sábado, 30 de noviembre de 2013

Gálatas. Capítulo 1.

La Epístola del Apóstol Pablo a los

Gálatas


1 Pablo, apóstol -no de parte de hombres ni por medio de hombre, sino por medio de Jesucristo y de Dios Padre, quien lo resucitó de entre los muertos- 2 y todos los hermanos que están conmigo; a las iglesias de Galacia: 3 Gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo, 4 quien se dio a sí mismo por nuestros pecados. De este modo nos libró de la presente época malvada, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

El carácter único del evangelio


6 Estoy asombrado de que tan pronto os estéis apartando del que os llamó por la gracia de Cristo, para ir tras un evangelio diferente. 7 No es que haya otro evangelio, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8 Pero aun si nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como ya lo hemos dicho, ahora mismo vuelvo a decir: Si alguien os está anunciando un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema.

Pablo defiende su evangelio


10 ¿Busco ahora convencer a los hombres, o a Dios? ¿Será que busco agradar a los hombres? Si yo todavía tratara de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo. 11 Pero os hago saber, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según hombre; 12 porque yo no lo recibí, ni me fue enseñado de parte de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

13 Ya oísteis acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo: que yo perseguía ferozmente a la iglesia de Dios y la estaba asolando. 14 Me destacaba en el judaísmo sobre muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. 15 Pero cuando Dios -quien me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia- tuvo a bien 16 revelar a su Hijo en mí para que yo lo anunciase entre los gentiles, no consulté de inmediato con ningún hombre 17 ni subí a Jerusalén a los que fueron apóstoles antes que yo, sino que partí para Arabia y volví de nuevo a Damasco.

18 Luego, después de tres años, subí a Jerusalén para entrevistarme con Pedro y permanecí con él quince días. 19 No vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo, el hermano del Señor; 20 y en cuanto a lo que os escribo, he aquí delante de Dios, que no miento. 21 Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia. 22 Y yo no era conocido de vista por las iglesias de Judea, las que están en Cristo. 23 Solamente oían decir: "El que antes nos perseguía ahora proclama como buena nueva la fe que antes asolaba." 24 Y daban gloria a Dios por causa de mí.

Gálatas. Capítulo 2.

2 Luego, después de catorce años, subí otra vez a Jerusalén, junto con Bernabé, y llevé conmigo también a Tito. 2 Pero subí de acuerdo con una revelación y les expuse el evangelio que estoy proclamando entre los gentiles. Esto lo hice en privado ante los de reputación, para asegurarme de que no corro ni he corrido en vano. 3 Sin embargo, ni siquiera Tito quien estaba conmigo, siendo griego, fue obligado a circuncidarse, 4 a pesar de los falsos hermanos quienes se infiltraron secretamente para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, a fin de reducirnos a esclavitud. 5 Ni por un momento cedimos en sumisión a ellos, para que la verdad del evangelio permaneciese a vuestro favor.

6 Sin embargo, aquellos que tenían reputación de ser importantes -quiénes hayan sido en otro tiempo, a mí nada me importa; Dios no hace distinción de personas- a mí, a la verdad, los de reputación no me añadieron nada nuevo. 7 Más bien, al contrario, cuando vieron que me había sido confiado el evangelio para la incircuncisión igual que a Pedro para la circuncisión 8 -porque el que actuó en Pedro para hacerle apóstol de la circuncisión actuó también en mí para hacerme apóstol a favor de los gentiles-, 9 y cuando percibieron la gracia que me había sido dada, Jacobo, Pedro y Juan, quienes tenían reputación de ser columnas, nos dieron a Bernabé y a mí la mano derecha en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles y ellos a los de la circuncisión. 10 Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres, cosa que procuré hacer con esmero.

Pablo y Pedro en Antioquía


11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, yo me opuse a él frente a frente, porque era reprensible. 12 Pues antes que viniesen ciertas personas de parte de Jacobo, él comía con los gentiles; pero cuando llegaron, se retraía y apartaba, temiendo a los de la circuncisión. 13 Y los otros judíos participaban con él en su simulación, de tal manera que aun Bernabé fue arrastrado por la hipocresía de ellos. 14 En cambio, cuando vi que no andaban rectamente ante la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: "Si tú que eres judío vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a hacerse judíos?"

Todo hombre es justificado por la fe


15 Nosotros somos judíos de nacimiento y no pecadores de entre los gentiles; 16 pero sabiendo que ningún hombre es justificado por las obras de la ley, sino por medio de la fe en Jesucristo, hemos creído nosotros también en Cristo Jesús, para que seamos justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley. Porque por las obras de la ley nadie será justificado.

17 Pero si es que nosotros, procurando ser justificados en Cristo, también hemos sido hallados pecadores, ¿será por eso Cristo servidor del pecado? ¡De ninguna manera! 18 Pues cuando edifico de nuevo las mismas cosas que derribé, demuestro que soy transgresor. 19 Porque mediante la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios.

20 Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21 No desecho la gracia de Dios; porque si la justicia fuese por medio de la ley, entonces por demás murió Cristo.

Gálatas. Capítulo 3.


