lunes, 23 de marzo de 2015

Jesucristo: gracia, ley y verdad.

 "La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo". (Juan 1:17).

 

Si no supiéramos que el hombre es voluble y cambiante en cuanto a sus opiniones y formas de pensar, podríamos sorprendernos de encontrar en este tiempo tantas confusiones y divisiones aún entre los hermanos que dicen profesar al mismo Cristo que murió en la cruz para traer salvación al mundo. Quedaríamos pasmados al comprobar el grado de intolerancia que pueden alcanzar algunos hermanos con tal de imponer su criterio. ¿Será que no les basta la gracia de Dios? Pienso que lo más inteligente en todo este asunto es que entendamos de una vez que cada ser humano pensante tiene el derecho a tener su propia opinión sobre cada uno de los temas que se les plantea. Incluso, ese viejo refrán que dice que "dos cabezas piensan mejor que una", sólo puede aplicarse cuando ambas cabezas están dispuestas a respetarse mutuamente, de lo contrario estalla el caos entre las dos. Esto a propósito de que algunas doctrinas cristianas toman las enseñanzas del antiguo testamento, acogen algunas y las adoptan para cimentar en ellas los estatutos y ordenanzas sobre las cuales echar a andar su organización religiosa. Unas respetan el sábado al extremo de que ese día de la semana ni siquiera asisten a una reunión social o deportiva que no sea la iglesia; otros exigen a las féminas de sus iglesias que usen faldas cuyo borde inferior vaya barriendo el suelo mientras caminan; hay quienes no permiten que las mujeres acudan a un salón de belleza ni arreglen su pelo sino que lo dejen al natural sin importar cuan duro o rebelde este sea o se vea. Estas cosas ocurren hoy en día, cuentan con el consentimiento de la membresía de estas congregaciones y en cierto modo muchas de esas organizaciones religiosas funcionan a su manera. Es decir, tienen un sistema funcional que les permite mantenerse avanzando en este mundo material, formando miembros, abriendo iglesias en diferentes comunidades, realizando actividades y predicando el evangelio, aunque sea a su propia manera. En el otro extremo encontramos algunas congregaciones que insisten en creer y profesar aquello de que la ley plasmada en el antiguo testamento no sirve, que no tiene sentido estudiarla y que el nuevo pacto o nuevo testamento es el único libro con validez para ser estudiado por los cristianos. Y los nuevos creyentes preguntan: "¿A quién le creo?". Yo le respondo: créale a Dios. Sí créale sólo a Dios y confíe plenamente en él. Cuando se le entrecrucen esas doctrinas diferentes en el camino simplemente crea firmemente que Dios tiene todo bajo control y que estas cosas él ya las conocía y sabía que pasarían.

Es algo infantil pretender creer que el Creador es uno de esos gerentes institucionales que hoy toman una decisión para mañana darse cuenta que la misma no funcionó y que debe ser sustituida o modificada hasta que se encuentre la mejor opción. Inteligente es entender que el poder infinito y creador del cielo, de la Tierra y del universo, también tiene previsto todo lo que habrá de acontecer con su creación, idependientemente de que estemos o no de acuerdo con lo que a diario vemos, todo tiene un propósito y todo está bajo control del Altísimo.

Los que hemos crecido en familias numerosas sabemos que es innegociable para que haya paz entre los hermanos que todos respetemos las distintas formas de pensamientos que tienen nuestros hermanos, aunque no los entendamos ni estemos de acuerdo con ellos, de lo contrario, ya lo dije, estalla el caos.

El pueblo escogido por Dios, los judíos, tuvieron en Moisés al líder que por mucho tiempo esperaron para que los sacara del cautiverio en que vivieron por cuatrocientos años, a ellos les fue dada la ley con la cual debían sobrevivir en el desierto, una ley larga y detallada, que nunca fueron capaces de cumplir a cabalidad. Entonces vino el Mesías para cumplir aquella ley y reconciliarnos con el Creador, de quien la humanidad vivía distanciada desde la trasgresión de Adán en el huerto del Edén. Por esa razón Cristo murió en la cruz, para darnos salvación mediante su sangre inmaculada, que no conoció pecado, que con su pureza limpió los nuestros y nos justificó ante el Creador. Los hombres de hoy en día no somos mejores que los que habitaron la tierra en aquellos días. Si el hombre fuera capaz de cumplir las leyes de Dios, entonces Cristo no habría tenido que morir en la cruz. Cuando vemos el cuadro completo, de manera tranquila, sin apasionamientos, somos capaces de entender que el Señor tiene todo bajo control y que nuestra única opción es confiar en su plenitud. La intolerancia ante los preceptos y creencias que adoptan los hermanos en Cristo sólo terminará por diezmar la salud de quien insiste en molestarse por ese motivo. Siempre encontraremos opiniones diversas, diferentes formas de pensar e individuos cerrados que no aceptan que cada uno tiene derecho a tener una opinión propia y que debemos confiar y pedirle al Señor que sea él quien abra sus mentes y la nuestra para que la realidad de su creación prevalezca en nuestras vidas y en las vidas de nuestros hermanos. La Biblia no es un libro desactualizado del cual podemos desechar algunas partes y tomar otras, todo lo que está escrito en ella está cargado de sabiduría infinita y a todo podemos sacarle provecho si la estudiamos con el corazón y la mente abiertos, sin prejuicios ni ideas preconcebidas, sabiendo siempre que el Señor tiene todo bajo su control. Somos diferentes, vamos a tener ideas y opiniones diferentes todo el tiempo, tenemos un libre albedrío que hace posible que podamos pensar cada uno a nuestra propia manera. Lo bueno de todo esto es que sí podemos vivir en armonía con nuestros hermanos aún cuando no estemos de acuerdo con sus opiniones, odemos expresar las nuestras aún si ellos no las comparten, pero, tiene que prevalecer el amor de Dios por encima de todo y de todos. Si no somos capaces de intercambiar nuestras opiniones permitiendo que reine el amor de Cristo entre nosotros, les aseguro que así no vale la pena siquiera intentarlo. Primero Dios, y Dios es amor, ese es el significado de la gracia que nos ha concedido el Señor, que podamos complementarnos sumergidos en su infinito amor. Fuera del amor de Dios no existe otro camino verdadero. Jesucristo es el camino, la gracia y la verdad, él es la vida, en eso estamos de acuerdo los que decidimos seguirle. Pues bien, cada vez que en el nuevo testamento leemos que Jesucristo dice a la gente que escudriñe las escrituras, les está hablando de las escrituras del antiguo testamento, porque el nuevo testamento no estaba escrito entonces. Esas escrituras fueron luego complementadas con lo que los apóstoles escribieron, el nuevo testamento, pero Jesucristo nos dice que escudriñemos las escrituras y debemos escudriñarlas en su totalidad, porque en ellas está la sabiduría divina.

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