le temen. Su misericordia la conserva hasta mil generaciones para los que le aman. Como ejemplo tenemos al pueblo de Israel.

Moisés apacentaba las ovejas de su suegro cuando el Señor se le apareció en medio de una zarza ardiente y le habló respecto a la liberación del pueblo de Israel, porque era una promesa, un pacto hecho con Abraham y ratificado con Isaac y luego con Jacob. Un pacto que demuestra que el Señor conserva su misericordia a través de generaciones y generaciones, aún si los descendientes de los hombres que obedecen al Señor no mantienen una relación cercana con Dios, él todavía mantendrá el pacto hecho con sus antepasados y los visitará para liberarlos y darles una oportunidad porque conservará su misericordia con los descendientes de los que lo aman:

"Yo soy el Dios de tus padres: el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su cara, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Y le dijo Jehovah: -Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus sufrimientos. Yo he descendido para librarlos de la mano de los egipcios y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y amplia, una tierra que fluye leche y miel, al lugar de los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. Y ahora, he aquí que el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí; también he visto la opresión con que los oprimen los egipcios. Pero ahora, ve, pues yo te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel. Entonces Moisés dijo a Dios: -¿Quién soy yo para ir al faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel? Él respondió: -Ciertamente yo estaré contigo. Esto te servirá como señal de que yo te he enviado: Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios en este monte. Moisés dijo a Dios: -Supongamos que yo voy a los hijos de Israel y les digo: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros." Si ellos me preguntan: "¿Cuál es su nombre?", ¿qué les responderé? Dios dijo a Moisés: -YO SOY EL QUE SOY. -Y añadió-: Así dirás a los hijos de Israel: "YO SOY me ha enviado a vosotros." -Dios dijo además a Moisés-: Así dirás a los hijos de Israel: "JEHOVAH, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros." Este es mi nombre para siempre; éste será el nombre con que seré recordado de generación en generación. Ve, reúne a los ancianos de Israel y diles: "Jehovah, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: 'De cierto yo os he visitado y he visto lo que se os ha hecho en Egipto. Y he dicho que yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra de los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos; a una tierra que fluye leche y miel.' (Éxodo 3:6-16).

El Señor advirtió a su pueblo en el primero de los diez mandamientos que el adorar imágenes traería el castigo a los padres, hijos nietos y biznietos que en una familia se  dedicaran a tal aberración. Está claro que se  refiere a los miembros de una familia que se dedica a cultivar las mismas tradiciones pecaminosas y por lo tanto acarrea el mismo castigo divino. Sin embargo bendice por mil generaciones a quienes guardan sus mandamientos. En el mismo instante que una persona rompe con tales tradiciones que violan sus ordenanzas y deciden acatar sus mandatos, el Señor entonces bendice la vida de esa persona y la de sus descendientes:

"No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy Jehovah tu Dios, un Dios celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos. (Éxodo 20:4-6).

 

En el libro de Éxodo, capítulo treinta y cuatro versos del cinco al siete. Moisés ante el Señor proclama que Jehová "conserva" su misericordia por mil generaciones y "visita" la maldad de los padres hasta la tercera y cuarta generación, es decir, hasta los nietos y biznietos. Esto ocurrió justo después de que el pueblo de Israel, recién liberado de Egipto, fundiera el oro que de esa nación sacaron en su partida e hicieron un becerro de oro para adorarlo mientras Moisés estaba con Dios recibiendo las tablas de los diez mandamientos en el monte Sinaí. El Señor conserva su misericordia por mil generaciones, lo cual sobrepasa por mucho al castigo de cuatro generaciones a los que hacen maldad:   

"Entonces descendió Jehovah en la nube, y se presentó allí a Moisés; y éste invocó el nombre de Jehovah. Jehovah pasó frente a Moisés y proclamó: -¡Jehovah, Jehovah, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad, que conserva su misericordia por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que de ninguna manera dará por inocente al culpable; que castiga la maldad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación". (Éxodo 34:5-7).

