A menudo todo lo que hace falta es saber escuchar lo que Dios nos está diciendo, abrir nuestros corazones y sentir cuál es el camino correcto, el que más nos conviene, el que Dios ha diseñado para nosotros. Pero si nos empecinamos en hacer lo que queremos y no lo que nos conviene, como ocurre con frecuencia al ser humano, posiblemente no estemos tomando la mejor decisión. Eso le ocurrió a Balaam cuando la gente de Moab fue a pedirle que maldiga a Israel y él quiso consultar a Dios una y otra vez sobre ese tema a pesar de que desde el principio el Señor le dijo que Israel era un pueblo bendito (Números, capt. 22). Debemos aprender a escuchar al Creador.
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