La mujer y el
hombre del siglo XXI se han caracterizado por rendirse a los designios mercantiles
de la sociedad. Es tal el estado de sumisión al que voluntariamente se someten
que han llegado al extremo de perder los anhelos de pensar en libertad. Se
conforman con pensar lo que los medios les indican que deben pensar. Es igual
con todo: usan la ropa que les impone la sociedad comercial, consumen las
bebidas y comidas que tienen más anuncios publicitarios, hasta procuran ser
amigos de las personas que están más expuestos, pues eso podría garantizarles que
los demás van a fijarse en ellos.
En occidente
podemos rastrear los orígenes del pensamiento del hombre civilizado hasta los
griegos. La filosofía griega representa el inicio escrito de un tipo de
pensamiento orientado hacia la búsqueda del bien de la humanidad. Mucho tiempo
antes de los inicios de la filosofía griega, el hombre primitivo luchaba hasta
el último momento por no ser sometido a la esclavitud. Se cree que muchas
tribus y razas humanas desaparecieron por esa causa. Sin embargo el hombre de
hoy no parece estar interesado en ejercer su derecho a pensar en libertad y
mucho menos a librarse de la esclavitud que representa el estar acorde con los
últimos designios de la sociedad mercantilista que prevalece en la mayoría de
los países del mundo. Como consecuencia de esto, casi no se escucha a los seres
humanos hablar de temas y preguntas que antes eran tan comunes como: ¿tiene el
hombre una misión en la vida?; ¿cómo puedo contribuir a que la humanidad viva
mejor?; ¿afectan mis acciones a las vidas de mis semejantes o soy un ser que
puede vivir aislado de los demás…? En vez de ese tipo de preguntas existencialistas,
otras preguntas son las más frecuentes hoy en día, especialmente entre nuestra
juventud: ¿qué ropa me pondré esta noche para irme a beber alcohol con mis
amigos?; ¿cómo conseguiré dinero para comprarme el último celular que salió al
mercado?; ¿cuáles son las marcas de zapatos y carteras que más se usan, para yo
comprármelos?Esa es la esclavitud moderna. Hace mucho que los poderosos del
planeta entendieron que les salía más caro el mantener granjas llenas de
esclavos a quienes había que alimentar, vestir, y pagarles a un capataz para
que les dé latigazos. Eso, entendieron ellos, era un gasto innecesario, y el tiempo les ha dado la razón. Hoy los esclavos posmodernistas trabajan por dos centavos, cinco días a la semana, a veces seis, cumplen un horario de ocho de la mañana a seis de la tarde, tienen que pagarse su propia renta, costear sus medicinas y consultas médicas, y comprarse sus alimentos. Sí, los esclavistas salieron ganando. Encima de eso, los controles del capitalismo vieron que todo era beneficioso para sus cuentas bancarias y añadieron lo siguiente: fabrican un celular
nuevo cada dos meses y, aunque no le cambien gran cosa de lo que tenía el
anterior, inician una agresiva campaña publicitaria para que sus esclavos les
devuelvan el dinero que con tanto sacrificio ganaron, y se desesperen por
adquirir la nueva mercancía; inducen a sus esclavos a creer que sólo pueden
verse bien vestidos si compran la ropa cara que ellos venden y les hacen creer
que estar a la moda es el sentido de la buena vida; tienen drogas ilegales favoritas
a las cuales suben el precio a su antojo para que sus esclavos también tengan
la opción de drogarse costosamente; crean todo tipo de loterías y juegos de
azar como forma de hacer a sus esclavos gastar el dinero que obtienen
trabajando, que no puedan guardar un centavo, y muchomenos invertir en su
propio desarrollo. Entre otras medidas que implementan según la temporada y que
los esclavos posmodernistas aplauden con júbilo.
Hay un camino que libera de la esclavitud, un
camino que no te cuesta nada seguir pero te rinde múltiples beneficios,
principalmente te regala la vida eterna y te ayuda a vivir en este plano
material sin penas ni sufrimientos, porque te confiere la libertad que te da felicidad. Ese camino se llama Jesucristo. Te invito a conocerlo, Él es la Verdad, y representa el sentido perfecto de la vida. Conoce la verdad y ella te hará
libre para siempre (Juan 8:31-32).
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