No por la ley sino por la fe


3 ¡Oh gálatas insensatos, ante cuyos ojos Jesucristo fue presentado como crucificado! ¿Quién os hechizó? 2 Sólo esto quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por haber oído con fe? 3 ¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado en el Espíritu, ¿ahora terminaréis en la carne? 4 ¿Tantas cosas padecisteis en vano, si de veras fue en vano? 5 Entonces, el que os suministra el Espíritu y obra maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley o por el oír con fe? 6 De la misma manera, Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.

7 Por lo tanto, sabed que los que se basan en la fe son hijos de Abraham. 8 Y la Escritura, habiendo previsto que por la fe Dios había de justificar a los gentiles, anunció de antemano el evangelio a Abraham, diciendo: "En ti serán benditas todas las naciones." 9 Desde luego, los que se basan en la fe son benditos junto con Abraham, el hombre de fe.

10 Porque todos los que se basan en las obras de la ley están bajo maldición, pues está escrito: Maldito todo aquel que no permanece en todas las cosas escritas en el libro de la Ley para cumplirlas. 11 Desde luego, es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios, porque el justo vivirá por la fe. 12 Ahora bien, la ley no se basa en la fe; al contrario, el que hace estas cosas vivirá por ellas. 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), 14 para que la bendición de Abraham llegara por Cristo Jesús a los gentiles, a fin de que recibamos la promesa del Espíritu por medio de la fe.

La verdadera descendencia de Abraham


15 Hermanos, hablo en términos humanos: Aunque un pacto sea de hombres, una vez ratificado, nadie lo cancela ni le añade. 16 Ahora bien, las promesas a Abraham fueron pronunciadas también a su descendencia. No dice: "y a los descendientes", como refiriéndose a muchos, sino a uno solo: y a tu descendencia, que es Cristo. 17 Esto, pues, digo: El pacto confirmado antes por Dios no lo abroga la ley, que vino 430 años después, para invalidar la promesa. 18 Porque si la herencia fuera por la ley, ya no sería por la promesa; pero a Abraham Dios ha dado gratuitamente la herencia por medio de una promesa.

19 Entonces, ¿para qué existe la ley? Fue dada por causa de las transgresiones, hasta que viniese la descendencia a quien había sido hecha la promesa. Y esta ley fue promulgada por medio de ángeles, por mano de un mediador. 20 Y el mediador no es de uno solo, pero Dios es uno.

21 Por consecuencia, ¿es la ley contraria a las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Porque si hubiera sido dada una ley capaz de vivificar, entonces la justicia sería por la ley. 22 No obstante, la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa fuese dada por la fe en Jesucristo a los que creen. 23 Pero antes que viniese la fe, estábamos custodiados bajo la ley, reservados para la fe que había de ser revelada. 24 De manera que la ley ha sido nuestro tutor para llevarnos a Cristo, para que seamos justificados por la fe. 25 Pero como ha venido la fe, ya no estamos bajo tutor.
26 Así que, todos sois hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús, 27 porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. 28 Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y ya que sois de Cristo, ciertamente sois descendencia de Abraham, herederos conforme a la promesa.

Gálatas. Capítulo 4.

Nuestra adopción en Cristo


4 Digo, además, que entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; 2 más bien, está bajo guardianes y mayordomos hasta el tiempo señalado por su padre. 3 De igual modo nosotros también, cuando éramos niños, éramos esclavos sujetos a los principios elementales del mundo. 4 Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: "Abba, Padre." 7 Así que ya no eres más esclavo, sino hijo; y si hijo, también eres heredero por medio de Dios.

Contra la esclavitud de la ley


8 Sin embargo, en otro tiempo, cuando no habíais conocido a Dios, servisteis a los que por naturaleza no son dioses. 9 En cambio, ahora que habéis conocido a Dios, o mejor dicho, ya que habéis sido conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres principios elementales? ¿Queréis volver a servirlos otra vez? 10 ¡Vosotros guardáis los días, los meses, las estaciones y los años! 11 Me temo por vosotros, que yo haya trabajado en vano a vuestro favor.

12 Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo, ya que yo me hice como vosotros. No me habéis hecho ningún agravio. 13 Sabéis que fue a causa de una debilidad física que os anuncié el evangelio la primera vez; 14 y lo que en mi cuerpo era prueba para vosotros, no lo desechasteis ni lo menospreciasteis. Al contrario, me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. 15 ¿Dónde está, pues, vuestra bienaventuranza? Porque os doy testimonio de que si hubiera sido posible, os habríais sacado vuestros ojos para dármelos. 16 ¿Resulta que ahora me he hecho vuestro enemigo por deciros la verdad? 17 Ellos tienen celo por vosotros, pero no para bien; al contrario, quieren aislaros para que vosotros tengáis celo por ellos. 18 Bueno es ser siempre celosos del bien, y no solamente cuando estoy presente con vosotros. 19 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros, 20 yo quisiera estar ahora con vosotros y cambiar el tono de mi voz, porque estoy perplejo en cuanto a vosotros.

