Aquel que anhele ser grande en el Reino de Dios ha de servir a sus hermanos aquí en la Tierra.
martes, 23 de diciembre de 2014
La adoración de los magos.
martes, 16 de diciembre de 2014
El Señor quiere hablar contigo.
Les digo algo más, una persona puede leer un capítulo bíblico hoy y volver a leerlo mañana sólo para darse cuenta que en ambas ocasiones recibió mensajes diferentes, dio una interpretación distinta al mismo texto bíblico, esto ocurre porque cada día somos nuevas criaturas en Cristo, el conocimiento que necesitamos hoy no es el mismo que necesitábamos ayer ni es el mismo que necesitaremos mañana… cada día es una nueva oportunidad de crecer en el Señor y sentirnos más plenamente identificados con nosotros mismos. Sí, porque tú eres imagen y semejanza del Creador, por eso eres tan único y especial. Indaga en las escrituras lo que tu Creador quiere decirte hoy. Él desea hablar personalmente contigo.
jueves, 27 de noviembre de 2014
Corazón limpio y sin rencores.
Es fácil amar a quienes nos aman o a quienes nos caen bien. Pero la Biblia está llena de exhortaciones acerca de dar por gracia lo que por gracia hemos recibido, tratar a los demás como queremos ser tratados, amar a los demás como a nosotros mismos, y orar por aquellos que se creen nuestros enemigos… es un asunto serio para reflexionar seriamente. No es asunto de uno o dos minutos, es algo que debemos tener pendiente todo el tiempo. Amémonos los unos a los otros.
domingo, 23 de noviembre de 2014
Soldados del Ejército de Cristo.
(Que tiene o demuestra sabiduría o conocimiento, usualmente por haber aprendido o tenido experiencia en muchas cosas). Si analizamos dicha definición, vemos que “wise” es un tipo de persona que tiene conocimiento de muchas cosas, no exclusivamente instrucción académica sino más bien experiencia vivida o conocimiento adquirido por diferentes medios. La traducción al español de esta palabra es: sabio, prudente, hábil, sagaz, astuto, etc. Aunque coloquialmente un “wise guy” se entiende como un “chico listo”. Lo que el Señor nos dice es que debemos estar atentos, alertas, despiertos, perceptivos, nunca descuidados. Más aún, profundizando en este verso, entendemos que un buen soldado de Cristo es una combinación de ambas cosas: listos como serpientes e inofensivos como palomas. El ser inofensivos recalca lo antes dicho sobre no estar llamados a atacar. Recordemos que el Señor nos ha ordenado dejar que la cizaña crezca junto con el trigo para que no hagamos daño a los llamados por el Creador que en este instante todavía están juntos a los hijos del maligno en este mundo en que vivimos (Mateo 13:24-30). Por eso la diferencia entre no atacar y sí defendernos al repeler el ataque, porque una vez hemos sido atacados, entonces sí hemos identificado sin duda alguna quien es el enemigo que nos está atacando. Así como los ejércitos terrenales utilizan radares y satélites, entre otras herramientas tecnológicas, para localizar e identificar los puntos desde los cuales ataca el enemigo, así también nosotros debemos estar atentos para que ningún ataque enemigo nos pase desapercibido ni se preste a confusión sino que nos demos cuenta al instante que estamos siendo atacados, la forma en que nos atacan y el punto desde el cual lanzaron ese ataque, entonces procedemos a aniquilar dichos ataques con el arma más efectiva que existe: la Palabra de Dios.
jueves, 20 de noviembre de 2014
Quiero ser como tú.
Si mi amor por ti fueran tan fiel como tú lo eres.
Sería el mejor de tus hijos y nunca te fallara.
Cuidaría mi cuerpo sintiendo que es tu morada.
Quiero ser como tú a todas horas.
Hacer todas las cosas que prometiste.
Mover los montes y calmar las olas.
Sentir que crezco en ti, que mi alma te adora.
Escucho tu voz Señor y la conozco.
Para ser fiel en lo mucho soy también fiel en lo poco.
Tú no me abandonas ni un solo momento.
Eres el guía perfecto para mis pensamientos.
El padre amoroso que a sus hijos siempre cuida.
Me inscribiste con tus manos en el libro de la vida.
Hoy sólo quiero llegar a ser como tú.
Y en tu nombre Señor llenar el mundo de luz.
El hombre posmodernista de un mundo esclavista.
