8 En aquellos días, ya que otra vez había una gran
multitud y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
2 -Tengo compasión de la multitud, porque ya hace
tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. 3 Si les
despido a sus casas en ayunas, se desmayarán en el camino; y algunos de ellos
han venido de lejos.
4 Sus discípulos le respondieron:
-¿De dónde podrá alguien
saciar a éstos de pan, aquí en el desierto?
5 Y les preguntó:
-¿Cuántos panes tenéis?
Ellos dijeron:
-Siete.
6 Entonces él mandó a la multitud recostarse en
tierra. Tomó los siete panes, y habiendo dado gracias, los partió y daba a sus
discípulos para que ellos los sirviesen. Y ellos los sirvieron a la multitud.
7 También tenían unos pocos pescaditos. Y después de
bendecirlos, él mandó que también los sirviesen. 8 Comieron y se
saciaron, y recogieron siete cestas de los pedazos que habían sobrado. 9 Y
eran como cuatro mil. El los despidió; 10 y luego, entrando en la
barca con sus discípulos, se fue a la región de Dalmanuta.
Los fariseos piden
una señal
11 Salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole
una señal del cielo, para probarle. 12 El suspiró profundamente en
su espíritu y dijo: "¿Por qué pide esta generación una señal? De cierto os
digo que a esta generación no se le dará ninguna señal."
13 Y dejándolos, volvió a entrar en la barca y cruzó
a la otra orilla.
La levadura de los
fariseos
14 Se habían olvidado de llevar pan, y no tenían consigo en la barca
sino un solo pan. 15 Y él les mandó, diciendo:
-Mirad; guardaos de la
levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
16 Ellos discutían los unos con los otros, porque no
tenían pan. 17 Como Jesús lo entendió, les dijo:
-¿Por qué discutís?
¿Porque no tenéis pan? ¿Todavía no entendéis ni comprendéis? ¿Tenéis endurecido
vuestro corazón? 18 Teniendo ojos, ¿no veis? Teniendo oídos, ¿no
oís? ¿No os acordáis? 19 Cuando partí los cinco panes entre cinco
mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogisteis?
Ellos dijeron:
-Doce.
20 -Y cuando repartí los siete panes entre los cuatro
mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis?
Ellos dijeron:
-Siete.
21 El les preguntó:
-¿Todavía no
comprendéis?
Jesús sana a un ciego
en Betsaida
22 Jesús fue a Betsaida, y le trajeron un ciego y le rogaban que lo
tocase. 23 Entonces tomando al ciego de la mano, le sacó fuera de la
aldea. Después de mojarle los ojos con saliva e imponerle las manos, le
preguntó:
-¿Ves algo?
24 Al mirar, él decía:
-Veo a los hombres, pero
los veo como árboles que andan.
25 Luego puso otra vez las manos sobre sus ojos, y
miró intensamente. Y fue restaurada su vista, y veía todo de lejos y
claramente. 26 Entonces Jesús le envió a su casa, diciéndole:
-No entres en la aldea.
La confesión de Pedro
27 Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de
Filipo, y en el camino les preguntó a sus discípulos diciendo:
-¿Quién dice la gente
que soy yo?
28 Ellos respondieron:
-Unos, Juan el Bautista;
otros, Elías; otros, uno de los profetas.
29 Entonces él les preguntó:
-Pero vosotros, ¿quién
decís que soy yo?
Respondiendo Pedro le
dijo:
-¡Tú eres el Cristo!
30 El les mandó enérgicamente que no hablasen a nadie
acerca de él.
Jesús anuncia su
muerte y victoria
31 Luego comenzó a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre padeciese mucho, que fuese desechado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y que fuese muerto y resucitado después de tres días. 32 Les decía esto claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reprenderle. 33 Pero él se dio vuelta, y mirando a sus discípulos reprendió a Pedro diciéndole:
-¡Quítate de delante de
mí, Satanás! Porque no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los
hombres.
Condiciones para
seguir a Jesús
34 Y llamó a sí a la gente, juntamente con sus discípulos, y les dijo:
-Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y
sígame. 35 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el
que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. 36 Pues,
¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero y perder su alma? 37 Porque,
¿qué dará el hombre en rescate por su alma? 38 Pues el que se
avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el
Hijo del Hombre se avergonzará también de él cuando venga en la gloria de su
Padre con los santos ángeles.
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