Alegoría de Sara y Agar


21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿No escucháis la ley? 22 Porque escrito está que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre. 23 Pero mientras que el de la esclava nació según la carne, el de la libre nació por medio de la promesa. 24 En estas cosas hay una alegoría, pues estas mujeres son dos pactos: Agar es el pacto del monte Sinaí que engendró hijos para esclavitud. 25 Porque Agar representa a Sinaí, montaña que está en Arabia y corresponde a la Jerusalén actual, la cual es esclava juntamente con sus hijos. 26 Pero la Jerusalén de arriba, la cual es nuestra madre, es libre; 27 porque está escrito:

Alégrate, oh estéril,

que no das a luz;

prorrumpe en grito de júbilo

y levanta la voz,

tú que no estás de parto;

porque más son los hijos de la desolada

que los de la que tiene marido.

28 Ahora bien, hermanos, vosotros sois hijos de la promesa tal como Isaac. 29 Pero como en aquel tiempo, el que fue engendrado según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así es ahora también. 30 Pero, ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo; porque jamás será heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 31 Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

Gálatas. Capítulo 5.

Estad firmes en la libertad de Cristo


5 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no os pongáis otra vez bajo el yugo de la esclavitud.

2 He aquí yo, Pablo, os digo que si os dejáis circuncidar, de nada os aprovechará Cristo. 3 Y otra vez declaro a todo hombre que acepta ser circuncidado, que está obligado a cumplir toda la ley.

4 Vosotros que pretendéis ser justificados en la ley, ¡habéis quedado desligados de Cristo y de la gracia habéis caído! 5 Porque nosotros por el Espíritu aguardamos por la fe la esperanza de la justicia. 6 Pues en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada, sino la fe que actúa por medio del amor.

7 Corríais bien. ¿Quién os estorbó para no obedecer a la verdad? 8 Tal persuasión no proviene de aquel que os llama. 9 Un poquito de levadura leuda toda la masa. 10 Yo confío en el Señor con respecto a vosotros que no pensaréis de ninguna otra manera; y el que os inquieta llevará su castigo, sea quien sea. 11 Pero con respecto a mí, hermanos, si todavía predico la circuncisión, ¿por qué aún soy perseguido? En tal caso, se habría quitado el tropiezo de la cruz. 12 ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!

Frutos de la carne y del Espíritu


13 Vosotros fuisteis llamados a la libertad, hermanos; solamente que no uséis la libertad como pretexto para la carnalidad. Más bien, servíos los unos a los otros por medio del amor, 14 porque toda la ley se ha resumido en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero si os mordéis y os coméis los unos a los otros, mirad que no seáis consumidos los unos por los otros.

16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y así jamás satisfaréis los malos deseos de la carne. 17 Porque la carne desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu lo que es contrario a la carne. Ambos se oponen mutuamente, para que no hagáis lo que quisierais. 18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

19 Ahora bien, las obras de la carne son evidentes. Estas son: fornicación, impureza, desenfreno, 20 idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, ira, contiendas, disensiones, partidismos, 21 envidia, borracheras, orgías y cosas semejantes a éstas, de las cuales os advierto, como ya lo hice antes, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.

22 Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley, 24 porque los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.

25 Ahora que vivimos en el Espíritu, andemos en el Espíritu. 26 No seamos vanidosos, irritándonos unos a otros y envidiándonos unos a otros.

Gálatas. Capítulo 6.

La solidaridad cristiana


6 Hermanos, en caso de que alguien se encuentre enredado en alguna transgresión, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. 2 Sobrellevad los unos las cargas de los otros y de esta manera cumpliréis la ley de Cristo. 3 Porque si alguien estima que es algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. 4 Así que, examine cada uno su obra, y entonces tendrá motivo de orgullo sólo en sí mismo y no en otro; 5 porque cada cual llevará su propia carga.

6 El que recibe instrucción en la palabra comparta toda cosa buena con quien le instruye.

7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará. 8 Porque el que siembra para su carne, de la carne cosechará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. 9 No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos. 10 Por lo tanto, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.

Conclusión


11 Mirad con cuán grandes letras os escribo con mi propia mano. 12 Aquellos que quieren tener el visto bueno en la carne os obligan a ser circuncidados, solamente para no ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo. 13 Pues ni los que son circuncidados guardan la ley; sin embargo, quieren que vosotros seáis circuncidados para gloriarse en vuestra carne. 14 Pero lejos esté de mí el gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien el mundo me ha sido crucificado a mí y yo al mundo. 15 Porque ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada, sino la nueva criatura.

16 Para todos los que anden según esta regla, paz y misericordia sean sobre ellos, y sobre el Israel de Dios.

17 De aquí en adelante nadie me cause dificultades, pues llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.

18 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu, hermanos. Amén.


Reina-Valera Actualizada, 1989.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Efesios. Capítulo 1.

La Epístola del Apóstol Pablo a los

Efesios


1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios; a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso: 2 Gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Bendiciones de Dios en Cristo


3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales. 4 Asimismo, nos escogió en él desde antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él. 5 En amor nos predestinó por medio de Jesucristo para adopción como hijos suyos, según el beneplácito de su voluntad, 6 para la alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio gratuitamente en el Amado. 7 En él tenemos redención por medio de su sangre, el perdón de nuestras transgresiones, según las riquezas de su gracia 8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría y entendimiento. 9 El nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad, según el beneplácito que se propuso en Cristo, 10 a manera de plan para el cumplimiento de los tiempos: que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra. 11 En él también recibimos herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que realiza todas las cosas conforme al consejo de su voluntad, 12 para que nosotros, que primero hemos esperado en Cristo, seamos para la alabanza de su gloria. 13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo que había sido prometido, 14 quien es la garantía de nuestra herencia para la redención de lo adquirido, para la alabanza de su gloria.

