Leer la biblia suele transportarme a lugares
insospechados, como cuando leo el libro de Job y luego no puedo sólo dejarlo,
sino que permanezco en el mismo estudiando y profundizando lo que considero
haber entendido. Escudriñando las intervenciones de Job y sus amigos y las del
Señor, entiendo que Dios nos muestra lo fútil que es nuestro cuestionamiento
ante sus designios y ordenanzas, porque Job creía en él y sin embargo reclamaba
que le fuera concedido cierto tipo de trato que él creía merecer por ser justo
y al mismo tiempo cuestionaba si Dios estaba obrando con justicia con respecto
a su caso, expresando no merecer lo que le sucedía pues sólo en su juventud
había pecado y obviamente se había arrepentido. Es evidente que los muchos holocaustos
y sacrificios de Job no lo libraron de la obra del Señor, pues Dios todo lo
hace con un propósito divino que es desconocido para el hombre y no somos
capaces de entender sus pensamientos, pero a medida que tengamos más fe en su
bondad y misericordia así también veremos su accionar ante nuestros ojos y él
tendrá la misericordia de dejarnos saber lo que a su juicio es necesario para
que entendamos o aceptemos con la fe
puesta en él todo lo que acontece.
Verdaderamente el principio de la sabiduría es el temor a
Jehovah, cuando lo hemos entendido y actuamos en consecuencia es cuando
comenzamos a ser un poco sabios, porque reconocemos que siempre existirán cosas
que nuestras mentes no alcanzan a comprender. Todo lo que el hombre ha
alcanzado a realizar, entender y crear ha sucedido porque Dios así lo ha
querido. No obstante, el ser humano sigue creyendo que puede lograr algo por
sus propias fuerzas… engañándose a sí mismo y creyendo merecerlo todo.
Ilusiones vanas que conducen a nada.
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