miércoles, 8 de enero de 2014

Habacuc. Capítulo 3.


Alabanza al Dios de la salvación
3 Oración del profeta Habacuc.Sobre Sigionot.
2 Oh Jehovah, he oído tu fama;
he considerado tu obra, oh Jehovah.
¡Avívala en medio de los tiempos;
en medio de los tiempos hazla conocer!
En medio de la ira
acuérdate de tener misericordia.
3 Dios viene desde Temán;
y el Santo, de los montes de
Parán. (Selah)
Su esplendor cubre los cielos,
y la tierra se llena de su alabanza.
4 Tiene un resplandor como de luz;
rayos brillantes salen de sus manos,
y allí se oculta su poderío.
5 La mortandad va delante de él,
y de sus pies salen llamaradas.
6 Se detiene y hace temblar la tierra;
mira y estremece a las naciones.
Se desmoronan los montes sempiternos;
las antiguas colinas se postran ante él.
¡Sus caminos son eternos!
7 He visto en aflicción
las tiendas de Cusán;
temblaban las moradas
de la tierra de Madián.
8 ¿Es que te has airado,
oh Jehovah, contra los ríos?
¿Se ha encendido contra los ríos tu enojo?
¿Fue dirigida tu ira contra el mar,
cuando subiste sobre tus caballos
y sobre tus carros de victoria?
9 Has desnudado completamente tu arco;
has provisto en abundancia
las flechas de tu palabra. (Selah)
Hendiste la tierra con ríos.
10 Te vieron las montañas y temblaron;
pasó la inundación de las aguas.
El abismo dio su voz;
levantó en alto sus manos.
11 El sol y la luna
se detuvieron en su cenit.
Anduvieron a la luz de tus flechas
y al resplandor del brillo de tu lanza.
12 Con ira pisoteaste la tierra;
con furor trillaste las naciones.
13 Saliste para librar a tu pueblo,
para salvar a tu ungido.
Destrozaste el techo de la casa del impío;
desnudaste el cimiento hasta la
roca. (Selah)
14 Horadaste con tus flechas la cabeza
de los que me dispersaron,
de los que acometieron para dispersarme,
de los que se regocijan en devorar encubiertamente al pobre.
15 Marchaste en el mar con tus caballos,
en medio de la espuma de muchas aguas.
16 Oí, y se estremecieron mis entrañas.
Ante esa voz titubearon mis labios;
penetró podredumbre en mis huesos,
y se estremecieron mis piernas.
Gimo por el día de la angustia,
cuando suba contra el pueblo
el que nos invadirá con sus tropas.
17 Aunque la higuera no florezca
ni en las vides haya fruto,
aunque falle el producto del olivo
y los campos no produzcan alimento,
aunque se acaben las ovejas del redil
y no haya vacas en los establos;
18 con todo, yo me alegraré en Jehovah
y me gozaré en el Dios de mi salvación.
19 ¡Jehovah, el Señor, es mi fortaleza!
El hará mis pies como de venados
y me hará andar sobre las alturas.
Al director del coro, con mis instrumentos de cuerda.

Reina-Valera Actualizada, 1989.

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