Acción de gracias e intercesión


15 Por esta razón, yo también, habiendo oído de la fe que tenéis en el Señor Jesús y de vuestro amor para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mis oraciones. 17 Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de él; 18 habiendo sido iluminados los ojos de vuestro entendimiento, para que conozcáis cuál es la esperanza a que os ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, 19 y cuál la inmensurable grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la operación del dominio de su fuerza. 20 Dios la ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y le hizo sentar a su diestra en los lugares celestiales, 21 por encima de todo principado, autoridad, poder, señorío y todo nombre que sea nombrado, no sólo en esta edad sino también en la venidera. 22 Aun todas las cosas las sometió Dios bajo sus pies y le puso a él por cabeza sobre todas las cosas para la iglesia, 23 la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo.

Efesios. Capítulo 2.

Salvos por la gracia


2 En cuanto a vosotros, estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, conforme a la corriente de este mundo y al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora actúa en los hijos de desobediencia. 3 En otro tiempo todos nosotros vivimos entre ellos en las pasiones de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de la mente; y por naturaleza éramos hijos de ira, como los demás. 4 Pero Dios, quien es rico en misericordia, a causa de su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en delitos, nos dio vida juntamente con Cristo. ¡Por gracia sois salvos! 6 Y juntamente con Cristo Jesús, nos resucitó y nos hizo sentar en los lugares celestiales, 7 para mostrar en las edades venideras las superabundantes riquezas de su gracia, por su bondad hacia nosotros en Cristo Jesús. 8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. 9 No es por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Nueva comunidad en Cristo


11 Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en la carne, erais llamados incircuncisión por los de la llamada circuncisión que es hecha con mano en la carne. 12 Y acordaos de que en aquel tiempo estabais sin Cristo, apartados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, estando sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos habéis sido acercados por la sangre de Cristo.

14 Porque él es nuestra paz, quien de ambos nos hizo uno. El derribó en su carne la barrera de división, es decir, la hostilidad; 15 y abolió la ley de los mandamientos formulados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos hombres un solo hombre nuevo, haciendo así la paz. 16 También reconcilió con Dios a ambos en un solo cuerpo, por medio de la cruz, dando muerte en ella a la enemistad. 17 Y vino y anunció las buenas nuevas: paz para vosotros que estabais lejos y paz para los que estaban cerca, 18 ya que por medio de él, ambos tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu.

19 Por lo tanto, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. 20 Habéis sido edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo Jesucristo mismo la piedra angular. 21 En él todo el edificio, bien ensamblado, va creciendo hasta ser un templo santo en el Señor. 22 En él también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

Efesios. Capítulo 3.

Ministerio de Pablo para los gentiles


3 Por esta razón yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús a favor de vosotros los gentiles . . .

2 Sin duda habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me ha sido conferida en vuestro beneficio. 3 Por revelación me fue dado a conocer este misterio, como antes lo he escrito brevemente. 4 Por tanto, leyéndolo, podréis entender cuál es mi comprensión en el misterio de Cristo. 5 En otras generaciones, no se dio a conocer este misterio a los hijos de los hombres, como ha sido revelado ahora a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu, 6 a saber: que en Cristo Jesús los gentiles son coherederos, incorporados en el mismo cuerpo y copartícipes de la promesa por medio del evangelio. 7 De éste llegué a ser ministro, conforme a la dádiva de la gracia de Dios que me ha sido conferida, según la acción de su poder. 8 A mí, que soy menos que el menor de todos los santos, me ha sido conferida esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo 9 y para aclarar a todos cuál es la administración del misterio que desde la eternidad había estado escondido en Dios, quien creó todas las cosas. 10 Todo esto es para que ahora sea dada a conocer, por medio de la iglesia, la multiforme sabiduría de Dios a los principados y las autoridades en los lugares celestiales, 11 conforme al propósito eterno que realizó en Cristo Jesús, nuestro Señor. 12 En él tenemos libertad y acceso a Dios con confianza, por medio de la fe en él. 13 Por tanto, os pido que no os desaniméis por mis tribulaciones a vuestro favor, pues ellas son vuestra gloria.

Para conocer el amor de Cristo


14 Por esta razón doblo mis rodillas ante el Padre, 15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 a fin de que, conforme a las riquezas de su gloria, os conceda ser fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior; 17 para que Cristo habite en vuestros corazones por medio de la fe; de modo que, siendo arraigados y fundamentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender, junto con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, 19 y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento; para que así seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

20 Y a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones de todas las edades, para siempre. Amén.

Efesios. Capítulo 4.

