martes, 15 de agosto de 2023

David: aprendiendo a perdonar.

David es uno de los personajes más profundamente interesantes de la biblia, por eso debo escribir sobre sus proezas, porque el analizarlo me obliga a hacerlo. Sobre todo porque una y otra vez inquieta mi curiosidad el que sea señalado como el hombre que tenía un corazón conforme a Dios o un corazón como el de Dios, a pesar de ser un ser humano con tantas debilidades como las tenemos todos. Pero es que lo puro de su corazón sale a relucir en hechos tan palpables como el de perdonar a sus enemigos aunque esto significaba vivir en zozobra por tal acción. ¿Cuántos hombres están dispuestos a hacerlo de ese modo? Sólo Dios sabe.

El rey Saúl se había propuesto eliminar a David de la faz de la tierra y para ello contaba con uno de los ejércitos más poderosos de su tiempo. Lo persiguió a través del desierto, y entre las montañas, sin poder lograr su objetivo, porque Dios estaba con David. Este último no tenía tranquilidad, no podía permanecer quieto en el mismo lugar sin que los espías del reino avisaran a Saúl de su ubicación, por lo que debía mudarse de lugares constantemente. No obstante, en dos ocasiones distintas, en las que Saúl perseguía a David, Dios lo puso en manos de David para que hiciera lo que él quisiera: la primera ocasión sucedió en el desierto de En-guedi, en una cueva en la que David estaba con sus hombres y Saúl entró solo a hacer sus necesidades, esa vez cortó un pedazo del manto de Saúl para que este supiera que lo había tenido en sus manos; la segunda vez ocurrió en el desierto de Zif, en la colina de Haquila, donde acampaban tres mil de los mejores soldados del reino, comandados por Abner, jefe del ejército del rey. Saúl dormía rodeado de sus soldados y David llegó a su lado, tomando la lanza y cantimplora de Saúl como prueba de haberle perdonado la vida (1era de Samuel, Caps. 24 y 26).

David estaba seguro que Dios puso a Saúl en sus manos en las dos ocasiones, sabía que si mataba a Saúl dejaría de vivir de modo errante por el desierto y comenzaría a reinar sobre Israel como el profeta Samuel le profetizó…¿por qué perdonar la vida a quien insiste en quitarle la suya? La biblia dice que David no quería derramar sangre de un ungido de Dios, como lo era Saúl; también dice que David prefería esperar a que fuera Dios quien lo defendiera de Saúl y decidiera cuando sería el final de sus días. Dios puso a prueba a David poniendo a Saúl a su merced y obviamente la naturaleza del corazón de David lo ayudó a pasar dichas pruebas. Pero, a los seres humanos a menudo nos cuesta tanto perdonar una afrenta, quizás insignificante, que otra persona nos hizo en un día cualquiera; nos enemistamos con amigos por asuntos de dinero y negocios en los que creemos haber salido perjudicados; permitimos que nuestros corazones alberguen sentimientos tóxicos por cualquier nimiedad que alguien haga en contra de nuestros intereses…¿No sería mucho más inteligente imitar a David y dejar que sea Dios que tome esos asuntos tan humanos en sus manos? Quizás el pasar tales pruebas nos ayude a comprender qué significa tener un corazón como el de Dios. 

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