Uno de los pasajes más
enigmáticos que muestra la biblia trata sobre el profeta Elías, un hombre en
quien el Todopoderoso depositó un gran poder que le hizo merecedor de un
profundo respeto entre los habitantes del pueblo de Israel. Todas las profecías
que Elías reveló al pueblo se cumplieron en su debido tiempo, realizó grandes
proezas en el nombre del Señor, pero en un momento de debilidad se mostró
temeroso ante las amenazas que Jezabel, esposa del rey Acab, profirió en su
contra luego de que Elías exterminara a 450 de sus magos y adivinos. Fruto de
tales temores Elías huyó despavorido a través del desierto hasta el monte
Horeb, donde finalmente Dios mismo tuvo que asegurarle que él no estaba solo en
Israel sino que había otros siete mil hombres cuyas vidas estaban plenamente
dedicadas al Señor. ¿Cómo es posible que Elías tuviera tanto miedo a las
amenazas en su contra y a sentirse solo cuando él ya había dado claras muestras
de que el Señor estaba de su lado?, es decir, en aquel tiempo no quedaba una
sola persona en Israel que dudara de que el poder de Elías provenía de Dios,
pero aún así Elías tuvo miedo. ¡Sencillamente sorprendente! Pero esas son las
cosas que suceden a los seres humanos cuando dudan, aunque sea por un instante,
que el Señor los está cuidando; cuando se sienten solos estando rodeados de
tanta gente, pero sobre todo cuando no se detienen un momento a hablar con Dios
para que este ponga en sus corazones la seguridad y confianza que solamente de
su poder podemos recibir.
No tengas dudas… Dios está
contigo.
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