La unidad, los dones y el crecimiento


4 Por eso yo, prisionero en el Señor, os exhorto a que andéis como es digno del llamamiento con que fuisteis llamados: 2 con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos los unos a los otros en amor; 3 procurando con diligencia guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. 4 Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como habéis sido llamados a una sola esperanza de vuestro llamamiento. 5 Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, 6 un solo Dios y Padre de todos, quien es sobre todos, a través de todos y en todos.

7 Sin embargo, a cada uno de nosotros le ha sido conferida la gracia conforme a la medida de la dádiva de Cristo. 8 Por esto dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres. 9 Pero esto de que subió, ¿qué quiere decir, a menos que hubiera descendido también a las partes más bajas de la tierra? 10 El que descendió es el mismo que también ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo. 11 Y él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros, 12 a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, hasta ser un hombre de plena madurez, hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. 14 Esto, para que ya no seamos niños, sacudidos a la deriva y llevados a dondequiera por todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar, emplean con astucia las artimañas del error; 15 sino que, siguiendo la verdad con amor, crezcamos en todo hacia aquel que es la cabeza: Cristo. 16 De parte de él todo el cuerpo, bien concertado y entrelazado por la cohesión que aportan todas las coyunturas, recibe su crecimiento de acuerdo con la actividad proporcionada a cada uno de los miembros, para ir edificándose en amor.

La vida del nuevo hombre en Cristo


17 Esto digo e insisto en el Señor: que no os conduzcáis más como se conducen los gentiles, en la vanidad de sus mentes, 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, alejados de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, debido a la dureza de su corazón. 19 Una vez perdida toda sensibilidad, se entregaron a la sensualidad para cometer ávidamente toda clase de impurezas. 20 Pero vosotros no habéis aprendido así a Cristo, 21 si en verdad le habéis oído y habéis sido enseñados en él, así como la verdad está en Jesús. 22 Con respecto a vuestra antigua manera de vivir, despojaos del viejo hombre que está viciado por los deseos engañosos; 23 pero renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre que ha sido creado a semejanza de Dios en justicia y santidad de verdad.

25 Por lo tanto, habiendo dejado la mentira, hablad la verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros. 26 Enojaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo. 28 El que robaba no robe más, sino que trabaje esforzadamente, haciendo con sus propias manos lo que es bueno, para tener qué compartir con el que tenga necesidad. 29 Ninguna palabra obscena salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación según sea necesaria, para que imparta gracia a los que oyen. 30 Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios en quien fuisteis sellados para el día de la redención.

31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos y calumnia, junto con toda maldad. 32 Más bien, sed bondadosos y misericordiosos los unos con los otros, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

Efesios. Capítulo 5.

5 Por tanto, sed imitadores de Dios como hijos amados, 2 y andad en amor, como Cristo también nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio en olor fragante a Dios. 3 Pero la inmoralidad sexual y toda impureza o avaricia no se nombren más entre vosotros, como corresponde a santos; 4 ni tampoco la conducta indecente, ni tonterías ni bromas groseras, cosas que no son apropiadas; sino más bien, acciones de gracias. 5 Porque esto lo sabéis muy bien: que ningún inmoral ni impuro ni avaro, el cual es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.

La conducta de los hijos de luz


6 Nadie os engañe con vanas palabras, porque a causa de estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. 7 Por eso, no seáis partícipes con ellos; 8 porque si bien en otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. ¡Andad como hijos de luz! 9 Pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. 10 Aprobad lo que es agradable al Señor 11 y no tengáis ninguna participación en las infructuosas obras de las tinieblas; sino más bien, denunciadlas. 12 Porque da vergüenza aun mencionar lo que ellos hacen en secreto. 13 Pero cuando son denunciadas, todas las cosas son puestas en evidencia por la luz; pues lo que hace que todo sea visible es la luz. 14 Por eso dice:

"¡Despiértate, tú que duermes,

y levántate de entre los muertos,

y te alumbrará Cristo!"

15 Mirad, pues, con cuidado, cómo os comportáis; no como imprudentes sino como prudentes, 16 redimiendo el tiempo, porque los días son malos. 17 Por tanto, no seáis insensatos, sino comprended cuál es la voluntad del Señor. 18 Y no os embriaguéis con vino, pues en esto hay desenfreno. Más bien, sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos, himnos y canciones espirituales; cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando gracias siempre por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo; 21 y sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo.

Conducta en la familia cristiana


22 Las casadas estén sujetas a sus propios esposos como al Señor, 23 porque el esposo es cabeza de la esposa, así como Cristo es cabeza de la iglesia, y él mismo es salvador de su cuerpo. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, de igual manera las esposas lo estén a sus esposos en todo.

25 Esposos, amad a vuestras esposas, así como también Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, 26 a fin de santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua con la palabra, 27 para presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que sea santa y sin falta. 28 De igual manera, los esposos deben amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama. 29 Porque nadie aborreció jamás a su propio cuerpo; más bien, lo sustenta y lo cuida, tal como Cristo a la iglesia, 30 porque somos miembros de su cuerpo. 31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. 32 Grande es este misterio, pero lo digo respecto de Cristo y de la iglesia. 33 Por tanto, cada uno de vosotros ame a su esposa como a sí mismo, y la esposa respete a su esposo.

Efesios. Capítulo 6

6 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. 2 Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa) 3 para que te vaya bien y vivas largo tiempo sobre la tierra.