En occidente podemos rastrear los orígenes del pensamiento del hombre civilizado hasta los griegos. La filosofía griega representa el inicio escrito de un tipo de pensamiento orientado hacia la búsqueda del bien de la humanidad. Mucho tiempo antes de los inicios de la filosofía griega, el hombre primitivo luchaba hasta el último momento por no ser sometido a la esclavitud. Se cree que muchas tribus y razas humanas desaparecieron por esa causa. Sin embargo el hombre de hoy no parece estar interesado en ejercer su derecho a pensar en libertad y mucho menos a librarse de la esclavitud que representa el estar acorde con los últimos designios de la sociedad mercantilista que prevalece en la mayoría de los países del mundo. Como consecuencia de esto, casi no se escucha a los seres humanos hablar de temas y preguntas que antes eran tan comunes como: ¿tiene el hombre una misión en la vida?; ¿cómo puedo contribuir a que la humanidad viva mejor?; ¿afectan mis acciones a las vidas de mis semejantes o soy un ser que puede vivir aislado de los demás…? En vez de ese tipo de preguntas existencialistas, otras preguntas son las más frecuentes hoy en día, especialmente entre nuestra juventud: ¿qué ropa me pondré esta noche para irme a beber alcohol con mis amigos?; ¿cómo conseguiré dinero para comprarme el último celular que salió al mercado?; ¿cuáles son las marcas de zapatos y carteras que más se usan, para yo comprármelos?Esa es la esclavitud moderna. Hace mucho que los poderosos del planeta entendieron que les salía más caro el mantener granjas llenas de esclavos a quienes había que alimentar, vestir, y pagarles a un capataz para que les dé latigazos. Eso, entendieron ellos, era un gasto innecesario, y el tiempo les ha dado la razón. Hoy los esclavos posmodernistas trabajan por dos centavos, cinco días a la semana, a veces seis, cumplen un horario de ocho de la mañana a seis de la tarde, tienen que pagarse su propia renta, costear sus medicinas y consultas médicas, y comprarse sus alimentos. Sí, los esclavistas salieron ganando. Encima de eso, los controles del capitalismo vieron que todo era beneficioso para sus cuentas bancarias y añadieron lo siguiente: fabrican un celular nuevo cada dos meses y, aunque no le cambien gran cosa de lo que tenía el anterior, inician una agresiva campaña publicitaria para que sus esclavos les devuelvan el dinero que con tanto sacrificio ganaron, y se desesperen por adquirir la nueva mercancía; inducen a sus esclavos a creer que sólo pueden verse bien vestidos si compran la ropa cara que ellos venden y les hacen creer que estar a la moda es el sentido de la buena vida; tienen drogas ilegales favoritas a las cuales suben el precio a su antojo para que sus esclavos también tengan la opción de drogarse costosamente; crean todo tipo de loterías y juegos de azar como forma de hacer a sus esclavos gastar el dinero que obtienen trabajando, que no puedan guardar un centavo, y muchomenos invertir en su propio desarrollo. Entre otras medidas que implementan según la temporada y que los esclavos posmodernistas aplauden con júbilo.
Hay un camino que libera de la esclavitud, un camino que no te cuesta nada seguir pero te rinde múltiples beneficios, principalmente te regala la vida eterna y te ayuda a vivir en este plano material sin penas ni sufrimientos, porque te confiere la libertad que te da felicidad. Ese camino se llama Jesucristo. Te invito a conocerlo, Él es la Verdad, y representa el sentido perfecto de la vida. Conoce la verdad y ella te hará libre para siempre (Juan 8:31-32).
martes, 18 de noviembre de 2014
Hablemos de las Buenas Nuevas.
Helicópteros y aviones.
domingo, 16 de noviembre de 2014
Las palabras que decimos.
Una de las razones que hace a la gente pensar antes de aceptar a Cristo en sus corazones es el hecho de no sentirse capaz de afirmar su forma de hablar. Es casi una moda el hablar con ambigüedad, vagamente, dejando las cosas en el aire. De esa manera lo que se dice oy puede ser cambiado mañana y acompañarlo de la aclaración correspondiente. Lo vemos a diario, personas que dicen “eso no fue lo que yo quise decir, lo que yo dije fue…”, lo peor de todo es que ese tipo de personas sabe bien que nadie le está creyendo su cuento. Sí, eso es lo peor, que lo hacen de manera consciente, sabiendo lo que están haciendo. La palabra dice que ese tipo de conducta y esa forma de hablar procede del mal. Para que no nos hagamos los locos, cuando así se habla se está siendo un fiel representante del padre de la mentira. Es decir, se está trabajando para el maligno. Algo serio a tener en cuenta para todos los que decimos seguir la doctrina de Cristo.
Sea vuestro hablar sí. Siempre que usted esté seguro de que puede cumplir lo que dice es un deber afirmarlo categóricamente con un rotundo sí. De igual manera si usted sabe que no puede llevar a cabo lo que se le presenta, pues diga un no, y se acabó. Jurar, como buscando reafirmar lo que se dice, como tratando de darle más seguridad a nuestro interlocutor de la intención de cumplir lo expresado, tampoco viene de Dios sino que viene del mal. La gente ya no confía en los juramentos de todos modos, pero si usted jura por cualquier cosa está mintiendo. Miente porque usted no sabe lo que sucederá mañana o en una hora o en cuestión de minutos. Entonces usted jura a alguien que llegará a tiempo o que hará tal o cual cosa y luego ocurre un imprevisto, algo que escapa de sus manos, su juramento queda tirado por el suelo junto a la credibilidad que usted pudiera haber tenido y al final sólo dijo mentiras. Me voy más lejos. El enemigo siempre está al acecho de las acciones de quienes no trabajamos para él, está al acecho del hombre en sentido general, pero dentro de sus propósitos está el hacer que los cristianos quedemos mal ante otras personas y que nuestra palabra no inspire confianza en quien la escuche. Debemos tener sumo cuidado con lo que hablamos, principalmente con los compromisos que asumimos. Somos representantes de Cristo aquí en el plano material y por lo tanto debemos comportarnos a la altura de nuestra investidura. Si usted se acostumbra a tomar a la ligera el decir que sí o que no, sin estar seguro que puede hacer lo que está diciendo, también corre el riesgo de no saber luego identificar cuando otra persona le está hablando mentiras. Sí, porque los que hemos nacido del Espíritu tenemos la capacidad de ver la verdad y reconocerla, por eso no es fácil engañarnos. Esto es siempre y cuando cumplamos con lo que nos dice el Señor en su palabra, de lo contrario estamos trabajando en contra de nuestra misión. Sea algo pequeño o grande, no importa la circusntancia, si usted no está seguro mejor pida tiempo para pensar su respuesta pero nunca diga un sí o un no para luego tener que cambiarlo o tener que inventarse cuentos. No ponga en duda su credibilidad. Respétese a usted mismo y tome en serio todo lo que diga, muchos factores dependen de ese detalle.