En el libro de Números el Señor instruyó a Aarón y a sus hijos sobre los deberes y derechos del sacerdocio que concedió a los levitas e hizo un pacto perpetuo con ellos y todos sus descendientes para que cumplan mediante dicho pacto con su labor de servir en el templo sagrado:

"Todas las ofrendas alzadas de las cosas sagradas que los hijos de Israel presenten a Jehovah, las he dado para ti, para tus hijos y para tus hijas contigo, como provisión perpetua. Constituye un perpetuo pacto de sal delante de Jehovah, para ti y para tus descendientes contigo. (Números 18:19)".

El Señor advierte a su pueblo acerca de las consecuencias que acarrea el involucrar a los miembros de su familia con otras familias que adoran imágenes y van en pos de otros dioses falsos. En cambio les asegura que guardará su pacto y bendición con aquellos que guarden sus mandamientos y ordenanzas y los bendecirá hasta mil generaciones:

Recompensas de la obediencia.


"No porque vosotros seáis más numerosos que todos los pueblos, Jehovah os ha querido y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos. Es porque Jehovah os ama y guarda el juramento que hizo a vuestros padres, que os ha sacado de Egipto con mano poderosa y os ha rescatado de la casa de esclavitud, de mano del faraón, rey de Egipto. "Reconoce, pues, que Jehovah tu Dios es Dios: Dios fiel que guarda el pacto y la misericordia para con los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones, y que da retribución en su misma cara al que le aborrece, destruyéndolo. El no tardará en darla al que le aborrece; en su misma cara le retribuirá. "Guarda, pues, los mandamientos, leyes y decretos que hoy te mando que cumplas. Y será que por haber obedecido estos decretos, por guardarlos y ponerlos por obra, Jehovah tu Dios guardará para contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Él te amará, te bendecirá y te multiplicará. También bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano y tu vino nuevo y tu aceite, la cría de tus vacas y el incremento de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Serás más bendecido que todos los pueblos; no habrá hombre ni mujer estéril en medio de ti, ni entre tus animales. Jehovah quitará de ti toda dolencia y todas las terribles enfermedades de Egipto, que tú conoces. No las pondrá sobre ti; más bien, las pondrá sobre todos los que te aborrecen. (Deuteronomio 7:7-15).

 

Cada persona es responsable de su propio pecado, aunque el Señor estará alerta al comportamiento de los hijos de los transgresores de sus ordenanzas. El rey Amasías, que reinó en Israel durante 29 años, respetando las leyes dejadas por Moisés, vengó la muerte de su padre solamente con los autores de la misma pero no con los hijos de estos:

"Sucedió que cuando el reino se consolidó en su mano, mató a sus servidores que habían herido de muerte al rey, su padre. Pero no dio muerte a los hijos de los que le habían dado muerte, conforme a lo que está escrito en el libro de la Ley de Moisés, donde Jehovah mandó diciendo: Los padres no serán muertos por culpa de los hijos, ni los hijos serán muertos por culpa de los padres; sino que cada cual será muerto por su propio pecado". (2da de Reyes 14:5-7).

Si el Señor no hubiera sido misericordioso y perdonador el pueblo de Israel habría desaparecido en el desierto debido a tantos actos de desobediencia y rebeldía que mostraron ante el Creador. Aun así les dio a su descendencia la tierra prometida que pactó con Abraham. Si alguien pretende hacerte creer que estás pagando la maldad cometida por tus padres, recuerda que Dios es misericordioso y bendice por mil generaciones a los que le aman. Esto quiere decir que si uno solo de tus ancestros en mil generaciones pasadas amó al Señor y obedeció sus ordenanzas, entonces tú eres bendito y el Señor está más que dispuesto a renovar ese pacto de obediencia contigo. Bendito eres cuando obedeces al Señor.