4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina y la instrucción del Señor.

5 Siervos, obedeced a los que son vuestros amos en la tierra con temor y temblor, con sinceridad de corazón, como a Cristo; 6 no sirviendo sólo cuando se os esté mirando, como los que quieren quedar bien con los hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo la voluntad de Dios con ánimo. 7 Servid de buena voluntad, como al Señor, no como a los hombres, 8 sabiendo que el bien que haga cada uno, eso recibirá de parte del Señor, sea siervo o libre.

9 Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas; porque sabéis que el mismo Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que no hay distinción de personas delante de él.

La armadura que Dios ha provisto


10 Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza. 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis hacer frente a las intrigas del diablo; 12 porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra espíritus de maldad en los lugares celestes.

13 Por esta causa, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haberlo logrado todo, quedar firmes. 14 Permaneced, pues, firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, vestidos con la coraza de justicia 15 y calzados vuestros pies con la preparación para proclamar el evangelio de paz. 16 Y sobre todo, armaos con el escudo de la fe con que podréis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Tomad también el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, 18 orando en todo tiempo en el Espíritu con toda oración y ruego, vigilando con toda perseverancia y ruego por todos los santos. 19 Y también orad por mí, para que al abrir la boca me sean conferidas palabras para dar a conocer con confianza el misterio del evangelio, 20 por el cual soy embajador en cadenas; a fin de que por ello yo hable con valentía, como debo hablar.

Conclusión


21 Ahora bien, para que también vosotros sepáis cómo me va y qué estoy haciendo, todo os informará Tíquico, hermano amado y fiel ministro en el Señor. 22 Por esto mismo, os lo he enviado para que sepáis lo tocante a nosotros y para que él anime vuestros corazones. 23 Paz sea a los hermanos, y amor con fe, de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo. 24 La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor incorruptible.


Reina-Valera Actualizada, 1989.

Filipenses 1; versos 1 al 30.

La Epístola del Apóstol Pablo a los

Filipenses


1 Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús; a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos: 2 Gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Acción de gracias e intercesión


3 Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros, 4 siempre intercediendo con gozo por todos vosotros en cada oración mía, 5 a causa de vuestra participación en el evangelio desde el primer día hasta ahora; 6 estando convencido de esto: que el que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.

7 Me es justo sentir esto de todos vosotros, porque os tengo en mi corazón. Tanto en mis prisiones como en la defensa y confirmación del evangelio, sois todos vosotros participantes conmigo de la gracia. 8 Pues Dios me es testigo de cómo os añoro a todos vosotros con el profundo amor de Cristo Jesús.

9 Y ésta es mi oración: que vuestro amor abunde aun más y más en conocimiento y en todo discernimiento, 10 para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles en el día de Cristo, 11 llenos del fruto de justicia, fruto que viene por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Hacia una obra fructífera


12 Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido han redundado más bien para el adelanto del evangelio. 13 De esta manera, mis prisiones por la causa de Cristo han sido conocidas en todo el Pretorio y entre todos los demás. 14 La mayoría de los hermanos, tomando ánimo en el Señor por mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor. 15 Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda, pero otros lo hacen de buena voluntad. 16 Estos últimos lo hacen por amor, sabiendo que he sido puesto para la defensa del evangelio, 17 mientras aquéllos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones. 18 ¿Qué, pues? Solamente que de todas maneras Cristo es anunciado, sea por pretexto o sea de verdad, y en esto me alegro. Pero me alegraré aun más, 19 pues sé que mediante vuestra oración y el apoyo del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación, 20 conforme a mi anhelo y esperanza: que en nada seré avergonzado; sino que con toda confianza, tanto ahora como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo, sea por la vida o por la muerte.

21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. 22 Pero si el vivir en la carne me sirve para una obra fructífera, ¿cuál escogeré? No lo sé. 23 Me siento presionado por ambas partes. Tengo el deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; 24 pero quedarme en la carne es más necesario por causa de vosotros. 25 Pues, convencido de esto, sé que me quedaré y que aún permaneceré con todos vosotros para vuestro desarrollo y gozo en la fe, 26 para que en mí haya motivo de aumentar vuestro orgullo en Cristo Jesús a causa de mi presencia otra vez entre vosotros.

Una conducta digna del evangelio


27 Solamente procurad que vuestra conducta como ciudadanos sea digna del evangelio de Cristo, de manera que sea que yo vaya a veros o que esté ausente, oiga acerca de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo juntos y unánimes por la fe del evangelio, 28 y no siendo intimidados de ninguna manera por los adversarios. Para ellos esta fe es indicio de perdición, pero para vosotros es indicio de salvación; y esto procede de Dios. 29 Porque se os ha concedido a vosotros, a causa de Cristo, no solamente el privilegio de creer en él, sino también el de sufrir por su causa. 30 Así tendréis el mismo conflicto que habéis visto y que ahora oís que sigue en mí.

Filipenses 2: versos 1 al 30.

