lunes, 13 de octubre de 2014

Atrévete a conocer a Dios.

Se engañan a ellos mismos quienes piensan que por el simple hecho de decir que sienten temór al Señor han asegurado su relación con el Todopoderoso y han encontrado la salvación. Los escucho a cada momento, en todos lados, dicen que leen la Biblia, que a veces van a la iglesia, que se portan bien y creen en Dios. Esos son meros aspectos superficiales de lo que significa conocer a Dios y adorarlo en Espíritu y en verdad. Jesucristo habló de tales personas en la parábola del sembrador (Marcos 4:3-20), los describe como semillas que caen junto al camino y son devoradas por las aves; semillas que caen entre pedregales y son secadas por el sol por no tener raíz; y, semillas que son sembradas entre espinos y son ahogadas por estos. Esas personas en quienes la palabra no produce ningún o muy poco efecto nunca han conocido al Señor. Ellos creen saber algo de Dios pero solamente se engañan. Nada saben del reino de Dios y su justicia. ¿Qué importa si van a la iglesia si no sienten el llamado de Cristo en sus corazones? Hay demonios malvados que también van a la iglesia vestidos de mansos corderos cuando en realidad son lobos rapaces que buscan hacer daño a los discípulos de Cristo (Mateo 7:15; Hechos 20:29-30).
Las semillas que caen junto al camino es la palabra que se siembra en las personas que viven apartados de Dios, unos por ser víctimas de las tinieblas en las cuales se mueven despistados, otros son amigos del maligno y no pierden tiempo en hacer daño a otros. A esa gente la palabra de Dios no le entra de ninguna manera, porque su padre el diablo se las quita en seguida de sus vidas. Aunque digan que leen la Biblia, es algo que dicen sólo para encontrar la forma de disimular lo que verdaderamente son. A ellos no les entra la palabra de Dios porque viven sumergidos en un mundo oscuro donde la maldad impera. Están junto al camino, no en el camino, pues el camino es Cristo y a él no le han conocido.
La semilla que cae entre las piedras es la palabra dada a esas personas que escuchan con cierta atención cuando se les predica, sienten el amor de Dios y el poder de la palabra como ilumina sus mentes y da gozo a sus vidas, pero en cuanto el maligno comienza a perturbar su paz optan por abandonar el sendero que conduce a Cristo. Esa gente dice querer aceptar a Cristo, quiere saber más de Dios pero no está dispuesta a pagar el precio de limpiar sus existencias, porque esa limpieza a menudo es dolorosa, porque los principados de maldad no desean que sus vidas les sean entregadas al Señor, porque la poca fe es sinónimo de cobardía.
La semilla sembrada entre espinos se refiere a las personas que buscan de Dios porque desean obtener algo, alcanzar alguna meta terrenal o porque se encuentran en problemas y quieren ser librados de los mismos, no porque sienten el llamado en sus corazones. Pretenden alabar al Creador, buscan respuestas a sus interrogantes en la Biblia con desesperación, hasta cambian de estilo de vida por unos días, pero en cuanto obtienen lo que buscaban o en cuanto se sienten aliviados de sus problemas vuelven a vivir tal y como antes vivían. Entregados a la obtención de riquezas, subyugados a los afanes de la vida terrenal, haciendo planes acerca de todas las cosas que desean para el plano material, y terminan ahogados entre tanta confusión.
La semilla que cae en tierra fértil da frutos al treinta, sesenta y cien por uno. Primero cambian sus vidas, luego tocan la vidas de otros con su ejemplo y su predicación, alcanzando la plenitud cuando viven completamente para el reino de Dios. Estas personas se instruyen en la palabra de Dios y la escudriñan con ahinco, luego instruyen a otros hasta hacerlos sus discípulos y al final consiguen la paz que sólo da el vivir enteramente para nuestro Creador.
Si quieres saber lo que significa conocer a Dios debes saber que hay un solo camino para lograrlo, un camino llamado Cristo. Por medio a él llegarás al padre, dándole tu vida a él tendrás la vida eterna que tenemos los que hemos alcanzado la salvación. Si escuchas la voz de Cristo y no la conoces, probablemente ese llamado no es para ti, pero si sientes en tu corazón ese leve susurro de amor que da la convicción de haber llegado a estar cerca de su gracia y de su amor, te exhorto a que lo tomes en serio. Atrévete a tomar el camino angosto (Mateo 7:14) y dale a tu vida la mejor oportunidad que cualquier ser puede tener, la oportunidad de vivir para y con Dios.

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