sábado, 15 de noviembre de 2014
La tecnología del manual de vida.
En la vida diaria ocurre igual. Hay personas que disfrutan su vida plenamente y establecen récords de felicidad consecutiva sin importar cuan mala esté la economía o si los planes no resultan como los habían planeado. Es el tipo especial de gente que conoce el manual de la vida, consta de 66 libros escritos por diferentes autores y se llama la Biblia. Todavía no ha sido inventada ninguna tecnología tan completa como esa. En sus páginas usted puede encontrar desde cuestiones de salud (1ª de Timoteo 5:23; Proverbios 17:22) hasta consejos sobre sus negocios (Proverbios 11:1) … es asunto de escudriñarla pacientemente y averiguar que enseñanza se refiere a lo que usted necesita en el momento. Sin embargo, la especialidad de la Biblia se encuentra en el plano espiritual. Es ahí donde radica el secreto para ser feliz y sentirse plenamente satisfecho consigo mismo. La enseñanza más completa que encontramos en la Biblia se refiere al amor: “Amar a Dios sobre todas las cosas y amar a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:28-34). Les voy a dar un ejemplo de lo que significa escudriñar la Biblia. En esa pequeña frase nos damos cuenta que amar a Dios es el primer mandamiento divino, que amarlo sobre todas las cosas significa que la familia, la carrera profesional, los deportes, la diversión, o cualquiera que sea su prioridad en este plano material, debe estar en segundo plano, después de Dios. Si vive de ese modo usted siempre será feliz. Luego nos dice que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismo. Si meditan esa frase un momento, notarán que para usted poder amar a su prójimo primero debe amarse a usted mismo. Sí, no hay manera que usted pueda amar a otra persona si usted no se ama, no puede cuidar a sus hijos si no se cuida usted primero, no puede ayudar a sus padres si no se ayuda usted… y así sucesivamente. Pero ya dijimos que Dios es primero que todo, y que cuando amamos a Dios por encima de todas las cosas es cuando realmente conocemos la felicidad que nada en este mundo material puede igualar… ¿Qué quiere decir esto? Que para amarnos a nosotros mismos es necesario que seamos felices y estemos satisfechos con lo que somos y lo que sentimos, pero esto sólo se logra teniendo a Dios en el primer lugar de nuestras vidas y por consiguiente, para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, primero tenemos que amar a Dios más que a todas las cosas que conocemos. Concluyendo: el amor a Dios es igual al amor por nosotros mismos y este es igual a la forma en que debemos amar a los demás. Si la humanidad entera viviera de ese modo no tendríamos problemas. No existiera la explotación del ombre por el hombre (Eclesiastés 8:9), no murieran tantas personas de hambre en el mundo, no existiera el crimen ni costara tanto dinero el poder vivir dignamente… porque la gente amara a sus prójimos y no querría desearle ningún mal, por lo tanto pusiéramos todos nuestros talentos al servicio de los demás, sirviendo al Creador y a ninguno nos faltara nada (Salmo 23:1). Esa es la forma correcta de utilizar la tecnología más moderna del mundo, la única que no será superada por ninguna otra que sea inventada mañana, que no necesita otra batería que el amor de Dios y que está al alcance de tu mano de manera gratuita. ¡Tremenda tecnología! Te invito a no ser parte del montón… escudriña las escrituras.
jueves, 13 de noviembre de 2014
Por amor del nombre.
Una señora le comentaba a su amiga de cómo ella y su esposo habían vendido sus pertenencias en Santo Domingo para irse a residir a una provincia en la región Este del país. Ella decía que habían abierto una iglesia en la cual su esposo se desempeñaba como pastor y comentaba que todavía no tenían mucha gente asistiendo a la iglesia y tenían muchos gastos con todo eso de la mudanza y la adquisición del nuevo local. Y luego añadió que eso sería sólo al principio pero que después tendrían muchos miembros y las cosas le irían mejor económicamente. La amiga a quien esa señora le comentaba todo aquello estaba recién casada y en aquellos días estaba reflexionando acerca de cuál sería la forma más correcta de ayudar a su esposo con los asuntos económicos del hogar. También pensaba en la manera de mantener la armonía en su nueva familia y lograr el afianzamiento matrimonial que una pareja de recién casados necesita. Ella había pensado en asistir a la iglesia como una forma de tener una actividad sana que compartir con su esposo, pero al escuchar la forma frívola en que su interlocutora hablaba sobre su nueva iglesia se preguntó si formar parte de una comunidad eclesiástica sería la mejor opción.
