6 Después de esto fue Jesús a la otra orilla del
mar de Galilea, o sea de Tiberias, 2 y le seguía una gran multitud,
porque veían las señales que hacía en los enfermos. 3 Jesús subió a
un monte y se sentó allí con sus discípulos. 4 Estaba cerca la
Pascua, la fiesta de los judíos.
5 Cuando Jesús alzó los ojos y vio que se le
acercaba una gran multitud, dijo a Felipe:
-¿De dónde compraremos
pan para que coman éstos?
6 Pero decía esto para probarle, porque Jesús sabía
lo que iba a hacer. 7 Felipe le respondió:
-Doscientos denarios de
pan no bastan, para que cada uno de ellos reciba un poco.
8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón
Pedro, le dijo:
9 -Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de
cebada y dos pescaditos. Pero, ¿qué es esto para tantos?
10 Entonces Jesús dijo:
-Haced recostar a la
gente.
Había mucha hierba en
aquel lugar. Se recostaron, pues, como cinco mil hombres. 11 Entonces
Jesús tomó los panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los que
estaban recostados. De igual manera repartió de los pescados, cuanto querían. 12
Cuando fueron saciados, dijo a sus discípulos:
-Recoged los pedazos que
han quedado, para que no se pierda nada.
13 Recogieron, pues, y llenaron doce canastas de
pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. 14
Entonces, cuando los hombres vieron la señal que Jesús había hecho,
decían:
-¡Verdaderamente, éste
es el profeta que ha de venir al mundo!
15 Como Jesús entendió que iban a venir para tomarle
por la fuerza y hacerle rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.
Jesús camina sobre el
agua
16 Cuando anochecía, sus discípulos descendieron al mar, 17 y entrando en una barca iban cruzando el mar hacia Capernaúm. Ya había oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos. 18 Y se agitaba el mar porque soplaba un gran viento. 19 Entonces, cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús caminando sobre el mar y acercándose a la barca, y tuvieron miedo. 20 Pero él les dijo:
-¡Yo soy; no temáis!
21 Entonces ellos quisieron recibirle en la barca, y
de inmediato la barca llegó a la tierra a donde iban.
Jesús: el pan de vida
22 Al día siguiente, la multitud que había estado al otro lado del
mar se dio cuenta de que no había habido allí sino una sola barca, y que Jesús
no había entrado en la barca con sus discípulos, sino que éstos se habían ido
solos. 23 (Sin embargo, de Tiberias habían llegado otras barcas
cerca del lugar donde habían comido el pan después que el Señor había dado
gracias.) 24 Entonces, cuando la multitud vio que Jesús no estaba
allí ni tampoco sus discípulos, ellos entraron en las barcas y fueron a
Capernaúm buscando a Jesús. 25 Cuando le hallaron al otro lado del
mar, le preguntaron:
-Rabí, ¿cuándo llegaste
acá?
26 Jesús les respondió diciendo:
-De cierto, de cierto os
digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis
de los panes y os saciasteis. 27 Trabajad, no por la comida que
perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, que el Hijo del
Hombre os dará; porque en éste, Dios el Padre ha puesto su sello.
28 Entonces le dijeron:
-¿Qué haremos para
realizar las obras de Dios?
29 Respondió Jesús y les dijo:
-Esta es la obra de
Dios: que creáis en aquel que él ha enviado.
30 Entonces le dijeron:
-¿Qué señal, pues, haces
tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra haces? 31 Nuestros
padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les
dio a comer.
32 Por tanto Jesús les dijo:
-De cierto, de cierto os
digo que no os ha dado Moisés el pan del cielo, sino mi Padre os da el
verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que
desciende del cielo y da vida al mundo.
34 Le dijeron:
-Señor, danos siempre
este pan.
35 Jesús les dijo:
-Yo soy el pan de vida.
El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás.
36 Pero os he dicho que me habéis visto, y no creéis. 37 Todo
lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que a mí viene, jamás lo echaré fuera. 38
Porque yo he descendido del cielo, no para hacer la voluntad mía, sino la
voluntad del que me envió. 39 Y ésta es la voluntad del que me
envió: que yo no pierda nada de todo lo que me ha dado, sino que lo resucite en
el día final. 40 Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que
mira al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el día
final.
41 Entonces los judíos murmuraban de él porque había
dicho: "Yo soy el pan que descendió del cielo." 42 Y
decían:
-¿No es éste Jesús, el
hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que ahora dice:
"He descendido del cielo"?
43 Jesús respondió y les dijo:
-No murmuréis más entre
vosotros. 44 Nadie puede venir a mí, a menos que el Padre que me
envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final. 45 Está escrito
en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel
que oye y aprende del Padre viene a mí. 46 No es que alguien haya
visto al Padre, sino que aquel que proviene de Dios, éste ha visto al Padre. 47
De cierto, de cierto os digo: El que cree tiene vida eterna. 48 Yo
soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el
desierto y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo, para
que el que coma de él no muera. 51 Yo soy el pan vivo que descendió
del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré
por la vida del mundo es mi carne.
52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo:
-¿Cómo puede éste darnos
a comer su carne?
53 Y Jesús les dijo:
-De cierto, de cierto os
digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis
vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene
vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. 55 Porque mi carne
es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come
mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él. 57 Así como
me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, de la misma manera el que
me come también vivirá por mí. 58 Este es el pan que descendió del
cielo. No como los padres que comieron y murieron, el que come de este pan
vivirá para siempre.
59 Estas cosas dijo en la sinagoga, cuando enseñaba
en Capernaúm.
Palabras de vida
eterna
60 Entonces, al oírlo, muchos de sus discípulos dijeron:
-Dura es esta palabra;
¿quién la puede oír?
61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos
murmuraban de esto, les dijo:
-¿Esto os escandaliza? 62
¿Y si vierais al Hijo del Hombre subir a donde estaba primero? 63 El
Espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha para nada. Las palabras que
yo os he hablado son espíritu y son vida. 64 Pero hay entre vosotros
algunos que no creen.
Pues desde el principio
Jesús sabía quiénes eran los que no creían y quién le había de entregar, 65
y decía:
-Por esta razón os he
dicho que nadie puede venir a mí, a menos que le haya sido concedido por el
Padre.
66 Desde entonces, muchos de sus discípulos volvieron
atrás, y ya no andaban con él. 67 Entonces Jesús dijo a los doce:
-¿Queréis acaso iros
vosotros también?
68 Le respondió Simón Pedro:
-Señor, ¿a quién iremos?
Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído y
conocido que tú eres el Santo de Dios.
70 Jesús les respondió:
-¿No os escogí yo a
vosotros doce, y uno de vosotros es diablo?
71 Hablaba de Judas hijo de
Simón Iscariote; porque éste, siendo uno de los doce, estaba por entregarlo.
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