martes, 8 de abril de 2014

Salmo 108.

La liberación divina

108 (Cántico. Salmo de David)
1 Mi corazón está firme, oh Dios;
cantaré y entonaré salmos, aun con mi alma.
2 ¡Despertad, oh arpa y lira!
Despertaré al alba.
3 Te alabaré entre los pueblos, oh Jehovah;
a ti cantaré salmos entre las naciones.
4 Porque grande, más que los cielos,
es tu misericordia;
y hasta las nubes, tu verdad.
5 ¡Seas exaltado sobre los cielos, oh Dios;
y sobre toda la tierra, tu gloria!
6 Salva con tu diestra y respóndenos,
de modo que sean librados tus amados.

7 Dios ha hablado en su santuario:
"¡Cómo me regocijo!
Repartiré Siquem
y mediré el valle de Sucot.
8 Mío es Galaad, y mío es Manasés.
Efraín es la fortaleza de mi cabeza;
Judá es mi cetro.
9 Moab es la vasija en que me lavo;
sobre Edom echaré mis sandalias,
y sobre Filistea lanzaré mi grito de victoria."

10 ¿Quién me guiará a la ciudad fortificada?
¿Quién me conducirá hasta Edom?
11 ¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado,
y que ya no sales, oh Dios, con nuestros ejércitos?
12 Danos socorro ante el enemigo,
pues vana es la liberación que da el hombre.
13 Con Dios haremos proezas,
y él aplastará a nuestros enemigos.

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