Algunos cristianos se sienten incómodos al escuchar relatos de esa naturaleza. Hay quienes incluso se sienten aludidos, como si estuvieran tratando de echarles en cara que el cristianismo es un negocio. Desafortunadamente existen muchas personas que se dedican a la predicación de la palabra de Dios con el propósito de tener un medio de acumular riquezas, ignorando la verdadera naturaleza de trabajar para el Altísimo. Llegan al extremo de justificar su accionar escudándose detrás del verso que dice “el obrero es digno de su salario” (Mateo 10:10; Lucas 10:7), obviando el resto de las palabras de Jesús sobre dar por gracia lo que por gracia han recibido y no acumular oro ni plata en el ejercicio de su labor para el reino de Dios (Mateo 10:5-10), y a veces creen que es natural tener una iglesia como se tiene una tienda de ropa o un negocio de comida. Las razones que provocan ese tipo de mentalidad en algunos “cristianos” son diversas. Unos lo hacen por ignorancia, otros por ambición y avaricia, por aprovecharse de la fe de otros cristianos para llevar una vida acomodada. Hay quienes creen que esa es la forma correcta de hacerlo y no hay quien se atreva a decirles que no es así. La consecuencia de todo esto es que habrá personas no cristianas que utilizarán relatos como el que expuse al inicio de este escrito para denostar la fe cristiana y querer medir a todos con la misma vara. Peor aún, hay verdaderos cristianos que prefieren hacerse de la vista gorda ante hechos tan evidentes y no se preguntan cuál será el destino de los fondos recaudados en la iglesia a la que asisten, solo por no contradecir a su pastor. Tampoco ven como algo extraño que su iglesia nunca realice una campaña externa de predicación, que todo se lleve a cabo entre las cuatro paredes del templo, que haya hermanos con tanta necesidad dentro de la misma iglesia pero no existe un fondo económico destinado a asistir a esos hermanos, a comprarle una medicina a un enfermo o quizás darle una mano a esos estudiantes que tienen que invertir tanto dinero en libros. Es más, hay iglesias que ni siquiera se enteran de las cosas que pasan entre su membresía, y no hacen diligencias de saber la razón de la ausencia en los cultos de algunos de sus hermanos en Cristo. Ven al pastor manejando un carro de lujo y vistiendo siempre elegantemente, pero no se atreven a preguntar si lo que pasa en la iglesia está bien o mal.
La tercera epístola del apóstol Juan va dirigida a Gayo, un hermano cristiano que tenía por costumbre apoyar a los obreros que trabajaban exclusivamente para la obra de Dios “sin tomar nada de los gentiles”, es decir que trabajaban sin esperar recibir nada de esas personas a quienes les predicaban el mensaje de salvación. Juan dice que es ocupación de la iglesia sostener a sus obreros, apoyar a los fieles que dedican sus vidas a la obra del Señor. No se refiere a que un pastor predicará los domingos, quizás otro día más en la semana, para vivir a expensas de los miembros de su iglesia. Nadie ha dicho que servir a Dios es vivir cómodamente gracias al fruto del trabajo de otros. Entre robar y ese estilo de vida hay una relación tan cercana que es normal que cualquiera sospeche de esa clase de pastores. Si una iglesia no realiza una labor comunitaria constante y permanente en la comunidad donde está ubicada o en cualquier otro lugar donde consideren necesario, entonces sus pastores deben conseguirse un trabajo para los días de semana y no pretender vivir de los diezmos y ofrendas. Que hay iglesias que solamente abren sus puertas los domingos y el resto de la semana las tienen cerradas. ¿Es eso una verdadera iglesia? ¡Claro que no!
Los que trabajan por amor del nombre viven dedicados tiempo completo a la predicación de las buenas nuevas y a cumplir sus deberes cristianos. Jesucristo, el buen pastor (Juan 10:11-14), no enviaba a sus apóstoles a recoger dinero para él sino que lo recaudado en la congregación era para la obra del Señor, para cubrir todos los gastos en la congregación. Los ejemplos bíblicos nos muestran a individuos que abandonaban sus hogares para trasladarse a otras regiones lejanas sin otro equipaje que no fuera el que llevaban encima. Hoy en día hay apóstoles dueños de grandes corporaciones que viven rodeados de lujos y comodidades mientras la miseria corroe a comunidades enteras dentro de la misma demarcación geográfica a la cual ellos pertenecen. ¿Hallará Cristo fe en la tierra cuando vuelva?
El apóstol Pablo se dedicaba a la fabricación de tiendas como medio de sustento al mismo tiempo que arriesgaba su vida en la predicación de la palabra (Hechos 18:2-4). El apóstol Pedro habló a los hermanos sobre designar a siete personas para que manejaran los fondos de la iglesia y así él y los demás apóstoles poder dedicarse a la propagación de las buenas nuevas mientras esos hermanos se dedicarían a suplir las carencias de los más necesitados dentro de la hermandad cristiana (Hechos 6:1-6). ¿Siguen todas las iglesias de hoy el ejemplo dejado por los apóstoles?, si fuera así el mundo sería muy distinto al que conocemos. La verdad es que un gran número de iglesias son el negocio personal del pastor y su esposa y ni siquiera los diáconos y adoradores reciben un mínimo apoyo en sus gastos, porque el pastor es el que sabe. Hazte una pregunta hermano ¿está tu iglesia cumpliendo con los verdaderos deberes cristianos?
miércoles, 12 de noviembre de 2014
La clave del perdón.