El ejemplo de Cristo


2 Por tanto, si hay algún aliento en Cristo; si hay algún incentivo en el amor; si hay alguna comunión en el Espíritu; si hay algún afecto profundo y alguna compasión, 2 completad mi gozo a fin de que penséis de la misma manera, teniendo el mismo amor, unánimes, pensando en una misma cosa. 3 No hagáis nada por rivalidad ni por vanagloria, sino estimad humildemente a los demás como superiores a vosotros mismos; 4 no considerando cada cual solamente los intereses propios, sino considerando cada uno también los intereses de los demás.

5 Haya en vosotros esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús:

6 Existiendo en forma de Dios,

él no consideró el ser igual a Dios

como algo a qué aferrarse;

7 sino que se despojó a sí mismo,

tomando forma de siervo,

haciéndose semejante a los hombres;

y hallándose en condición de hombre,

8 se humilló a sí mismo

haciéndose obediente hasta la muerte,

¡y muerte de cruz!

9 Por lo cual también Dios

lo exaltó hasta lo sumo

y le otorgó el nombre

que es sobre todo nombre;

10 para que en el nombre de Jesús

se doble toda rodilla

de los que están en los cielos,

en la tierra y debajo de la tierra;

11 y toda lengua confiese

para gloria de Dios Padre

que Jesucristo es Señor.

Resplandecer como luminares


12 De modo que, amados míos, así como habéis obedecido siempre -no sólo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia-, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; 13 porque Dios es el que produce en vosotros tanto el querer como el hacer, para cumplir su buena voluntad.

14 Hacedlo todo sin murmuraciones y contiendas, 15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación torcida y perversa, en la cual vosotros resplandecéis como luminares en el mundo, 16 reteniendo la palabra de vida. Así yo podré gloriarme en el día de Cristo de que no he corrido ni he trabajado en vano. 17 Al contrario, aunque haya de ser derramado como libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y me regocijo con todos vosotros. 18 De igual modo, gozaos también vosotros y regocijaos conmigo.

La misión de Timoteo y Epafrodito


19 Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también me reanime al saber de vuestro estado; 20 pues no tengo a nadie que se interese por vosotros con tanto ánimo y sinceridad. 21 Porque todos buscan sus intereses personales, no lo que es de Jesucristo. 22 Ya conocéis la reputación de Timoteo, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio. 23 Por lo tanto, espero enviarle en cuanto yo vea cómo van mis asuntos; 24 pero confío en el Señor que yo también iré pronto a vosotros.

25 Sin embargo, también creí necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de milicia y vuestro mensajero y suministrador de mis necesidades, 26 ya que él os añoraba a todos vosotros y estaba angustiado porque habíais oído que él estaba enfermo. 27 Pues en verdad estuvo enfermo de muerte, pero Dios tuvo misericordia de él; y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza. 28 Por lo tanto, le envío con más urgencia, para que os volváis a gozar al verlo y yo esté libre de preocupación. 29 Recibidle, pues, en el Señor con todo gozo y tened en alta estima a hombres como él; 30 porque a causa de la obra de Cristo estuvo cercano a la muerte, arriesgando su vida para completar lo que faltaba en vuestro servicio a mi favor.

Filipenses 3: versos 1 al 21.

La meta del llamamiento de Dios


3 Por lo demás, hermanos míos, regocijaos en el Señor. El escribiros las mismas cosas a mí no me es molesto, y para vosotros es más seguro.

2 ¡Guardaos de los perros! ¡Guardaos de los malos obreros! ¡Guardaos de los que mutilan el cuerpo! 3 Porque nosotros somos la circuncisión: los que servimos a Dios en espíritu, que nos gloriamos en Cristo Jesús y que no confiamos en la carne. 4 Aunque yo tengo de qué confiar también en la carne. Si alguno cree tener de qué confiar en la carne, yo más: 5 circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6 en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, irreprensible.

7 Pero las cosas que para mí eran ganancia, las he considerado pérdida a causa de Cristo. 8 Y aun más: Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi Señor. Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura, a fin de ganar a Cristo 9 y ser hallado en él; sin pretender una justicia mía, derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que proviene de Dios por la fe. 10 Anhelo conocerle a él y el poder de su resurrección, y participar en sus padecimientos, para ser semejante a él en su muerte; 11 y de alguna manera, me encontraré en la resurrección de los muertos.

12 No quiero decir que ya lo haya alcanzado, ni que haya llegado a la perfección; sino que prosigo a ver si alcanzo aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está por delante, 14 prosigo a la meta hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. 15 Así que, todos los que hemos alcanzado la madurez pensemos de este modo; y si pensáis otra cosa, también eso os lo revelará Dios. 16 En todo caso, sigamos fieles a lo que hemos logrado.

17 Hermanos, sed imitadores de mí y prestad atención a los que así se conducen, según el ejemplo que tenéis en nosotros. 18 Porque muchos andan por ahí, de quienes os hablaba muchas veces, y ahora hasta lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo. 19 El fin de ellos será la perdición; su dios es su estómago; su gloria se halla en su vergüenza; y piensan solamente en lo terrenal. 20 Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos ardientemente al Salvador, el Señor Jesucristo. 21 El transformará nuestro cuerpo de humillación para que tenga la misma forma de su cuerpo de gloria, según la operación de su poder, para sujetar también a sí mismo todas las cosas.

