miércoles, 4 de diciembre de 2013

2ª Corintios. Capítulo 10.

Pablo defiende su ministerio


10 Ahora yo, Pablo, os exhorto por la mansedumbre y ternura de Cristo, ¡yo que en persona soy humilde entre vosotros, pero ausente soy osado para con vosotros! 2 Os ruego que cuando esté presente, no tenga que usar de la osadía con que resueltamente estoy dispuesto a proceder contra algunos que piensan que andamos según la carne. 3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; 4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. 5 Destruimos los argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios; llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo, 6 y estamos dispuestos a castigar toda desobediencia, una vez que vuestra obediencia sea completa.

7 ¡Miráis las cosas según las apariencias! Si alguien está convencido dentro de sí que es de Cristo, considere de nuevo que así como él es de Cristo, también nosotros lo somos. 8 Porque si me glorío un poco más de nuestra autoridad, la cual el Señor nos ha dado para edificación y no para vuestra destrucción, no seré avergonzado; 9 para que no parezca que quiero atemorizaros por cartas. 10 Porque dicen: "Aunque sus cartas son duras y fuertes, su presencia física es débil, y su palabra despreciable." 11 Esto tenga en cuenta tal persona: Lo que somos en palabra por carta cuando estamos ausentes, lo mismo seremos también en hechos cuando estemos presentes.

12 Porque no osamos clasificarnos o compararnos con algunos que se recomiendan a sí mismos. Pero ellos, midiéndose y comparándose a sí mismos consigo mismos, no son juiciosos. 13 Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino conforme a la medida de la regla que Dios nos asignó, para llegar también hasta vosotros. 14 Porque no nos salimos de nuestros límites, como si no hubiéramos llegado a vosotros; pues hasta vosotros hemos llegado con el evangelio de Cristo, 15 no gloriándonos desmedidamente en trabajos ajenos. Más bien, tenemos la esperanza de que, con el progreso de vuestra fe, se incrementará considerablemente nuestro campo entre vosotros, conforme a nuestra norma; 16 para que anunciemos el evangelio en los lugares más allá de vosotros, sin entrar en territorio ajeno como para gloriarnos de la obra ya realizada por otros. 17 Pero el que se gloría, gloríese en el Señor. 18 Porque no es aprobado el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien Dios recomienda.

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