Más ¿Qué sucede cuando alguien lastima tu amor propio e hiere tus sentimientos?, ¿qué ocurre cuando a pesar de los razonamientos te das cuenta que lo sucedido en verdad te duele? Sabemos que el tiempo cura las heridas, que nos sentiremos mejor con el paso de los días, pero mientras tanto existe un hoy y tenemos que lidiar con lo que hoy sentimos. El capítulo 18 del libro de Mateo, versos 15 al 35, nos explica detalladamente las diferentes circunstancias que se presentan con respecto al tema del perdón. Nos dice como actuar y de qué manera debemos perdonar. Incluso, nos enseña la forma de actuar, dependiendo del tipo de persona que ha cometido la falta. Comenzando por las personas de quienes tenemos constancia acerca de su conocimiento de la palabra de Dios, no me refiero exclusivamente a religiosos sino a todo aquel que sigue el camino que Cristo dejó hecho para nosotros. Al reconocer que un hermano ha cometido una falta u ofensa en contra nuestra, lo primero que debemos hacer es confrontarlo. Esto es sumamente importante. A veces ocurre que la persona infractora ni siquiera sabe que ha cometido dicha infracción, ignora que ha incurrido en una violación a los derechos de su hermano, por eso es conveniente que la persona ofendida le haga saber al ofensor su visión y sentir respecto a lo acontecido. Si dicha persona muestra arrepentimiento y está dispuesta a reparar el daño causado, siempre y cuando sea posible, o pide perdón, prometiendo no volver a hacerlo, entonces esa persona debe ser perdonada de su deuda. Si en cambio no muestra arrepentimiento ni desea escuchar los reclamos del ofendido, hay que confrontarlo con dos o tres testigos con quien esta persona tenga lazos fraternales. Pueden ser miembros de la misma iglesia que él asiste, o hermanos de una misma institución en la cual se trabaje para la obra del Señor. Si aún delante de los testigos no está dispuesto a variar su actitud, entonces dice la Biblia que lo tengamos por gentil y publicano, como una persona a quien no le interesa conocer a Dios. En otras palabras, podemos dejar de considerarlo como una persona en quien debemos confiar, alguien de quien nos conviene alejarnos y mantenernos lejos. Nada de eso significa que debemos guardar rencor, pero está claro que si una persona no desea rectificar el mal que ha hecho es porque no le interesa ser perdonado por ti y no le interesas tú. Evitar ese tipo de personas también nos evitará el tener que seguir enfrentándonos con el dilema del perdón. Tengamos siempre presente que a nuestros hermanos, los que se muestran arrepentidos del error o daño cometido, debemos perdonarlos hasta setenta veces siete. Cubrámonos de amor para lograrlo con mayor facilidad, porque todo lo podemos en Cristo que nos fortalece, y si no sabemos perdonar de corazón, tampoco somos merecedores del perdón de Dios.
miércoles, 29 de octubre de 2014
El fariseo y el publicano.
El fariseo que orando de pie en la sinagoga da gracias por no ser como otras personas sino que él cumple con todos los requisitos de un buen miembro de su congregación religiosa… no está hablando con Dios. Él está hablando "consigo mismo", y lo dice la Biblia (Lucas 18:10-14). Todos los que alguna vez hemos compartido aunque sea un breve espacio de tiempo con personas pertenecientes a comunidades religiosas hemos escuchado al menos una vez el comentario de: "yo soy hijo de la promesa, mis padres eran cristianos y yo nací en el cristianismo" o "nunca falto a la iglesia, siempre ayuno, doy mis diezmos y ofrendas", y algunos comentarios más de esa misma índole que en ocasiones no es más que una especie de modo jactancioso de creerse mejores creyentes que otros que apenas tienen uno o dos años de conocer la doctrina religiosa en cuestión. Probablemente esas personas también oran para ellos mismos, como lo ilustra el pasaje de Lucas, y ellos creen que hablan con Dios. La otra cara de la moneda es la de aquel publicano, en el mismo pasaje, que se siente tan poca cosa que no quiere ni siquiera mirar al cielo sino que implora a Dios que lo tome en cuenta sin mirar sus faltas. Sobre este último, dijo Jesús a sus discípulos, que descendió a su casa justificado, no así el fariseo, "porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humille será enaltecido". Es decir que no importa si es un pastor, una monja, un diácono o un adorador… cualquiera que se enaltece es humillado por su propio accionar, por creerse mejor que los demás. No hay que buscar otro culpable de esta humillación que no sea la propia persona que pretende ser mejor que los ladrones, injustos, adúlteros, etc. Esto porque debemos estudiar la palabra y aprender de sus enseñanzas. Ser humilde ante nuestro creador es una garantía de que no incurriremos en ese tipo de fallo al creernos mejores que otros, aunque esos otros vivan en el pecado. Hay que concentrarse en la viga del propio ojo y no en la paja del ojo ajeno. En última instancia, no existe una sola cosa que podamos hacer para reclamar luego que merecemos ser premiados puesto que Dios nos ha dado todo por su gracia, y nuestras acciones no estarán nunca a la altura de la misericordia de nuestro Creador.