Filipenses 4: versos 1 al 23.

4 Así que, hermanos míos, amados y queridos, gozo y corona mía, estad firmes en el Señor, amados.

Hacia la armonía y el regocijo


2 Ruego a Evodia, y ruego a Síntique que se pongan de acuerdo en el Señor. 3 Sí, y a ti también, fiel compañero, te pido que ayudes a estas hermanas que lucharon junto conmigo en el evangelio, también con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.

4 ¡Regocijaos en el Señor siempre! Otra vez lo digo: ¡Regocijaos! 5 Vuestra amabilidad sea conocida por todos los hombres. ¡El Señor está cerca! 6 Por nada estéis afanosos; más bien, presentad vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.

8 En cuanto a lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto pensad. 9 Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.

Gratitud por la ayuda recibida


10 En gran manera me regocijé en el Señor porque al fin se ha renovado vuestra preocupación para conmigo. Siempre pensabais en mí, pero os faltaba la oportunidad. 11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo. 12 Sé vivir en la pobreza, y sé vivir en la abundancia. En todo lugar y en todas las circunstancias, he aprendido el secreto de hacer frente tanto a la hartura como al hambre, tanto a la abundancia como a la necesidad. 13 ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! 14 Sin embargo, hicisteis bien en participar conmigo en mi tribulación.

15 También sabéis, oh filipenses, que al comienzo del evangelio cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en cuanto a dar y recibir, sino vosotros solos. 16 Porque aun a Tesalónica enviasteis para mis necesidades una y otra vez. 17 No es que busque donativo, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. 18 Sin embargo, todo lo he recibido y tengo abundancia. Estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis, como olor fragante, un sacrificio aceptable y agradable a Dios. 19 Mi Dios, pues, suplirá toda necesidad vuestra, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. 20 A nuestro Dios y Padre sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Saludos y bendición final


21 Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo os saludan. 22 Todos los santos os saludan, y mayormente los que pertenecen a la casa del César. 23 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu.


Reina-Valera Actualizada, 1989.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Colosenses 1: versos 1 al 29.

La Epístola del Apóstol Pablo a los

Colosenses


1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo; 2 a los hermanos santos y fieles en Cristo que están en Colosas: Gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre.

Acción de gracias e intercesión


3 Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando siempre por vosotros; 4 porque hemos oído de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis por todos los santos, 5 a causa de la esperanza reservada para vosotros en los cielos, de la cual habéis oído en la palabra de verdad del evangelio 6 que ha llegado a vosotros. Y así como está llevando fruto y creciendo en todo el mundo, lo mismo sucede también entre vosotros desde el día en que oísteis y comprendisteis de veras la gracia de Dios; 7 tal como aprendisteis de Epafras, nuestro consiervo amado, quien es fiel ministro de Cristo a vuestro favor. 8 El también nos ha informado de vuestro amor en el Espíritu.

9 Por esta razón también nosotros, desde el día en que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros y de rogar que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y plena comprensión espiritual; 10 para que andéis como es digno del Señor, a fin de agradarle en todo; de manera que produzcáis fruto en toda buena obra y que crezcáis en el conocimiento de Dios; 11 y que seáis fortalecidos con todo poder, conforme a su gloriosa potencia, para toda perseverancia y paciencia. 12 Con gozo damos gracias al Padre que os hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz. 13 El nos ha librado de la autoridad de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo amado, 14 en quien tenemos redención, el perdón de los pecados.

La preeminencia de Cristo


15 El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación; 16 porque en él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, dominios, principados o autoridades. Todo fue creado por medio de él y para él. 17 El antecede a todas las cosas, y en él todas las cosas subsisten. 18 Y además, él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia. El es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo él sea preeminente; 19 por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, 20 y por medio de él reconciliar consigo mismo todas las cosas, tanto sobre la tierra como en los cielos, habiendo hecho la paz mediante la sangre de su cruz.

21 A vosotros también, aunque en otro tiempo estabais apartados y erais enemigos por tener la mente ocupada en las malas obras, ahora os ha reconciliado 22 en su cuerpo físico por medio de la muerte, para presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de él; 23 por cuanto permanecéis fundados y firmes en la fe, sin ser removidos de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual ha sido predicado en toda la creación debajo del cielo.

Pablo, ministro del evangelio


De este evangelio yo, Pablo, llegué a ser ministro. 24 Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y completo en mi propia carne lo que falta de las tribulaciones de Cristo a favor de su cuerpo, que es la iglesia. 25 De ella llegué a ser ministro según el oficio divino que Dios me dio a vuestro favor, para dar pleno cumplimiento a la palabra de Dios: 26 el misterio de Dios que había estado oculto desde los siglos y generaciones, pero que ahora ha sido revelado a sus santos. 27 A éstos, Dios ha querido dar a conocer cuáles son las riquezas de la gloria de este misterio entre las naciones, el cual es: Cristo en vosotros, la esperanza de gloria. 28 A él anunciamos nosotros, amonestando a todo hombre y enseñando a todo hombre con toda sabiduría, a fin de que presentemos a todo hombre, perfecto en Cristo Jesús. 29 Por esto mismo yo trabajo, esforzándome según su potencia que obra poderosamente en mí.