viernes, 14 de marzo de 2014

Jeremías. Capítulo 37.

Anuncio de la caída de Jerusalén 37 El rey Sedequías hijo de Josías, al cual Nabucodonosor, rey de Babilonia, había puesto como rey en la tierra de Judá, empezó a reinar en lugar de Joaquín hijo de Joacim. 2 Pero ni él, ni sus servidores, ni el pueblo de la tierra obedecieron las palabras que Jehovah había dicho por medio del profeta Jeremías. 3 El rey Sedequías envió a Jucal hijo de Selemías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que dijesen al profeta Jeremías: "Por favor, ora por nosotros a Jehovah, nuestro Dios." 4 Jeremías entraba y salía en medio del pueblo, porque todavía no lo habían puesto en la cárcel. 5 El ejército del faraón había salido de Egipto y cuando la noticia acerca de ellos llegó a oídos de los caldeos que tenían sitiada a Jerusalén, éstos se fueron de Jerusalén. 6 Entonces vino la palabra de Jehovah al profeta Jeremías, diciendo: 7 "Así ha dicho Jehovah Dios de Israel que digáis al rey de Judá que os envió para que me consultaseis: He aquí que el ejército del faraón que salió en vuestro auxilio va a regresar a su tierra, a Egipto. 8 Entonces los caldeos volverán a combatir contra esta ciudad; la tomarán y la incendiarán. 9 Así ha dicho Jehovah: No os engañéis a vosotros mismos, diciendo: ’Los caldeos se han ido definitivamente de nosotros.’ Porque no se irán. 10 Pues aun cuando derrotarais a todo el ejército de los caldeos que combaten contra vosotros, y quedasen de ellos sólo algunos hombres heridos, cada uno en su tienda, se levantarían y prenderían fuego a esta ciudad." Jeremías en la cárcel de Jonatán 11 Aconteció que cuando el ejército de los caldeos se fue de Jerusalén a causa del ejército del faraón, 12 Jeremías salía de Jerusalén para ir a la tierra de Benjamín con el fin de recibir allí su parte en medio del pueblo. 13 Y cuando llegó a la puerta de Benjamín, estaba allí un jefe de guardia que se llamaba Irías hijo de Selemías, hijo de Ananías, el cual tomó preso al profeta Jeremías. Y le dijo: -¡Tú vas a pasarte a los caldeos! 14 Pero Jeremías dijo: -¡Falso! No voy a pasarme a los caldeos. Irías no le hizo caso, sino que prendió a Jeremías y lo llevó a los magistrados. 15 Los magistrados se enfurecieron contra Jeremías y le azotaron. Luego lo pusieron en la prisión en casa del escriba Jonatán, porque habían convertido aquella casa en cárcel. 16 Entró, pues, Jeremías en el calabozo, en las celdas, y allí permaneció por muchos días. Sedequías consulta a Jeremías 17 Entonces el rey Sedequías envió a sacarlo de allí, y le consultó secretamente en su casa, diciendo: -¿Hay palabra de parte de Jehovah? Jeremías dijo: -Sí, la hay. -Y añadió-: Serás entregado en mano del rey de Babilonia. 18 Dijo también Jeremías al rey Sedequías: -¿En qué he pecado contra ti, contra tus servidores y contra este pueblo, para que me pongáis en la cárcel? 19 ¿Dónde están vuestros profetas que os profetizaban diciendo: "No vendrá el rey de Babilonia contra vosotros ni contra esta tierra"? 20 Ahora pues, escucha, mi señor el rey. Llegue mi súplica a tu presencia; no me hagas volver a la casa del escriba Jonatán, no sea que allí me muera. 21 Entonces el rey Sedequías dio órdenes para que custodiaran a Jeremías en el patio de la guardia, haciendo que se le diese cada día una torta de pan de la calle de los Panaderos, hasta que todo el pan de la ciudad se agotase. Así quedó Jeremías en el patio de la guardia.

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