Así que cuando ores al Altísimo no intentes echarle en cara todo lo bien que te has portado, porque él lo sabe todo, mejor pídele que te dé fortaleza para afrontar las pruebas de este día y que perdone las faltas que puedes haber cometido aún sin darte cuenta. Eso es lo que le agrada al Señor.sábado, 18 de octubre de 2014
La verdadera iglesia de Cristo.
En el libro de Mateo, capítulo 19, versos del 41 al 46, vemos como Jesús les pregunta a los fariseos acerca de si ellos sabían de quien era hijo el Cristo. Los fariseos respondieron que el Cristo era hijo de David. Entonces Jesús les preguntó como era que David lo llamaba Señor en el Espíritu, y les motivaba a pensar sobre como podía ser que el Cristo era hijo de David si este lo llamaba Señor. En el plano material, entre las leyes terrenales a las que los fariseos estaban subyugados, era prácticamente imposible que un hijo fuera el Señor de su padre. Esas cosas no eran bien vistas ni aceptadas por el régimen patriarcal en que ellos vivían. Por todas esas cosas se les imposibilitaba ver una respuesta que no fuera la que ellos tenían preconcebida. Aquel día dejaron de hacerle preguntas a Jesús, porque no entendían nada de lo espiritual. Si hubieran tenido conocimiento de las cosas del Espíritu habrían sabido la respuesta y sobre todo habrían querido aprender más de todo lo que Jesús les enseñaba como una muestra de su misericordia. Lo espiritual no es igual a lo material.
Hoy en día existen personas tan encerradas en lo material como aquellos fariseos lo estaban, cristianos adeptos a diferentes sectas y doctrinas del mundo material, seguidores de diferentes denominaciones, que ponen en sus mentes la convicción de que aquellos quienes no pertenecen a la denominación de ellos no encontrarán la salvación, y defienden el nombre de sus iglesias hasta con sus propias vidas. Ellos piensan que la doctrina de hombres es igual al alimento espiritual que Cristo nos da por su gracia, sólo porque bautizaron un edificio con un nombre y pretenden diferenciar sus cultos como una manera de mantenerse alejados y separados de aquellos que están, según su propia doctrina, errados en el camino. Pretenden obviar la única verdad: que el Espíritu es uno solo y por lo tanto todos los cristianos somos miembros de un solo cuerpo espiritual que es el cuerpo de Cristo.
En el plano físico el Cristo tenía que ser de la descendencia de David, de la tribu de Judá. En el plano espiritual el Cristo es Señor de David como lo es de toda la humanidad. Es Señor de señores y Rey de reyes. Existen muchas iglesias con diversas doctrinas y diferentes denominaciones, pero esas son cosas del plano material. En el plano espiritual hay una sola iglesia, la iglesia que representa el cuerpo de Cristo, Salvador y Redentor del mundo, quien venció a los principados de maldad y les arrebató el poder que tenían sobre la humanidad. Esa es la verdadera iglesia, la única real e importante, y en esa iglesia somos todos miembros del mismo cuerpo espiritual. El que tenga cerebro para entender que entienda.
lunes, 13 de octubre de 2014
Atrévete a conocer a Dios.
Las semillas que caen junto al camino es la palabra que se siembra en las personas que viven apartados de Dios, unos por ser víctimas de las tinieblas en las cuales se mueven despistados, otros son amigos del maligno y no pierden tiempo en hacer daño a otros. A esa gente la palabra de Dios no le entra de ninguna manera, porque su padre el diablo se las quita en seguida de sus vidas. Aunque digan que leen la Biblia, es algo que dicen sólo para encontrar la forma de disimular lo que verdaderamente son. A ellos no les entra la palabra de Dios porque viven sumergidos en un mundo oscuro donde la maldad impera. Están junto al camino, no en el camino, pues el camino es Cristo y a él no le han conocido.
La semilla que cae entre las piedras es la palabra dada a esas personas que escuchan con cierta atención cuando se les predica, sienten el amor de Dios y el poder de la palabra como ilumina sus mentes y da gozo a sus vidas, pero en cuanto el maligno comienza a perturbar su paz optan por abandonar el sendero que conduce a Cristo. Esa gente dice querer aceptar a Cristo, quiere saber más de Dios pero no está dispuesta a pagar el precio de limpiar sus existencias, porque esa limpieza a menudo es dolorosa, porque los principados de maldad no desean que sus vidas les sean entregadas al Señor, porque la poca fe es sinónimo de cobardía.
La semilla sembrada entre espinos se refiere a las personas que buscan de Dios porque desean obtener algo, alcanzar alguna meta terrenal o porque se encuentran en problemas y quieren ser librados de los mismos, no porque sienten el llamado en sus corazones. Pretenden alabar al Creador, buscan respuestas a sus interrogantes en la Biblia con desesperación, hasta cambian de estilo de vida por unos días, pero en cuanto obtienen lo que buscaban o en cuanto se sienten aliviados de sus problemas vuelven a vivir tal y como antes vivían. Entregados a la obtención de riquezas, subyugados a los afanes de la vida terrenal, haciendo planes acerca de todas las cosas que desean para el plano material, y terminan ahogados entre tanta confusión.
