Algunas personas van a la iglesia o escuchan las
prédicas que se transmiten por radio, televisión o internet, pero no se
interesan en verificar que lo que están oyendo realmente concuerda con lo que
dice la palabra de Dios. El apóstol Pablo llegó a Berea y continuó con su
misión de predicar las buenas nuevas, muchos griegos y judíos creyeron el
mensaje que el Creador les había enviado con Pablo, pero muchos otros se
dedicaron a escudriñar las escrituras y a comprobar que ciertamente todo lo que
el apóstol les decía era cierto. Ese es el tipo de actitud que refuerza la fe,
cuando nos sentimos inclinados a verificar por nosotros mismos que eso que
estamos escuchando también está escrito en la Biblia. Y vemos que describe como
más nobles que los tesalonicenses a los habitantes de Berea, porque estos usan
el entendimiento y la verificación en las escrituras, escuchando con avidez y estudiando
la palabra con constancia, antes de emitir un juicio acerca de lo que Pablo les
predicaba. Ni siquiera son más nobles por aceptar y creer lo que este enviado
de Dios les comunicaba sino que su nobleza estribó en confiar primero en lo
escrito en la palabra de Dios, con hambre de obtener conocimiento y con
perseverancia diaria. Esas cosas agradan al Señor.
Pablo era un intelectual, sumamente preparado, y
tenía fama de ser un trabajador incansable para la obra del reino. La gente de
Berea tenía razones de sobra para confiar en sus palabras, pero sabían que
despejarían cualquier duda si constataban que él no se equivocaba en su interpretación
de las escrituras. Es exactamente lo que tenemos que hacer cuando escuchamos o leemos una predicación sobre las cosas del Señor. No importa quien lo diga o
quien lo escriba. Se da el caso de algunas prédicas que escuchamos con un
sentido distinto a lo que Dios quiere decirnos, por eso es que cuando abrimos
la palabra en procura de indagar la veracidad de lo que hemos escuchado,
también encontramos nuevos mensajes que el Señor nos tenía preparados para ese
día. Diez personas pueden leer el mismo verso, el mismo capítulo, o el mismo
libro de la Biblia, y encontrar cada uno un mensaje distinto que le llega a sus
corazones, porque cada uno de nosotros es diferente, cada uno es único y
especial, por eso Dios nos habla a cada uno en particular y en nuestro propio
lenguaje espiritual.Les digo algo más, una persona puede leer un capítulo bíblico hoy y volver a leerlo mañana sólo para darse cuenta que en ambas ocasiones recibió mensajes diferentes, dio una interpretación distinta al mismo texto bíblico, esto ocurre porque cada día somos nuevas criaturas en Cristo, el conocimiento que necesitamos hoy no es el mismo que necesitábamos ayer ni es el mismo que necesitaremos mañana… cada día es una nueva oportunidad de crecer en el Señor y sentirnos más plenamente identificados con nosotros mismos. Sí, porque tú eres imagen y semejanza del Creador, por eso eres tan único y especial. Indaga en las escrituras lo que tu Creador quiere decirte hoy. Él desea hablar personalmente contigo.
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