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De noche, sobre mi cama,
buscaba al que ama mi
alma.
Lo busqué, pero no lo
hallé.
2 Pensé: "Me levantaré e iré por la ciudad,
por las calles y las
plazas,
buscando al que ama
mi alma."
Lo busqué, pero no lo
hallé.
3 Me encontré con los guardias
que rondan la ciudad,
y les pregunté:
"¿Habéis visto
al que ama mi alma?"
4 Tan pronto como pasé de allí,
hallé al que ama mi
alma.
Me prendí de él y no
lo solté,
hasta que lo traje a
la casa de mi madre,
a la habitación de la
que me concibió.
5 ¡Juradme, oh hijas de Jerusalén,
por las ciervas
y por las gacelas del
campo,
que no despertaréis
ni provocaréis el
amor,
hasta que quiera!
El cortejo nupcial
6 ¿Quién es aquella
que viene del
desierto
como columna de humo,
perfumada con mirra, incienso
y todo polvo de
mercader?
7 ¡Mirad! Es la litera de Salomón.
Sesenta valientes la
rodean,
de los más fuertes de
Israel.
8 Todos ellos ciñen espadas
y son diestros en la
guerra.
Cada uno lleva espada
al cinto
por causa de los
temores de la noche.
9 El rey Salomón se hizo una carroza
de madera del Líbano.
10 Sus columnas eran de plata,
su respaldo de oro,
su asiento de
púrpura;
y su interior fue
decorado con amor
por las hijas de
Jerusalén.
11 Salid, oh hijas de Sion,
y ved al rey Salomón
con la diadema con que le ciñó su madre
en el día de sus
bodas,
el día en que se regocijó su corazón.
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