La semilla que cae en tierra fértil da frutos al treinta, sesenta y cien por uno. Primero cambian sus vidas, luego tocan la vidas de otros con su ejemplo y su predicación, alcanzando la plenitud cuando viven completamente para el reino de Dios. Estas personas se instruyen en la palabra de Dios y la escudriñan con ahinco, luego instruyen a otros hasta hacerlos sus discípulos y al final consiguen la paz que sólo da el vivir enteramente para nuestro Creador.
Si quieres saber lo que significa conocer a Dios debes saber que hay un solo camino para lograrlo, un camino llamado Cristo. Por medio a él llegarás al padre, dándole tu vida a él tendrás la vida eterna que tenemos los que hemos alcanzado la salvación. Si escuchas la voz de Cristo y no la conoces, probablemente ese llamado no es para ti, pero si sientes en tu corazón ese leve susurro de amor que da la convicción de haber llegado a estar cerca de su gracia y de su amor, te exhorto a que lo tomes en serio. Atrévete a tomar el camino angosto (Mateo 7:14) y dale a tu vida la mejor oportunidad que cualquier ser puede tener, la oportunidad de vivir para y con Dios.
domingo, 20 de julio de 2014
La verdad sin lugar a dudas.
Uno de los factores que dificulta la comunicación efectiva entre los seres humanos es el hecho de que no le creemos a nuestros semejantes. No es algo nuevo, viene de antaño, pero cada día se pone más de manifiesto. La gente duda de todo lo que ve y escucha, en ocasiones es el hábito de la incredulidad la razón de que el ser humano no logre lo que se propone. Sí, a veces somos tan incrédulos que dudamos de nosotros mismos. Desde lo más simple, aprender a hablar un segundo idioma, hasta algo tan ingenioso como lograr que un automóvil funcione sólo con el aire, son cuestiones que primero necesitan que quien los intenta se crea capaz de lograrlo. Si tiene dudas sobre su propia capacidad de creer, y esa duda se impone sobre todos los demás pensamientos, el fracaso está asegurado. Preferible es ni siquiera intentarlo. A primera vista, el hecho de que los seres humanos atesoren la incredulidad de una forma tan íntima que se asemeje al instinto de supervivencia, podría parecer algo natural en un mundo donde todo parece mentira y las mentiras son tan profesionalmente preparadas que llegan a ser consideradas como las únicas verdades. Llegar al extremo de limitarse en la vida y conformarse con vivir dentro del ámbito de la resignación sólo porque se ha decidido no creer en uno mismo, es el colmo de la incredulidad. En este, y todos los casos, el colmo significa que ya no hay espacio para ninguna otra cosa y la persona solamente cree que en nada cree.
Sin embargo, existen formas de abandonar para siempre el cautiverio que implica el vivir entre los muros de la duda y la mentira, decidiéndonos a caminar en la claridad de la verdad. La primera forma que aquí les planteo es estrictamente física y material, algo que se puede tocar, y por lo tanto llega a convencer al más escéptico de los seres humanos. Les hablo del conocimiento, de eso que algunos llaman información. Antes de llegar a cualquier tipo de conclusión es necesario que obtengamos información sobre el tema en cuestión, si no obtenemos suficientes datos es muy probable que nuestras conclusiones sean desacertadas. Nunca diga: "yo no puedo hacer tal cosa", si antes no ha investigado lo que conlleva el lograrlo. Primero nútrase de conocimiento sobre lo que le interesa, o sobre lo que se le está planteando, y luego haga sus conclusiones. Conocer algo a cabalidad es la mejor forma de actuar y decidir con propiedad y seguridad. Los pueblos perecen por falta de conocimiento, es algo que vemos a diario. Los ciudadanos de las naciones mejores instruidas en el campo de la educación y el conocimiento viven más, tienen una mejor calidad de vida y eso no es algo fortuito, ellos tienen el conocimiento a su disposición y por consiguiente no son esclavos de la ignorancia, son dueños de la información que les ayuda a la hora de llegar a una conclusión. Lo mismo aplica en el plano de las relaciones interpersonales. Se ha dicho que uno no termina de conocer a los seres humanos, y en cierta forma eso es cierto, los seres humanos cambiamos todo el tiempo y vivimos en una constante adquisición de conocimiento acerca de nosotros mismos, pero tenemos una base natural sobre la cual se apoya todo lo demás, es nuestra naturaleza, lo que nos hace únicos e irrepetibles, la esencia de nuestras vidas. Ese es el punto que nos conviene identificar, lo que somos, el origen del conocimiento. Si podemos habitar en ese lugar seremos capaces de cualquier cosa que nos propongamos.
