sábado, 15 de noviembre de 2014

La tecnología del manual de vida.

Los avances tecnológicos han contribuido en forma significativa al desarrollo deportivo en las últimas décadas. Recuerdo un especial televisivo que mostraba como, mediante la colocación de una especie de sensor en forma de pantalla colocado en una pista de atletismo, los entrenadores podían identificar los fallos en las pisadas de los atletas y una vez señalados procedían a orientar a sus pupilos con el fin de corregir dichos fallos. El especial fue grabado en el albergue olímpico de Colorado, Estados Unidos, con motivo de los juegos olímpicos de Los ángeles 1984. Durante la realización de un curso para entrenadores de natación, llevado a cabo a mediados de los ochenta, nos fueron mostrados varios videos de nadadores para que aprendiéramos a identificar las deficiencias en las brazadas, patadas y vueltas olímpicas de los atletas. Mediante películas tomadas debajo del agua nos enseñaban la diferencia en los resultados obtenidos por los nadadores al realizar brazadas de forma correcta para que comparáramos diferentes tipos de técnicas aplicadas en la corrección de estilos. Resultaba asombroso el comprobar que la tecnología realmente estaba dando un giro increíble a los entrenamientos deportivos. Desde entonces a la fecha han ocurrido grandes cambios. La tecnología se supera a sí misma cada día que pasa. Hoy en día cualquier atleta tiene a su disposición un teléfono móvil con el cual filmar sus prácticas y hacer, en base a lo observado, las modificaciones necesarias para mejorar su calidad deportiva. Los peloteros de Grandes Ligas, por ejemplo, estudian a sus oponentes a través de la magia del video. Invierten parte de su tiempo mirando a los lanzadores que enfrentarán en el próximo juego y los lanzadores por su parte también estudian a los bateadores valiéndose de la tecnología. Claro, esto solamente lo hacen los buenos jugadores, los que tienen disciplina y quieren hacer las cosas bien. Los demás tienen que conformarse con ser parte del montón. Por eso hay tanta diferencia entre los buenos atletas y los que pertenecen al promedio, estos últimos casi nunca llegan a implantar marcas de importancia que sean positivas.
En la vida diaria ocurre igual. Hay personas que disfrutan su vida plenamente y establecen récords de felicidad consecutiva sin importar cuan mala esté la economía o si los planes no resultan como los habían planeado. Es el tipo especial de gente que conoce el manual de la vida, consta de 66 libros escritos por diferentes autores y se llama la Biblia. Todavía no ha sido inventada ninguna tecnología tan completa como esa. En sus páginas usted puede encontrar desde cuestiones de salud (1ª de Timoteo 5:23; Proverbios 17:22) hasta consejos sobre sus negocios (Proverbios 11:1) … es asunto de escudriñarla pacientemente y averiguar que enseñanza se refiere a lo que usted necesita en el momento. Sin embargo, la especialidad de la Biblia se encuentra en el plano espiritual. Es ahí donde radica el secreto para ser feliz y sentirse plenamente satisfecho consigo mismo. La enseñanza más completa que encontramos en la Biblia se refiere al amor: “Amar a Dios sobre todas las cosas y amar a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:28-34). Les voy a dar un ejemplo de lo que significa escudriñar la Biblia. En esa pequeña frase nos damos cuenta que amar a Dios es el primer mandamiento divino, que amarlo sobre todas las cosas significa que la familia, la carrera profesional, los deportes, la diversión, o cualquiera que sea su prioridad en este plano material, debe estar en segundo plano, después de Dios. Si vive de ese modo usted siempre será feliz. Luego nos dice que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismo. Si meditan esa frase un momento, notarán que para usted poder amar a su prójimo primero debe amarse a usted mismo. Sí, no hay manera que usted pueda amar a otra persona si usted no se ama, no puede cuidar a sus hijos si no se cuida usted primero, no puede ayudar a sus padres si no se ayuda usted… y así sucesivamente. Pero ya dijimos que Dios es primero que todo, y que cuando amamos a Dios por encima de todas las cosas es cuando realmente conocemos la felicidad que nada en este mundo material puede igualar… ¿Qué quiere decir esto? Que para amarnos a nosotros mismos es necesario que seamos felices y estemos satisfechos con lo que somos y lo que sentimos, pero esto sólo se logra teniendo a Dios en el primer lugar de nuestras vidas y por consiguiente, para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, primero tenemos que amar a Dios más que a todas las cosas que conocemos. Concluyendo: el amor a Dios es igual al amor por nosotros mismos y este es igual a la forma en que debemos amar a los demás. Si la humanidad entera viviera de ese modo no tendríamos problemas. No existiera la explotación del ombre por el hombre (Eclesiastés 8:9), no murieran tantas personas de hambre en el mundo, no existiera el crimen ni costara tanto dinero el poder vivir dignamente… porque la gente amara a sus prójimos y no querría desearle ningún mal, por lo tanto pusiéramos todos nuestros talentos al servicio de los demás, sirviendo al Creador y a ninguno nos faltara nada (Salmo 23:1). Esa es la forma correcta de utilizar la tecnología más moderna del mundo, la única que no será superada por ninguna otra que sea inventada mañana, que no necesita otra batería que el amor de Dios y que está al alcance de tu mano de manera gratuita. ¡Tremenda tecnología! Te invito a no ser parte del montón… escudriña las escrituras.

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