8 1
¡Oh, cómo quisiera que fueses mi hermano,
que mamó los pechos
de mi madre!
Así, al encontrarte
afuera,
yo te besaría sin que
nadie me menospreciara.
2 Yo te llevaría y te metería
en la casa de mi
madre,
y tú me enseñarías.
Y yo te haría beber
vino aromático
y jugo de granadas.
3 Su brazo izquierdo está debajo de mi cabeza,
y su derecho me
abraza.
4 ¡Juradme, oh hijas de Jerusalén,
que no despertaréis
ni provocaréis el
amor,
hasta que quiera!
El cortejo nupcial
5 ¿Quién es ésta que sube del desierto,
recostada sobre su
amado?
La amada
Debajo de un manzano te desperté;
allí donde tu madre
tuvo dolores,
allí donde tuvo
dolores la que te dio a luz.
6 Ponme como sello sobre tu corazón,
como sello sobre tu
brazo.
Porque fuerte como la
muerte es el amor;
inconmovible como el
Seol es la pasión.
Sus brasas son brasas
de fuego;
es como poderosa
llama.
7 Las poderosas aguas
no pueden apagar el
amor,
ni lo pueden anegar
los ríos.
Si el hombre diese
todas las riquezas de su casa para comprar el amor,
de cierto lo
despreciarían.
El cortejo nupcial
8 Tenemos una hermana pequeña
que todavía no tiene
pechos.
¿Qué haremos de
nuestra hermana
cuando de ella se
empiece a hablar?
9 Si ella es muralla, edificaremos sobre ella
torreones de plata.
Si ella es puerta, la
recubriremos con paneles de cedro.
La amada
10 Yo soy muralla,
y mis pechos son
torreones.
Entonces llegué a ser
a sus ojos
como quien encuentra
paz.
El amado
11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón,
la cual entregó al
cuidado de guardias:
Cada uno de ellos
debía traer
mil piezas de plata
por su fruto.
12 ¡Pero mi viña está delante de mí!
Las mil piezas sean
para ti, oh Salomón,
y doscientas para los
que guardan su fruto.
13 ¡Oh tú que habitas en los jardines,
mis compañeros desean
escuchar tu voz!
¡Déjame oírla!
La amada
14 ¡Escápate, oh amado mío!
Sé semejante al
venado o al cervatillo
sobre los montes de
las especias.
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