También podemos llegar a conocer esa base natural en todas y cada una de las personas que nos rodea. Solamente preste atención y utilice las mismas herramientas que utilizó para llegar a conocerse a usted mismo. No ponga pensamientos infundados en su mente, eso sólo dificultará la tarea de llegar a la verdad, simplemente escuche y observe sin distracción y obtendrá toda la información. Comience por escuchar lo que usted mismo cree y piensa. Se dará cuenta que muchas de las conclusiones que conforman su equipaje de creencias carecen de un fundamento sólido. Cuando las haya eliminado tendrá más espacio para pensar con claridad y por ende más posibilidades de llegar a la verdad.
La otra forma que aquí les comparto acontece en el plano espiritual, donde no intervienen ni la voluntad personal ni los pensamientos acumulados en la experiencia. El espíritu es la energía de la vida, lo que nos enlaza con todos y con todo lo que existe, lo que mueve el universo, la creación en su totalidad. Algunas personas piensan: "yo no entiendo eso del plano espiritual", a esas personas yo les digo: no piense mientras trata de entender, porque el espíritu no es entendimiento físico sino entendimiento espiritual, es energía pura. Una persona puede adquirir todo el conocimiento que necesita para vivir en el plano material, con esto tiene la mitad del proyecto en ejecución, pero la vida no está completa si no se vive en el plano espiritual. Es lo que le sucedió al joven rico que menciona la Biblia en el libro de Marcos, capítulo 10, versos 17 al 22. Sí, aquel que se acercó a Jesucristo y de rodillas le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para obtener la vida eterna?". Jesucristo le respondió: "…Tú conoces los mandamientos: No cometas homicidio, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre.", a lo que el joven respondió que todo eso ya él lo había guardado desde su juventud. Jesús lo miró con amor y le dijo que le faltaba una cosa, vender todas sus pertenencias y regalarlo a los pobres. Acto seguido, el joven entristeció y se alejó abatido. En ese instante terminó la conversación entre el joven rico y Jesús y, al menos temporalmente, el joven desistió de su deseo de ganar la vida eterna. A todos nos ha pasado igual alguna vez, se nos presenta un obstáculo y estamos listos a tirar la toalla y abandonar aquello en lo que pusimos tantas esperanzas. El joven de este relato tenía mucho conocimiento, Jesús lo dice en su respuesta, que él conocía las cosas que decía la ley que debía hacer para lograr el objetivo por el cual se había acercado al maestro, pero no estaba dispuesto a renunciar a todo lo que en su mente él creía ser. Él era un tipo importante en el plano material, poseía muchas riquezas y no iba a renunciar a todo aquello ni siquiera por ganar la vida eterna. Es el típico caso de una persona materialmente religiosa que no conoce nada sobre el plano espiritual. Si a estas alturas usted se pregunta: "Qué tiene ese relato que ver conmigo", yo le digo que todo está relacionado con cada uno de nosotros. En el caso del joven rico, sus riquezas eran poseciones materiales, pero cada ser humano tiene sus propios tesoros, sus propias riquezas acumuladas a las cuales no está dispuesto a renunciar fácilmente. Esas riquezas personales de cada uno: hábitos, vicios, obsesiones, fantasías, y algunas más, pueden ser el obstáculo para alcanzar el pleno entendimiento espiritual. Cualquier cosa del plano físico que usted atesore como parte íntima de su ser, si usted la cree indispensable para su vida, forma parte de las riquezas que le impiden vivir en el plano espiritual. Vivimos en el plano material, tenemos un cuerpo físico porque lo necesitamos en este plano, es nuestro vehículo para transportarnos por el mundo. Mas, las cosas de este mundo físico no representan lo que podemos vivir en el espíritu. Por el contrario, si no sabemos utilizarlas, conscientes de que son sólo herramientas con las cuales trabajar en este plano, en vez de ventajas serán obstáculos en el camino hacia nuestros objetivos. Queremos saber cuando estamos escuchando la verdad, pues bien, en el plano material nos ayuda el obtener conocimiento pleno del tema que estamos tratando. En el plano espiritual está el Espíritu de verdad para guiarnos (Juan 16:13). Nos conviene armonizar el plano físico con el plano espiritual y lograr que nuestra mente esté cómoda al hacerlo. La incredulidad es una barrera tan grande, tan fuerte, que trasciende desde el plano físico y afecta lo que puede recibirse desde el plano espiritual. Por la incredulidad de muchos, el Señor Jesucristo no pudo realizar sus obras poderosas en Nazaret, su propia tierra, porque quedó asombrado de tanta incredulidad que veía en su gente (Marcos 6:5-7).
Físicamente obtenemos conocimiento, siempre sabiendo que esto es sólo una herramienta y no es lo que somos en esencia; espiritualmente nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, por lo que Cristo nos enseña y por el discurrir espiritual que constantemente llega a nuestras existencias. Una experiencia renovadora de manera permanente. Es el conocimiento de la verdad que nos regala libertad.
martes, 8 de julio de 2014
Celibato: ¿Eunucos por elección o concesión?
lunes, 7 de julio de 2014
Atesorando buenas compañías.
domingo, 29 de junio de 2014
El inmenso poder de una sonrisa.
jueves, 12 de junio de 2014
Ancestros de Jesucristo.
miércoles, 7 de mayo de 2014
El libro de Génesis. Capítulo 1.
1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 Y la tierra estaba sin orden y vacía. Había tinieblas sobre la faz del océano, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.