4 Entonces Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto, 2 por cuarenta días, y era tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días; y cuando fueron cumplidos, tuvo hambre. 3 Entonces el diablo le dijo:
-Si eres Hijo de Dios,
di a esta piedra que se haga pan.
4 Jesús le respondió:
-Escrito está: No
sólo de pan vivirá el hombre.
5 Al llevarle a una altura, le mostró todos los
reinos de la tierra en un momento. 6 Y el diablo le dijo:
-A ti te daré toda
autoridad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y la doy a
quien yo quiero. 7 Por esto, si tú me adoras, todo será tuyo.
8 Respondiendo Jesús, le dijo:
-Escrito está: Al
Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.
9 Y le llevó a Jerusalén y le puso de pie sobre el
pináculo del templo, y le dijo:
-Si eres Hijo de Dios,
échate de aquí abajo. 10 Porque escrito está:
A sus ángeles dará
órdenes
acerca de ti
para que te guarden,
11 y en sus manos te llevarán,
de modo que nunca
tropieces
con tu pie en piedra.
12 Respondiendo Jesús le dijo:
-Dicho está: No
pondrás a prueba al Señor tu Dios.
13 Cuando el diablo acabó toda tentación, se apartó
de él por algún tiempo.
Jesús comienza su
ministerio
14 Entonces Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y su fama se difundió por toda la tierra de alrededor. 15 El enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.
Jesús en la sinagoga
de Nazaret
16 Fue a Nazaret, donde se había criado, y conforme a su costumbre, el día sábado entró en la sinagoga, y se levantó para leer. 17 Se le entregó el rollo del profeta Isaías; y cuando abrió el rollo, encontró el lugar donde estaba escrito:
18 El Espíritu del Señor
está sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar
buenas nuevas a los
pobres;
me ha enviado para
proclamar
libertad a los
cautivos
y vista a los ciegos,
para poner en
libertad
a los oprimidos
19 y para proclamar
el año agradable del
Señor.
20 Después de enrollar el libro y devolverlo al
ayudante, se sentó. Y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 21
Entonces comenzó a decirles:
-Hoy se ha cumplido esta
Escritura en vuestros oídos.
22 Todos daban testimonio de él y estaban maravillados
de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían:
-¿No es éste el hijo de
José?
23 Entonces él les dijo:
-Sin duda, me diréis
este refrán: "Médico, sánate a ti mismo. Hemos oído que sucedieron tantas
cosas en Capernaúm; haz lo mismo también aquí en tu tierra." 24 -Y
añadió-: De cierto os digo, que ningún profeta es aceptado en su tierra. 25
Pero en verdad os digo que había muchas viudas en Israel en los días de
Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran
hambre en toda la tierra; 26 pero a ninguna de ellas fue enviado
Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. 27 También había
muchos leprosos en Israel en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de
ellos fue sanado, sino el sirio Naamán.
28 Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se
llenaron de ira, 29 y se levantaron y le echaron fuera de la ciudad.
Luego le llevaron hasta un precipicio del monte sobre el cual estaba edificada
su ciudad, para despeñarle. 30 Pero él pasó por en medio de ellos y
se fue.
El endemoniado de
Capernaúm
31 Entonces descendió a Capernaúm, ciudad de Galilea, y les enseñaba los sábados. 32 Y se asombraban de su enseñanza, porque su palabra era con autoridad.
33 Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un
espíritu de demonio inmundo, y él exclamó a gran voz:
34 -¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús de Nazaret?
¿Has venido para destruirnos? Yo sé quién eres: ¡el Santo de Dios!
35 Jesús le reprendió, diciendo:
-¡Cállate y sal de él!
Entonces el demonio
salió de él, derribándole allí en medio de todos, pero sin hacerle ningún daño.
36 Todos quedaron asombrados y hablaban entre sí diciendo:
-¿Qué palabra es ésta,
que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?
37 Y su fama se divulgaba por todos los lugares de la
región.
Jesús sana a la
suegra de Pedro
38 Levantándose Jesús, se apartó de la sinagoga y entró en casa de Simón. Y la suegra de Simón estaba postrada con una fuerte fiebre, y le rogaron por ella. 39 El se inclinó hacia ella y reprendió a la fiebre, y la fiebre la dejó; y en seguida ella se levantó y comenzó a servirles.
40 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos
de diversas dolencias los trajeron a él. Y él, al poner las manos sobre cada
uno de ellos, los sanaba. 41 Y también de muchos salían demonios,
dando gritos y diciendo: "¡Tú eres el Hijo de Dios!" Pero él los
reprendía y no les dejaba hablar, porque ellos sabían que él era el Cristo.
Jesús predica en
Galilea
42 Siendo ya de día, salió y se fue a un lugar desierto, y las multitudes le buscaban. Acudieron a él y le detenían para que no se apartara de ellos. 43 Pero él les dijo: "Me es necesario anunciar el evangelio del reino de Dios a otras ciudades también, porque para esto he sido enviado." 44 E iba predicando por las sinagogas de Galilea.
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