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¡Qué bien lucen tus pies con las sandalias, oh hija de nobles!
Los contornos de tus
muslos son como joyas, obra de las manos de un artista.
2 Tu ombligo es como una copa redonda a la que no le
falta el vino aromático.
Tu vientre es como un
montón de trigo rodeado de lirios.
3 Tus dos pechos son como dos venaditos, mellizos de
gacela.
4 Tu cuello es como torre de marfil.
Tus ojos son como los
estanques en Hesbón, en la puerta de Bat-rabim.
Tu nariz es como la
torre del Líbano, que mira hacia Damasco.
5 Tu cabeza es como el Carmelo,
y tu cabellera es
como púrpura real aprisionada en trenzas.
6 ¡Qué bella y dulce eres,
oh amor deleitoso!
7 Tu talle es como una palmera,
y tus pechos como
racimos de dátiles.
8 Pensé: "¡Subiré a la palmera
y me prenderé de sus
racimos!"
¡Sean tus pechos como racimos de uvas,
y la fragancia de tu
boca como de manzanas!
9 Tu paladar es como el buen vino que corre
suavemente hacia el amado
y fluye por los
labios de los que se duermen.
La amada
10 ¡Yo soy de mi amado,
y él me desea con
ardor!
11 Ven, oh amado mío, vayamos al campo.
Alojémonos en las
aldeas;
12 madruguemos para ir a las viñas.
Veamos si han
florecido las vides,
si se han abierto sus
botones,
o si han brotado los
granados.
¡Allí te daré mi
amor!
13 Las mandrágoras ya despiden su fragancia,
y a nuestras puertas
hay toda clase de frutas selectas:
tanto frescas como secas que he guardado para ti,
oh amado mío.
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